Entrevista con Armando Blanco
Por: Marcela Magdaleno Deschamps
Editora e Investigadora mexicana
El
rock nos reconecta con una experiencia intuitiva personal de la naturaleza y
nos recupera. Vivir en el rock es trastornar hábitos de pensamiento
profundamente arraigados hacerlos a un lado o reventarlos necesitamos
urgentemente encontrar métodos para restablecer nuestro sentido consiente de
conexión con la naturaleza viva. ¡Electrificarnos!, eso es el rock.
Editora e Investigadora mexicana
En
un ambiente bastante underground,
característico de la Pulquería Insurgentes, que liderea el periodista, editor
de la revista Generación, ahora Regeneración, Carlos Martínez Rentería, presentamos
los tres libros de Armando Blanco la leyenda del rock en México, Armando es sobrino
del gran periodista Roberto Blanco Moheno quien desde un inicio le incitó a
escribir sus memorias para recuperar la memoria histórica del rock. Los títulos
de los capítulos del primer libro son de canciones y momentos de los 60 y 70, por
ejemplo: El secreto está en los discos, family dog, El viaje, Jim Morrison, Bob
Dylan, Kamasutra, Hambalaya, Incienso y menta, Bangladesh George Harrison, Dark
side of the moon. Quizá muchos jóvenes que lean esto no estén familiarizados, pero en aquella época esto era" la neta del planeta".
En
los años sesenta; el ojo que todo lo ve, se abrió y simultáneamente en Francia,
Rusia, Eslovenia, México, quienes estaban suficientemente conectados a la
pulsación de la naturaleza reaccionaron ante una oleada energética que traspasó
la biosfera y provocó un despertar de conciencia, con ella surgieron las
rupturas de paradigmas, una sed por conocer más sobre la psiquis, el universo onírico
y los mundos paralelos y el camino de las almas; con este resplandor
irrumpieron los colores, la falda corta y las pestañas postizas, los requintos
y la sicodelia, los ritmos africanos y las citaras brahmánicas. En la
literatura los jóvenes se comenzaron a
interesar en las historias de Lobsang Rampa Krishnamurti, los protocolos de Sion; en México
los escritores de la Onda iniciaban su batalla contracultural.
Sin
embargo había, como siempre hay, un sector de ideas radicales, un grupos de
seres amorfos guiados solo por el dinero, el poder y las leyes rancias;
aquellos que prácticamente gobernaban y gobiernan el mundo, quienes no quieren
que nada se mueva, y hasta parece que tienen un regidor siniestro que ordena
que nadie salga de su órbita para poder controlar más fácilmente las mentes.
Pero en la época en que nos vamos a ubicar en esta breve narración, y como nos
dice Armando Blanco, era un tiempo cuando iba a entrar la era de acuario, pero
algo sucede y se pandea el universo y la energía cósmica salpicó en las mentes
más sensibles para estimular de preguntas y creatividad las atmósferas aburridas y controladoras de
una época que ya no podía sostener tanta solemnidad absurda. Gran parte de esta
energía se gestaba en el interior de las universidades, donde circulaban libros
ilícitos y peligrosos algunos de color rojo otros, negros con violeta, misma
información que circulaba clandestinamente, pero llegó el momento en que a esta
nueva generación dejó de importarles poco, levantar sospechas, lo único que
buscaban era libertad. ¿Cómo detener a estas aves de fuego sin tener la
experiencia ni los protocolos necesarios para sofocar? El miedo, inducir una ola de miedo para
atormentar conciencias y con ello, crear una maquinaria de guerra para
aniquilar cualquier indicio exacerbado de pensamiento; mucho antes de que se
dieran las relaciones sexuales abiertas y se conociera el auténtico efecto del
verdadero LCD o de la psilocibina, estas mentes ya estaba fecundando otros
suelos más fértiles, lúdicos, y a pesar de la ola represiva que vino por todos
los horizontes del planeta, una parte de estas alas libertarias quedó
suspendida en cielos abiertos y de sus plumas brotó una música extraña que
sacudió el alma trascendiendo tiempos y espacios, regenerando mentes,
revolucionando espacios, y fue cuando el rock llegó para quedarse. Armando
Blanco nos dice “roquero” es quien se luce en el stage pero el verdadero rocanrolero es quien se la rifa en la vida.
El que sale cada día a trasformar la realidad, ese es el verdadero rocanrolero.
