Por: Alejandro Ruíz Robles
EL TIEMPO.
En
nuestra vida hemos aprendido que el tiempo es un espacio en el cual se realiza
una acción o se desarrolla un acontecimiento y al cual podemos medir en
segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años, etcétera. Sabemos que los momentos que definen
nuestra vida se dan de manera tal que por su inmediatez ni siquiera nos dan
oportunidad de actuar o reaccionar; no obstante, tenemos períodos para
prepararnos de la manera más adecuada.
Ni el amor ni el éxito son espontáneos,
sabemos que hemos vivido, aprendido y desarrollado nuestros sentidos e
inteligencia para actuar de la mejor manera ante todo tipo de circunstancias y,
aun cuando éstas nunca las hayamos imaginado, proceder de acuerdo con lo que
somos.
Si las situaciones
que transforman nuestra vida se pueden dar en segundos, como personas y
profesionales, ¿nos hemos preparado para conducirnos como primeros?
¿Cómo nos construimos para dirigir nuestra
vida?, ¿pretendemos ser líderes o preferimos mantenernos como seguidores?, ¿realmente
tenemos objetivos personales o profesionales o sólo asumimos los que se nos
presenta?
Hay muchas preguntas y desafortunadamente,
cada vez hay menos personas que responden y actúan en consecuencia de hecho, el
avance de la tecnología cada vez es más contrastante con la cultura del
esfuerzo ya que el interés colectivo se da más por mantenerse en la comodidad
de su status. Complementarlo sería lo idóneo no sólo sustituirlo.
¿Te
has preguntado si tu vida se basa en la comodidad de la tecnología?
LA TRISTE SUSTITUCIÓN DEL ESFUERZO POR LA
TECNOLOGÍA
Recuerdo que en la primaria, a pesar del
trabajo de los profesores, muchos nos olvidábamos de encontrar las respuestas
aritméticas con nuestra lógica y bastaba con apretar unos simples botones de la
calculadora para llegar al resultado. Al vernos sorprendidos en nuestras
tareas, los maestros nos daban las razones para desarrollar nuestro intelecto y
prescindir de la tecnología en ese tenor es decir, fortalecer nuestras
habilidades y complementarlas con los recursos que tuviéramos a la mano.
Algunos entendíamos y lo intentábamos y otros se quedaban en la comodidad del
resultado y ocultaban con mentiras su pereza.
Obviamente, si esto era en mi infancia ¿qué
habrá pasado en las últimas décadas? Sólo por ejemplificar, miremos el cambio
en los tiempos: el sudor del juego físico por la destreza de los dedos en los
controles y tabuladores; los procesadores que sustituyen el tiempo del
mecanografiado y la investigación en la biblioteca por la utilización de los
buscadores.
Que quede claro que la tecnología no es
mala por el contrario, es un medio que facilita la vida del ser humano, lo que
puede resultar malo es que las personas la ven como un fin y ajustan su forma
de vida a esas comodidades, llevándolas a un mundo virtual o de supresión
constante del esfuerzo.
¿Aún recuerdas cuándo fue la última vez que prescindiste de la tecnología para hacer un trabajo físico o mental?
Ante
estas circunstancias, realmente, ¿cómo hemos elegido prepararnos?
Si lo miramos en retrospectiva y lo
comparamos con lo que somos, podemos saber si elegimos el camino del esfuerzo y
sacrificio o bien, tomamos el de la comodidad y justificación.
Si nuestra meta de niños era tener dinero,
lujos y bienes, bastará con mirar a nuestro alrededor para comprobar si lo
conseguimos; si lo que elegimos fue fama y posición social, podremos considerar
a quien está a nuestro alrededor y la manera que nos tratan para saber que lo
logramos y si no decidimos nada y nos dejamos llevar, dará igual lo que
hagamos.
Sin embargo, si decidimos ser felices y
vivimos de acuerdo con nuestras convicciones y valores, podremos entender con
sólo mirarnos al espejo si así lo mostramos en nuestro semblante.
¿Qué camino
elegiste en tu ayer para ser la persona que eres hoy?
¿LA FELICIDAD
ES UNA ELECCIÓN?
