Por: Blanca Nieves Palacio Barreda
Las redes sociales, han permitido
que la información fluya con la velocidad de un rayo; esto ha dado lugar a la
diversidad de información que diariamente recibimos.
La utilidad que se le da a este
medio, es según el interés de cada persona; son recurrentes los temas de
política, de ventas, de saludos, de eventos de diferente naturaleza, pero los
más recurrentes son aquellos en los que se hace un verdadero proselitismo y/o
catequización religiosa, no faltan aquellos comunicados de hechos falsos, en lo
que, con total impunidad, calumnia, difama, ofenden y agreden verbalmente a
otra persona, con la única intención de desacreditarla, ante un enorme número
de audiencia cibernética.
Es a través de estos medios que nos enteramos del elevado número de muertos y contagiados en el mundo, por la implacable pandemia que desde diciembre de 2019 ha azotado a la humanidad.
La utilización de estos medios
informativos, vienen siendo utilizados hasta por quienes han hecho de la delincuencia
su forma de vida y no tienen reparo alguno en enviar videos que aterran al solo
verlos, en los que, sin un ápice de conmiseración y con el único propósito de
demostrar un mayor poderío que sus rivales, descuartizan a otro ser humano sin
mostrar piedad alguna.
Las cifras de desaparecidos, de asesinatos van en aumento, pareciera que en los Estados de nuestra República Mexicana, se compite para ver cuál de ellos es el que mayor número acumula de estos fatídicos eventos, que están enlutando a miles de familias.
No es posible que las Fiscalías Estatales, ante la denuncia de alguna persona desaparecida, dícese niños, jóvenes adultos, hombre y mujeres, se limiten a subir a las redes cibernéticas, fotos de quienes han tenido la desgracia de haber sido “levantados”, con sus datos y solicitando a la ciudadanía su “ayuda”, con información que pudieran aportar para su localización.
Las versiones de estas
desapariciones van desde que, son secuestrados para reclutarlos por los
diferentes cárteles, con o sin su voluntad; que son utilizadas para el tráfico
de órganos; a las mujeres para incorporarlas a la prostitución, venderlas como
si fueran ganados.
Y los familiares sostenidos en su
dolor, siguen en su incansable búsqueda, encontrando cientos de fosas
clandestinas, repletas de cadáveres, de cuerpos desmembrados; hoy se ha vuelto
común que, los ciudadanos se topen con las fatídicas bolsas negras por doquier,
con cuerpos de seres humanos, deshechos, irreconocibles.
Los Estados hoy, además de sus nombres, se les debería agregar un número y así ser reconocidos, por ejemplo: Estado de Jalisco # 1, según el grado de violencia, de terror, de muertos y desaparecidos.
Pedirles a las autoridades que pongan
fin a este flagelo, parece que es pedir un imposible.
bnpb146@hotmail.com
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