Y lo dice con sustento ya que desde que tiene memoria. Finalmente estábamos
conversando porque me pidió presentar sus tres libros: “20 años de aventuras
Hip70”, “El prisionero del Rock”, “La única manera de hacer dinero, La máquina
de dinero Hip 70”. Al tener que entrar en temas estructurados le tuve que pedir
su bibliográfica y me mando el siguiente relato: «Herman De Witt, nació a
mediados de la década de los cuarenta en la Zona Rosa en la Ciudad de México. Y
nació con el rock, creció con los hippies, tal fue su pasión por la música y la
psicodelia que esta energía lo envolvió, inspirándolo a proponer una cultura
elocuente y nueva. Herman De Witt, defendió y sigue defendiendo, sin lugar a
dudas, la música, la poesía, la armonía, y ese mensaje que amplifica la
conciencia y abre horizontes en defensa por la cultura. Estudió en Ciencias
Políticas en la UNAM, Revelado desde muy joven su inclinación por los
movimientos revolucionarios. Casi niño, con un amigo de la colonia, se fue a
las Vegas Nevada de aventón. De la ciudad Casino, es desterrado un año después,
por un jefe mafioso quien le sugirió regresar a su país con su familia para
terminar sus estudios. Hizo el movimiento del 68, y fue perseguido, eso lo
llevó a fundar la entrañable tienda de Rock and Roll, Hip Setenta (Hipto). Años
más tarde cuando fue obligado a cerrar su tienda se sentó a escribir su primer
libro y después Tito Monterroso le dijo:
—Oye Armando ya échate el segundo, lo
estamos esperando, es tu obligación. Esa motivación lo llevó a escribir sus
siguientes libros. Que diseña, con ayuda de una estudiante, en tercera
dimensión, evocando a Woodstock, que, como él menciona, es el festival más
grande que ha habido.
Por qué dices que hiciese el
movimiento del 68:
-Entré
a la Facultad de Ciencias Políticas porque estaba formado en la fila de Leyes, pero unas muchachonas de minifalda que estaban formada en la de Ciencias
Políticas, me hicieron ojitos y me dijeron: —¡mejor vente para acá, casi no hay
gente!, ¿qué estás haciendo ahí? Y así acabé en Ciencias Políticas. Yo tuve
excelentes maestros como el maestro Casanova, Víctor Flores Olea. Pero era más
lo que nos enseñaban en los pasillos y con los libros que nos dejaban leer y
sobre todo con el espíritu de saber. Era una forma socrática de aprender.
Recuerdo que yo escribía en el suplemento de Huberto Batís, cuando ese
periódico era buena onda y él pegaba mis artículos en la entrada de Filosofía y
Letras, se sentía padrísimo, pero eso ya fue años después. Estar en contracto
con el Alma Mater, es lo que produce las revoluciones, como sucedió en la
revolución francesa
Diana
“La Tato” quien también fue pionera en el Hip Setenta, me platicó que
estuvieron justo en el momento del 68, y ustedes tuvieron que huir, entre ríos
de sangre.
-Si, los tales por cuales, mataron a miles. Y tuvimos que
correr y escondernos, como casi todos. Después su papá los mandó a Cuernavaca,
tenía una súper casa, entre ríos, ese lugar lo había escogido Bárbara Hutton,
muchos años antes, era una colonia de ricachones y habían hecho un lugar
llamado "La Escondida", el papá de mi esposa, hermana de Tato, compró ahí, y
estaba a todo dar, estaba muy padre había un nacimiento el ojo de agua, ahí
vivimos mientras pasaba lo peor del 68.
Después tuve que regresar porque yo trabajaba para la televisión holandesa
desde el 67, me pagaban 100 dólares diarios, que era mucho dinero, y me dieron
el pasaporte holandés para las Olimpiadas del 68. Los periodistas holandeses llegaron
el 3 de octubre, y del aeropuerto nos fuimos a Tlatelolco porque les habían
avisado lo que había pasado. Fuimos después del dos, pero nos corrieron, no
dejaban entrar a nadie; estaba cercado de policías y militares. Había sucedido
la matazón. Lo que paso fue esto: Echeverría le dio un golpe de estado de Díaz
Ordaz. Él era jefe de la policía y había puesto todo, todo, todo listo para
sitiar a Díaz Ordaz. Lo sitió en un rancho en Jalisco. En una semana él tomó el
poder e hizo lo de Tlatelolco, el 2 de octubre. Ellos lo querían hacer desde el
23 de septiembre. Primero hicieron una matazón en el Casco de Santo Tomas en el
Poli, y ya para el dos de octubre el jefe policial ya tenía todo el control de
la policía y así pasó.
