viernes, 18 de septiembre de 2020

Un encuentro con el Hip Setenta en el dos mil diecisiete

Entrevista con Armando Blanco
Por: Marcela Magdaleno Deschamps
Editora e Investigadora mexicana
El rock nos reconecta con una experiencia intuitiva personal de la naturaleza y nos recupera. Vivir en el rock es trastornar hábitos de pensamiento profundamente arraigados hacerlos a un lado o reventarlos necesitamos urgentemente encontrar métodos para restablecer nuestro sentido consiente de conexión con la naturaleza viva. ¡Electrificarnos!, eso es el rock.

En un ambiente bastante underground, característico de la Pulquería Insurgentes, que liderea el periodista, editor de la revista Generación, ahora Regeneración, Carlos Martínez Rentería, presentamos los tres libros de Armando Blanco la leyenda del rock en México, Armando es sobrino del gran periodista Roberto Blanco Moheno quien desde un inicio le incitó a escribir sus memorias para recuperar la memoria histórica del rock. Los títulos de los capítulos del primer libro son de canciones y momentos de los 60 y 70, por ejemplo: El secreto está en los discos, family dog, El viaje, Jim Morrison, Bob Dylan, Kamasutra, Hambalaya, Incienso y menta, Bangladesh George Harrison, Dark side of the moon. Quizá muchos jóvenes que lean esto no estén familiarizados, pero en aquella época esto era" la neta del planeta".

En los años sesenta; el ojo que todo lo ve, se abrió y simultáneamente en Francia, Rusia, Eslovenia, México, quienes estaban suficientemente conectados a la pulsación de la naturaleza reaccionaron ante una oleada energética que traspasó la biosfera y provocó un despertar de conciencia, con ella surgieron las rupturas de paradigmas, una sed por conocer más sobre la psiquis, el universo onírico y los mundos paralelos y el camino de las almas; con este resplandor irrumpieron los colores, la falda corta y las pestañas postizas, los requintos y la sicodelia, los ritmos africanos y las citaras brahmánicas. En la literatura los jóvenes se comenzaron a interesar en las historias de Lobsang Rampa  Krishnamurti, los protocolos de Sion; en México los escritores de la Onda iniciaban su batalla contracultural.

Sin embargo había, como siempre hay, un sector de ideas radicales, un grupos de seres amorfos guiados solo por el dinero, el poder y las leyes rancias; aquellos que prácticamente gobernaban y gobiernan el mundo, quienes no quieren que nada se mueva, y hasta parece que tienen un regidor siniestro que ordena que nadie salga de su órbita para poder controlar más fácilmente las mentes. Pero en la época en que nos vamos a ubicar en esta breve narración, y como nos dice Armando Blanco, era un tiempo cuando iba a entrar la era de acuario, pero algo sucede y se pandea el universo y la energía cósmica salpicó en las mentes más sensibles para estimular de preguntas y creatividad  las atmósferas aburridas y controladoras de una época que ya no podía sostener tanta solemnidad absurda. Gran parte de esta energía se gestaba en el interior de las universidades, donde circulaban libros ilícitos y peligrosos algunos de color rojo otros, negros con violeta, misma información que circulaba clandestinamente, pero llegó el momento en que a esta nueva generación dejó de importarles poco, levantar sospechas, lo único que buscaban era libertad. ¿Cómo detener a estas aves de fuego sin tener la experiencia ni los protocolos necesarios para sofocar?  El miedo, inducir una ola de miedo para atormentar conciencias y con ello, crear una maquinaria de guerra para aniquilar cualquier indicio exacerbado de pensamiento; mucho antes de que se dieran las relaciones sexuales abiertas y se conociera el auténtico efecto del verdadero LCD o de la psilocibina, estas mentes ya estaba fecundando otros suelos más fértiles, lúdicos, y a pesar de la ola represiva que vino por todos los horizontes del planeta, una parte de estas alas libertarias quedó suspendida en cielos abiertos y de sus plumas brotó una música extraña que sacudió el alma trascendiendo tiempos y espacios, regenerando mentes, revolucionando espacios, y fue cuando el rock llegó para quedarse. Armando Blanco nos dice “roquero” es quien se luce en el stage pero el verdadero rocanrolero es quien se la rifa en la vida. El que sale cada día a trasformar la realidad, ese es el verdadero rocanrolero. Y lo dice con sustento ya que desde que tiene memoria. Finalmente estábamos conversando porque me pidió presentar sus tres libros: “20 años de aventuras Hip70”, “El prisionero del Rock”, “La única manera de hacer dinero, La máquina de dinero Hip 70”. Al tener que entrar en temas estructurados le tuve que pedir su bibliográfica y me mando el siguiente relato: «Herman De Witt, nació a mediados de la década de los cuarenta en la Zona Rosa en la Ciudad de México. Y nació con el rock, creció con los hippies, tal fue su pasión por la música y la psicodelia que esta energía lo envolvió, inspirándolo a proponer una cultura elocuente y nueva. Herman De Witt, defendió y sigue defendiendo, sin lugar a dudas, la música, la poesía, la armonía, y ese mensaje que amplifica la conciencia y abre horizontes en defensa por la cultura. Estudió en Ciencias Políticas en la UNAM, Revelado desde muy joven su inclinación por los movimientos revolucionarios. Casi niño, con un amigo de la colonia, se fue a las Vegas Nevada de aventón. De la ciudad Casino, es desterrado un año después, por un jefe mafioso quien le sugirió regresar a su país con su familia para terminar sus estudios. Hizo el movimiento del 68, y fue perseguido, eso lo llevó a fundar la entrañable tienda de Rock and Roll, Hip Setenta (Hipto). Años más tarde cuando fue obligado a cerrar su tienda se sentó a escribir su primer libro y después Tito Monterroso le dijo:
—Oye Armando ya échate el segundo, lo estamos esperando, es tu obligación. Esa motivación lo llevó a escribir sus siguientes libros. Que diseña, con ayuda de una estudiante, en tercera dimensión, evocando a Woodstock, que, como él menciona, es el festival más grande que ha habido.