Si
elegiste la riqueza, la opulencia, la gloria o cualquier otro estado del tener
o acumular, será fácil considerar si lo alcanzaste con tan sólo revisar tus
bolsillos o tus compañeros.
Si tu selección fue ser poderoso, será útil
descubrir el lugar que tienes al contar a los débiles que han quedado en el
camino.
Si decidiste ser feliz, has entendido que
lejos de ser una meta es una forma de vida, en la cual, usas tus talentos y
destrezas para ser la mejor versión de ti y con ello, disfrutar tu plenitud y compartirla
con quienes están a tu lado.
La sonrisa no es muestra absoluta de júbilo
ni las lágrimas lo son de tristeza. Una persona feliz lo demuestra con palabras
y actos y con su sola presencia al interactuar.
¿Crees que tu
presencia transmite alegría a tu alrededor?
EL TAMAÑO DE MI ESENCIA
No hay nada más difícil que ser honesto con
uno mismo y así mostrarlo. Usualmente si logramos nuestros objetivos, lo
sabemos y dudamos entre ser humildes o vanagloriarnos, si fallamos entre
reconocerlo o justificarnos. Nuestra reacción dependerá de quienes somos, pero
siempre necesitaremos a alguien con quien compartirlo.
William Thomson Kelvin señalaba que “lo que
no se mide no se puede mejorar”, que difícil resulta hacerlo con el ser humano
que somos. Si tan sólo eligiéramos el tener riqueza como una meta de éxito en
nuestras vidas, bastaría saber la cantidad, cuantía o influencia para saber si
lo logramos; pero al tratarse de quienes somos como personas de cara a la
felicidad elegida, es insuficiente saberlo en cuanto a medidas y quizás lo más
que podamos hacer es percibir los sentimientos que manifestamos, compartimos y
recibimos.
En consecuencia, si la gloria personal se
midiera por sonrisas, ¿entenderíamos
que éstas corresponderían a las que manifestamos o provocamos en otros?
Un
emoji jamás sustituirá una caricia, un tic-toc nunca provocará la misma alegría
que la presencia de alguien y un mensaje de texto jamás sustituirá una charla
con el ser querido en ese sentido, dale la importancia que tiene a cada cosa y
entiende que la realidad virtual jamás sustituirá la magia de una relación
interpersonal.
Sin
duda, todos los medios digitales, electrónicos o de comunicación nos dan la
facilidad de vincularnos a distancia con personas que son de nuestro interés,
pero no sustituyen la presencia; es decir, no perdamos de vista que son solo
herramientas para servir a nuestros fines.
Nuestro
fin como personas es relacionarnos con otras y consolidar éstas; no pretendamos
ser queridos por millones en ausencia. La presencia es básica, fomentémosla
obviamente, atendiendo siempre a las circunstancias.
Y a
todo esto, ¿sientes más plenitud al
expresar tus sentimientos en persona o de manera virtual?
PRIMERO SOY… ¿LUEGO?
Conforme a lo que hemos señalado, si viniste
a este mundo a ser feliz, ¿para qué
te distraes siendo quién no eres?
Si la vida es un período de tiempo que
puedes fraccionar hasta en segundos, ¿por qué mejor no la consideras en
primeros? Es decir, ¿Por qué no te ocupas de ser primero la persona que has
elegido ser y luego te preocupas del resto?
No hay mayor amor que el amor primero, ya
que si te amas a ti podrás amar a otra persona.
No hay liderazgo más grande que aceptar tus
metas y seguirlas por convicción, ya que si tú no te construyes a ti, pretender
hacerlo con otros sería destruirlos.
No hay mejor comunicación que la que se da
desde la honestidad de tu corazón al mirar a los ojos a otra persona y actuar
conforme a ello, sea con un abrazo o palmada.
¡No
hay nada de segundo para ti, se el primero en tu vida!
Analiza tu pasado, mejora el presente y
sonríe al futuro ya que finalmente, ¡eres
la suma de tus valores e imperfecciones, pero tus convicciones y compromiso te
llevarán a la plenitud!
Si deseas cambiar tu vida sólo responde a
esta simple pregunta: ¿ERES FELIZ?
Posdata: “Si no recuerdas la más ligera locura en
que el amor te hizo caer, nos has amado.” (William Shakespeare)
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