¿Tú
eras estudiante de la UNAM?
-Si claro, es que mira lo que sucede es que la Universidad
Autónoma de México es como un paraíso, es una cosa verdaderamente deliciosa y
todos lo que llegan ahí se creen como “la música llegó para quedarse” y echan
anclas, y “voy derecho y no me quito”. Primero empezaron con el Cine Club,
después con la Sociedad de Alumnos, después a la representatividad de su
abuelita, después al Radio Universidad y luego a la Gaceta universitaria; total
que toda su vida y su vejez ahí la pasan y luego ya muertos cuando los sacan
con las patas pa’ delante, ni así se van de la UNAM, porque luego viene la hora
del homenaje, luego la medalla, luego el nombre del teatro. Ese encanto tiene
la UNAM.
Así pasa, y en el 68 sucedieron cosas terribles por
ejemplo la matanza de julio de atrás de Palacio Nacional, en la prepa donde
dicen que derribaron la puerta, no la derribaron, nosotros que estábamos
enfrentito, lo vimos, la puerta quedó colgando, y por ahí se metieron y
sometieron a todos los estudiantes y maestros. Nos disparaban a la cara, la
situación no estaba para juegos de niños. Y todo desembocó el 2 de octubre,
todo lo planearon, todo. Y entonces todo se amoló, e invadieron la Universidad.
Y entraron puros soberanos y todo pa’ allá y nada para acá, ese es el control.
El 2 de octubre yo estaba ahí y escapé. Estaba Oriana Falache arriba estaba con
nosotros, a ella le dispararon en la nalga.
¿Pero
qué hacías ahí?
-Es que nosotros fuimos a una ratonera y no fue nadie del
Consejo de Huelga. Eran puros burócratas, no sabían nada de lo que era el
movimiento social, ni como se articulaba, ni como se hacía, ni qué ímpetu
tenia, ni a quien ayudaba. Te voy a decir que el único que ayudaba era El espíritu de los tiempos. Eso era lo
que nos movía. Entonces ahí en Tlatelolco, cuando estaba a punto de hablar, me
apuntó un soldada con un arma, así con la rodilla al piso, entonces le mostré
la palma de mi mano y nos dijo que pasáramos con las dos niñas con las que yo
iba. Y así escapamos. Y fue cuando puse el Hip Setenta que era una trinchera disfrazada
de tienda. Porque en ese entonces, ceñirse al espíritu del rock era la única
manera de salvarse.
El primer Hip Setenta.
Entonces pusiste una trinchera llamada “disquera” en la plaza
comercial Minimax.
-Sí, me propusieron poner un negocio para olvidar todo ese
vericueto del 68, y puse mi tienda para jóvenes donde vendía colgajos,
guaraches y discos. Y ¡wooow! dos millónes de discos vendí. Era una plaza en San
Ángel donde iban puros niños popis y
llegaban a comprar discos con mucho dinero y emoción. Entonces entendí los
intereses y me fui a Estados Unidos por discos y, ahí, vi que empezaban a
crecerles el pelo a los hippies, y así fue como nos salvamos de ir a la
peluquería. Y de ahí pa’l real. Y ahí descubrí más sobre el rock, los
instrumentos y cómo se iban haciendo los súper grupos, los que tocaron en
Woodstock. Entonces yo importaba discos y después llegaron las tocadas de los
hippies y yo iba por los discos cada quince días.
De la primera tienda a la segunda
cómo pasaste
-Me
echaron de la primera, había un cuate hijo de la…, que tenía elefantes en su
casa que mataba y él se empeñó en sacarme. En el segundo Hip, nació porque
encontré un local que estaba por ahí cerca, en Insurgentes Sur, lo arreglamos y
lo llenamos de discos. Llegaba la pura banda, desde lo ricachones del Pedregal
hasta los de los barrios más rascuaches, todos querían rock. Traíamos grupos
como Canned Heat, como Sunny Land, toda era música en vivo.