Por qué dices que hiciese el movimiento del 68:

-Entré a la Facultad de Ciencias Políticas porque estaba formado en la fila de Leyes, pero unas muchachonas de minifalda que estaban formada en la de Ciencias Políticas, me hicieron ojitos y me dijeron: —¡mejor vente para acá, casi no hay gente!, ¿qué estás haciendo ahí? Y así acabé en Ciencias Políticas. Yo tuve excelentes maestros como el maestro Casanova, Víctor Flores Olea. Pero era más lo que nos enseñaban en los pasillos y con los libros que nos dejaban leer y sobre todo con el espíritu de saber. Era una forma socrática de aprender. Recuerdo que yo escribía en el suplemento de Huberto Batís, cuando ese periódico era buena onda y él pegaba mis artículos en la entrada de Filosofía y Letras, se sentía padrísimo, pero eso ya fue años después. Estar en contracto con el Alma Mater, es lo que produce las revoluciones, como sucedió en la revolución francesa

Diana “La Tato” quien también fue pionera en el Hip Setenta, me platicó que estuvieron justo en el momento del 68, y ustedes tuvieron que huir, entre ríos de sangre.

-Si, los tales por cuales, mataron a miles. Y tuvimos que correr y escondernos, como casi todos. Después su papá los mandó a Cuernavaca, tenía una súper casa, entre ríos, ese lugar lo había escogido Bárbara Hutton, muchos años antes, era una colonia de ricachones y habían hecho un lugar llamado "La Escondida", el papá de mi esposa, hermana de Tato, compró ahí, y estaba a todo dar, estaba muy padre había un nacimiento el ojo de agua, ahí vivimos  mientras pasaba lo peor del 68. Después tuve que regresar porque yo trabajaba para la televisión holandesa desde el 67, me pagaban 100 dólares diarios, que era mucho dinero, y me dieron el pasaporte holandés para las Olimpiadas del 68. Los periodistas holandeses llegaron el 3 de octubre, y del aeropuerto nos fuimos a Tlatelolco porque les habían avisado lo que había pasado. Fuimos después del dos, pero nos corrieron, no dejaban entrar a nadie; estaba cercado de policías y militares. Había sucedido la matazón. Lo que paso fue esto: Echeverría le dio un golpe de estado de Díaz Ordaz. Él era jefe de la policía y había puesto todo, todo, todo listo para sitiar a Díaz Ordaz. Lo sitió en un rancho en Jalisco. En una semana él tomó el poder e hizo lo de Tlatelolco, el 2 de octubre. Ellos lo querían hacer desde el 23 de septiembre. Primero hicieron una matazón en el Casco de Santo Tomas en el Poli, y ya para el dos de octubre el jefe policial ya tenía todo el control de la policía y así pasó.

