domingo, 2 de febrero de 2020

El Juego de la Presidencia



por: Blanca Nieves Palacios Barreda

Ante cualquier juego deportivo y de cualquier otra naturaleza, siempre habrá un ganador y un perdedor, y suele ocurrir, que existe inconformidad manifestada por el perdedor; en ocasiones no pasa de un simple enojo, frustración, o desacuerdo, para finalmente aceptar la derrota y buscar la tan conocida revancha.

Pero también ha habido ocasiones en que, trátese del juego que se trate, la negación a aceptar la derrota, rebasa la razonable y debida aceptación, transformándose en una ira incontenible, de fatales consecuencias; esto ha venido siendo recurrente en los juegos de fútbol, o en las carreras de caballos, desatándose las pasiones de los seguidores y fanáticos de algún equipo, y todo porque generalmente hay dinero de por medio, dejando de lado aquel lema deportivo de: “mente sana, en cuerpo sano”.


Las consecuencias, si bien, en ocasiones son de mucha gravedad, se circunscribe solo a un sector de la sociedad, no siendo de mayor importancia para el resto que, no dejando de lamentar el que haya pérdidas de vida por un juego o una carrera, se limita a criticar la falta de vigilancia policíaca y, la ausencia de responsabilidad de los organizadores en esos eventos.

En las elecciones electorales, en los que la ciudadanía elige a sus gobernantes, principalmente al presidente de la República, se presenta el mismo fenómeno, hay inconformes y divisiones hasta en las familias, cuando el candidato de su preferencia no sale electo para ocupar esos relevantes puestos; aquí convergen intereses de diversa índole, siendo el principal el que no se verán favorecidos en la obtención de oportunidades de ocupar cargos de importancia, que les serán redituados con unos muy buenos salarios y la posibilidad de, mediante negocios hacer grandes fortunas.


En México, tras 8 décadas de gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), y del Partido de Acción Nacional (PAN), en los que sentó sus reales la corrupción, el autoritarismo, la represión y la impunidad, el que un político, de origen tabasqueño y que años atrás renunciara al PRI, junto con el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas Solorzano y otros correligionarios, se diera a la tarea de recorrer el país durante aproximadamente 18 años, en aras de llegar a ocupar la presidencia de la República y denunciar que: la pobreza de más de 50 millones de mexicanos se debía a la enorme corrupción imperante, mantenida y sostenida por el contubernio entre políticos y empresarios a los que llamo: “la mafia del poder”, a la cual combatiría, agregando en su discurso que, “por el bien de México, primero los pobres”, le valió el haber obtenido 30 millones de votos, suficientes para lograr su objetivo y sentarse en la silla presidencial.


Por supuestos las opiniones se dividieron, y quienes veían en riesgo sus privilegios, no han dejado pasar oportunidad para denostar y criticar acremente al presidente Andrés Manuel López Obrador; el mismo presidente, ha incurrido en el error, de más que unificar a la sociedad la ha dividido, con sus reiterados adjetivos tanto a periodistas, a quienes califica de “chayoteros”, como a ciudadanos de, “fifi””, por criticar muchas de sus acciones y no formar parte de sus fieles seguidores.




Sin duda, una de las mayores responsabilidades de un presidente es, ganarse la confianza y el respeto de la ciudadanía, y ser congruente entre su decir y hacer; muchas acciones en beneficio
de los sectores más marginados, le han sido aplaudidos, no así otras, que, sin dar una debida explicación las impone, basado en sus decisiones personales, lo que ha originado la separación de algunos de los miembros de su gabinete.

La más reciente decisión tomada, muy a la ligera, es el anuncio hecho en su conferencia “mañanera”, en relación con la venta del avión presidencial, adquirido por el ex presidente Felipe Calderón al final de su sexenio, y disfrutado por su predecesor, el ex presidente Enrique Peña Nieto, ante las pocas posibilidades de la venta dijo que: “podría ser rifado, a través de la Lotería Nacional, con una emisión de 6 millones de boletos a $500.00 pesos c/u.


En la misma conferencia de prensa “mañanera”, los periodistas no dejaron de reír ante semejante propuesta y, por supuesto, la vox populi a través de las redes cibernéticas, ha hecho toda una burla del presidente ante tal despropósito.

La decisión muy criticada, de retirar el avión de Victorville, California y regresarlo aquí a México era para no seguir pagando por su estadía y exhibición en ese lugar, pues ya se habían pagado 30 millones de dólares, pero la cosa no es ni de juego, ni de risa, ni de broma, porque este es problema de todos los mexicanos, que estamos pagando por ello y, estar metidos en este embrollo es responsabilidad de los ex presidentes, Calderón y Peña Nieto, porque el avión presidencial de super lujo, fue adquirido por BANOBRAS, por orden de Calderón en, 218.7 millones de dólares, para, arrendarlo al gobierno de Peña Nieto por 15 años, (mismos que no estaría en el gobierno) y con la obligación de seguir pagándolo hasta el año, 2027.


Al 2019, habíamos pagado los mexicanos, a deuda, más intereses, 96.5 millones de dólares y nos resta por pagar, 143.4 millones de dólares; difícil ha resultado vender semejante avión al que además Peña Nieto le invirtió, 80 millones de dólares más, para…acondicionarlo a su gusto y placer.

Al decir de los conocedores, dicho avión presidencial, no podrá venderse a más de 144 millones de dólares; es de considerarse la desesperación del presidente AMLO, en darle avión, a ese avión.

La enorme irresponsabilidad de ambos ex presidentes tiene un costo y deben ser ellos los que la paguen y no nosotros los ciudadanos mexicanos, que con trabajos viajamos en camión.

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