Tato la hermana de mi esposa, se convirtió en la principal promotora de grupos,
se iba a los Ángeles a cada rato a traer grupos. Ahí tocaron por primera vez
los el Dangerous Rythm a quienes les
produjimos su primer disco con portada del pintor Mario Catalá que se había
afilado los colmillos para parecer drácula. Aquí tengo su dibujo original,
también promovimos a Ochoa y Kenny. Y así fuimos armándola, tocaba Size, y Sacabotas blues Band, también tocaba el Tree soul in my mind, los Dug Dugs, El Árbol la Maldita Vecindad y
muchos otros, a quienes les dábamos chance y luego se volvieron famosos, como
Sombrero Verde que después fue Maná. Éramos una banda que nos temían, nada de
eso estaba permitido, siempre bajo la mira de la tira. ¡Qué fastidio! Pero la
onda se había vuelto de primera, llegaban las chavitas super arregladas y
hasta se peleaban en los baños. Ahora me encuentro aristas y empresarios,
directores de museos y gente importante, hasta médicos que fueron niños Hip 70,
es una gran satisfacción. En ese entonces aprendí a hacer carteles y los
pegábamos en las paredes con engrudo, no estaba permitido, lo hacíamos en las
madrugadas y tapizábamos casi toda la ciudad. La gente de
gobierno siempre estaban irritados con nosotros, vivíamos en una sociedad
infame que aplastaba cualquier brote de creatividad; vivían confundiendo las
artes con la rebeldía, no sabían que este movimiento nuestro se trataba del
despertar, para ellos, salir a la calle y expresar, invadía su tos y sus
temores más profundos.
¿Y aquel mafioso del que hablabas
en Las Vegas?
-Pues
si él me regresó a mi casa para que terminara mis estudios y todo eso. A pesar
de ser mafioso tenían palabra de honor y vio por mí, supo que yo era solo un
niño. Pero relacionando esto con mi desarrollo, se puede decir que yo aprendí
de los hippies que quiere decir hipster,
que viene de Norman Meyer y todo ese grupo y era un grupo de jóvenes
despreocupados que no se metían con el gobierno, fue cuando se crean las
bibliotecas libres y se hacen las ciudades artísticas. Y los cuates estos iban por ejemplo a una reunión, a una fiesta, y cantaban y bailaban. Entonces esta
generación se volvió como una crema y nata de la cultura de los sesentas y
setentas. Ponían posters en la calle, de Hendrix
y Janis, invitaban al conocimiento.
Fue un tiempo en que se le dio mucho auge a la cultura, fue cuando hubo una
campaña contra la Guerra de Vietnam y aquí en México el movimiento de 68, y el
gobierno comenzó a reprimir. Estos hipsters,
vagando en buenas convicciones llegaron a la isla de Ibiza y hacían sus fiestas
y reunían a pintores y escritores y en todos lados empezaba a suceder
movimientos como este, sobre todo con los muchachos de las universidad, en
Estados Unidos es lo que se llamaba el poder blanco, pero cada día los
encadenan más, los sofocan más, los programan para dejar de ser creativos.
Porque la onda viene cuando hay buena onda.
Platícanos
de tu programa de radio.
-Trabajé con una persona muy culta, que hacía muy bien los
programas de radio, era Agustín Romo Ortega. Ese muchachón llegaba yo con el
programa en la mente y se lo echaba de volada y nos salía muy bien. Duró mucho,
se transmitía en Radio Capital y también estábamos en radio 590, que era la
Pantera. Éramos unos
chamacos que nos gustaba divertirnos. En el radio no había música para
nosotros, y nosotros hicimos nuestra propia música, nuestra propia estación de
radio y surgió la idea en Hip Setenta porque estaban prohibidos los eventos.
Al ir charlando Armando irrumpe la conversación: —Sabes que la canción de Let it be, la escribió Lennon en
Huautla,
¿Por qué lo dices?
-Porque
cuando estas viajando en psilocibina a veces te puedes poner muy nervioso o con
algunos frikis, pero hay un voz, la
voz de María Sabina que era una maga, pero solo usaba humos y hierbas, ella no
entendía sobre la psicodelia, ella la provocaba y nunca entendió a Hendrix. Lo
que si es que, cuando algunas personas estaban teniendo un mal viaje, ella decía
al oído: —déjalo ser, relájate, déjalo ser, Es lo mismo que Let it be... Entiendes, déjalo ser, déjalo
que fluya y después viene la frase Speaking
words of wisdom…. Es esa voz
de Dios que da sabiduría, que te viene cuando “lo dejas ser”. Lástima que en México
nadie entendió a nuestra gran chamana, murió incomprendida, y muchas veces fue
golpeada por la tira, ella nunca entendió por qué era perseguida. Lo que ella hacia daba a la gente de mente
estrecha la posibilidad de trascender las limitaciones de la materia, el
tiempo, el espacio y la causalidad lineal, pero cómo iban a entender, si con
trabajos entendían la energía del rock.
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