¿Tú eras estudiante de la UNAM?

-Si claro, es que mira lo que sucede es que la Universidad Autónoma de México es como un paraíso, es una cosa verdaderamente deliciosa y todos lo que llegan ahí se creen como “la música llegó para quedarse” y echan anclas, y “voy derecho y no me quito”. Primero empezaron con el Cine Club, después con la Sociedad de Alumnos, después a la representatividad de su abuelita, después al Radio Universidad y luego a la Gaceta universitaria; total que toda su vida y su vejez ahí la pasan y luego ya muertos cuando los sacan con las patas pa’ delante, ni así se van de la UNAM, porque luego viene la hora del homenaje, luego la medalla, luego el nombre del teatro. Ese encanto tiene la UNAM.

Así pasa, y en el 68 sucedieron cosas terribles por ejemplo la matanza de julio de atrás de Palacio Nacional, en la prepa donde dicen que derribaron la puerta, no la derribaron, nosotros que estábamos enfrentito, lo vimos, la puerta quedó colgando, y por ahí se metieron y sometieron a todos los estudiantes y maestros. Nos disparaban a la cara, la situación no estaba para juegos de niños. Y todo desembocó el 2 de octubre, todo lo planearon, todo. Y entonces todo se amoló, e invadieron la Universidad. Y entraron puros soberanos y todo pa’ allá y nada para acá, ese es el control. El 2 de octubre yo estaba ahí y escapé. Estaba Oriana Falache arriba estaba con nosotros, a ella le dispararon en la nalga.

¿Pero qué hacías ahí?

-Es que nosotros fuimos a una ratonera y no fue nadie del Consejo de Huelga. Eran puros burócratas, no sabían nada de lo que era el movimiento social, ni como se articulaba, ni como se hacía, ni qué ímpetu tenia, ni a quien ayudaba. Te voy a decir que el único que ayudaba era El espíritu de los tiempos. Eso era lo que nos movía. Entonces ahí en Tlatelolco, cuando estaba a punto de hablar, me apuntó un soldada con un arma, así con la rodilla al piso, entonces le mostré la palma de mi mano y nos dijo que pasáramos con las dos niñas con las que yo iba. Y así escapamos. Y fue cuando puse el Hip Setenta que era una trinchera disfrazada de tienda. Porque en ese entonces, ceñirse al espíritu del rock era la única manera de salvarse.

El primer Hip Setenta.

Entonces pusiste una trinchera llamada “disquera” en la plaza comercial Minimax.

-Sí, me propusieron poner un negocio para olvidar todo ese vericueto del 68, y puse mi tienda para jóvenes donde vendía colgajos, guaraches y discos. Y ¡wooow! dos millónes de discos vendí. Era una plaza en San Ángel donde iban puros niños popis y llegaban a comprar discos con mucho dinero y emoción. Entonces entendí los intereses y me fui a Estados Unidos por discos y, ahí, vi que empezaban a crecerles el pelo a los hippies, y así fue como nos salvamos de ir a la peluquería. Y de ahí pa’l real. Y ahí descubrí más sobre el rock, los instrumentos y cómo se iban haciendo los súper grupos, los que tocaron en Woodstock. Entonces yo importaba discos y después llegaron las tocadas de los hippies y yo iba por los discos cada quince días.

De la primera tienda a la segunda cómo pasaste

-Me echaron de la primera, había un cuate hijo de la…, que tenía elefantes en su casa que mataba y él se empeñó en sacarme. En el segundo Hip, nació porque encontré un local que estaba por ahí cerca, en Insurgentes Sur, lo arreglamos y lo llenamos de discos. Llegaba la pura banda, desde lo ricachones del Pedregal hasta los de los barrios más rascuaches, todos querían rock. Traíamos grupos como Canned Heat, como Sunny Land, toda era música en vivo. Tato la hermana de mi esposa, se convirtió en la principal promotora de grupos, se iba a los Ángeles a cada rato a traer grupos. Ahí tocaron por primera vez los el Dangerous Rythm a quienes les produjimos su primer disco con portada del pintor Mario Catalá que se había afilado los colmillos para parecer drácula. Aquí tengo su dibujo original, también promovimos a Ochoa y Kenny. Y así fuimos armándola, tocaba Size, y Sacabotas blues Band, también tocaba el Tree soul in my mind, los Dug Dugs, El Árbol la Maldita Vecindad y muchos otros, a quienes les dábamos chance y luego se volvieron famosos, como Sombrero Verde que después fue Maná. Éramos una banda que nos temían, nada de eso estaba permitido, siempre bajo la mira de la tira. ¡Qué fastidio! Pero la onda se había vuelto de primera, llegaban las chavitas super arregladas y hasta se peleaban en los baños. Ahora me encuentro aristas y empresarios, directores de museos y gente importante, hasta médicos que fueron niños Hip 70, es una gran satisfacción. En ese entonces aprendí a hacer carteles y los pegábamos en las paredes con engrudo, no estaba permitido, lo hacíamos en las madrugadas y tapizábamos casi toda la ciudad. La gente de gobierno siempre estaban irritados con nosotros, vivíamos en una sociedad infame que aplastaba cualquier brote de creatividad; vivían confundiendo las artes con la rebeldía, no sabían que este movimiento nuestro se trataba del despertar, para ellos, salir a la calle y expresar, invadía su tos y sus temores más profundos.

¿Y aquel mafioso del que hablabas en Las Vegas?

-Pues si él me regresó a mi casa para que terminara mis estudios y todo eso. A pesar de ser mafioso tenían palabra de honor y vio por mí, supo que yo era solo un niño. Pero relacionando esto con mi desarrollo, se puede decir que yo aprendí de los hippies que quiere decir hipster, que viene de Norman Meyer y todo ese grupo y era un grupo de jóvenes despreocupados que no se metían con el gobierno, fue cuando se crean las bibliotecas libres y se hacen las ciudades artísticas. Y los cuates estos iban por ejemplo a una reunión, a una fiesta, y cantaban y bailaban. Entonces esta generación se volvió como una crema y nata de la cultura de los sesentas y setentas. Ponían posters en la calle, de Hendrix y Janis, invitaban al conocimiento. Fue un tiempo en que se le dio mucho auge a la cultura, fue cuando hubo una campaña contra la Guerra de Vietnam y aquí en México el movimiento de 68, y el gobierno comenzó a reprimir. Estos hipsters, vagando en buenas convicciones llegaron a la isla de Ibiza y hacían sus fiestas y reunían a pintores y escritores y en todos lados empezaba a suceder movimientos como este, sobre todo con los muchachos de las universidad, en Estados Unidos es lo que se llamaba el poder blanco, pero cada día los encadenan más, los sofocan más, los programan para dejar de ser creativos. Porque la onda viene cuando hay buena onda.

Platícanos de tu programa de radio.

-Trabajé con una persona muy culta, que hacía muy bien los programas de radio, era Agustín Romo Ortega. Ese muchachón llegaba yo con el programa en la mente y se lo echaba de volada y nos salía muy bien. Duró mucho, se transmitía en Radio Capital y también estábamos en radio 590, que era la Pantera. Éramos unos chamacos que nos gustaba divertirnos. En el radio no había música para nosotros, y nosotros hicimos nuestra propia música, nuestra propia estación de radio y surgió la idea en Hip Setenta porque estaban prohibidos los eventos.

Al ir charlando Armando irrumpe la conversación: —Sabes que la canción de Let it be, la escribió Lennon en Huautla,

¿Por qué lo dices?

-Porque cuando estas viajando en psilocibina a veces te puedes poner muy nervioso o con algunos frikis, pero hay un voz, la voz de María Sabina que era una maga, pero solo usaba humos y hierbas, ella no entendía sobre la psicodelia, ella la provocaba y nunca entendió a Hendrix. Lo que si es que, cuando algunas personas estaban teniendo un mal viaje, ella decía al oído: —déjalo ser, relájate, déjalo ser, Es lo mismo que Let it be... Entiendes, déjalo ser, déjalo que fluya y después viene la frase Speaking words of wisdom…. Es esa voz de Dios que da sabiduría, que te viene cuando “lo dejas ser”. Lástima que en México nadie entendió a nuestra gran chamana, murió incomprendida, y muchas veces fue golpeada por la tira, ella nunca entendió por qué era perseguida. Lo que ella hacia daba a la gente de mente estrecha la posibilidad de trascender las limitaciones de la materia, el tiempo, el espacio y la causalidad lineal, pero cómo iban a entender, si con trabajos entendían la energía del rock.

 

 


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