PSICOLOGÍA
Guía Rápida
para cumplir propósitos de Año Nuevo
Por: Psic. Gretel Canseco
Vivimos en la era de las
“Recetas de Cocina”, en la que quisiéramos tener un paso-a-paso para cada reto
que nos presenta la vida sin embargo, la transformación personal implica un
profundo cambio interior. Si esa es tu intención, entonces ¡este artículo es
para ti!
Bajar de peso, comer más sano,
ahorrar, viajar, inscribirme en el gym… Estos son los propósitos más comunes y aunque parecieran sencillos, en algún momento nos atoramos. ¿Qué es lo que
sucede? La mente humana tiene una forma muy especial de trabajar y es ahí donde se originan la mayoría de nuestros proyectos. Todo lo que existe fue
imaginado antes.
Pensamiento, palabra, obra y
omisión ¿Te suena conocido? Sin ninguna connotación religiosa, en
la práctica terapéutica, éste es uno de mis pilares básicos para trabajar
cualquier cambio de conducta. Mientras las imágenes dan vueltas en tu cabeza,
les pones nombre, las asocias a ideas, etc. les llamamos pensamiento. Cuando lo
verbalizas, lo escribes o se lo platicas a tu mejor amigo, ya pasó a ser palabra es decir, que ya le depositamos más energía.
En este punto muchas de las ideas mueren, si quieres que sobrevivan necesitas hacer una inversión mucho más grande de energía y llevarlas a la obra. Si las acciones que sustentan tu proyecto dejan de existir caemos en la omisión que, para el caso que nos ocupa, es el único pecado.
En este punto muchas de las ideas mueren, si quieres que sobrevivan necesitas hacer una inversión mucho más grande de energía y llevarlas a la obra. Si las acciones que sustentan tu proyecto dejan de existir caemos en la omisión que, para el caso que nos ocupa, es el único pecado.
Empecemos entonces con un
ejemplo práctico. Mi propósito de año nuevo es “Bajar de peso”. Por mi mente
cruzan conceptos asociados; verme mejor que la vecina guapísima de enfrente, levantarme
a las 4 a.m. a correr 5 kms., lucir un vestido entalladísimo para la boda de mi
prima en abril, tomar el té milagroso de mi tía Juanita, comprar la crema que
anuncian por T.V, no tomar refrescos, acudir con un nutriólogo, pagar masajes
reductivos, etc.
Hasta aquí, no hay un orden
específico, entonces hay que pasarlo al papel y diseñar un plan de acción. Primero
descartaremos todo aquello que nos suene absurdo al leerlo; como las promesas
mágicas de los anuncios. Después identificaremos las prioridades; si yo tengo
algún padecimiento hay que consultar al especialista antes de hacer cambios por
mi cuenta (diabetes, hipertensión, cambios hormonales como la menopausia, un
sobrepeso mórbido, son algunos que podemos tomar en cuenta).
Hay que agregar
plazos realistas a nuestro plan, si en enero no tengo dinero para acudir al
nutriólogo, lo programaré para la primera quincena de febrero, lo registro en
la agenda de mi celular y en el calendario con letras grandes. Ahora, ¿qué hago con mi plan estructurado? Yo
sugiero ponerlo en un lugar visible, por ejemplo en la puerta del refrigerador,
junto a mi cama, en mi pizarrón de
planeación, etc.
Ahora vamos a la obra
directamente. Cuando reciclamos propósitos de años anteriores es porque ya
hemos creado el hábito de no cumplirlos, esto es una programación mental que
necesitamos romper, es decir, hay que interrumpir nuestros procesos automáticos
para ponerlos en marcha de otra manera.
Este año en lugar de procrastinar pondré
manos a la obra desde los primeros días. Hay que llamar al especialista y hacer
la cita, pidiendo que llamen antes para
confirmar (para prevenir un posible olvido).
Haré algunos cambios en mi rutina diaria como disminuir mi consumo de azúcar e incrementar mi actividad física. Si dejo de comprar bebidas embotelladas azucaradas, pan dulce, azúcar refinada para endulzar el té o café y en su lugar compro pequeñas cantidades de fruta o semillas, tendré a la mano alimentos más sanos para cuando baje mi nivel de glucosa en sangre y tenga ese “antojo feroz” a media tarde. Ir al gimnasio dos horas, diarias implica una inversión de tiempo irreal para mí, pero puedo caminar más, mi consultorio queda a unas diez cuadras de mi casa y puedo ir caminando a mis citas.
Haré algunos cambios en mi rutina diaria como disminuir mi consumo de azúcar e incrementar mi actividad física. Si dejo de comprar bebidas embotelladas azucaradas, pan dulce, azúcar refinada para endulzar el té o café y en su lugar compro pequeñas cantidades de fruta o semillas, tendré a la mano alimentos más sanos para cuando baje mi nivel de glucosa en sangre y tenga ese “antojo feroz” a media tarde. Ir al gimnasio dos horas, diarias implica una inversión de tiempo irreal para mí, pero puedo caminar más, mi consultorio queda a unas diez cuadras de mi casa y puedo ir caminando a mis citas.
Todos estos cambios necesitan
realizarse por lo menos 21 días seguidos para poder establecerse en nuestro
cerebro como un nuevo hábito. Es el tiempo que llevan las conexiones
neuronales en fortalecerse y es muy
importante que hagamos uso de nuestra fuerza de voluntad para mantenerlos, ya
que si desistimos caeremos en la omisión y tendremos que empezar de
cero de nuevo.
Las omisiones son peligrosas ya
que si las repetimos constantemente se convierten en hábitos también.
¿Te identificaste en algo con
el ejemplo? De aquí podemos concluir que nuestra guía práctica es:
1)Enuncia claramente tu
propósito.
2)Desglósalo en pasos y ponles
fecha. Es más sencillo alcanzar metas cortas que proponerte algo que desde un
principio suene inalcanzable.
3)Identifica de dónde viene tu
motivación. Si es externa no es una buena motivación (verme mejor que la
vecina). Recuerda que los verdaderos cambios vienen de dentro (tener mejor
salud, gustarme más a mí misma).
4)Destrucción de bloqueos (internos
y externos). Lo más sencillo es cambiar el entorno para adecuarlo a nuestro
propósito (dejar de comprar alimentos azucarados), lo más complicado es cambiar
internamente (si se te dificulta mucho puedes acudir a un profesional para que
te asesore).
5)Recompénsate. Hay un premio
congruente para el trabajo bien hecho (si bajas de peso no te premies con un
helado grande con crema batida, mejor compra unos nuevos jeans que se te vean
fenomenales y que te impulsen a seguir con tu propósito).
6)Maneja positivamente tus
omisiones. Sé comprensivo contigo mismo si en algún momento te sales del plan
por una situación inesperada. Las recriminaciones y el malestar pueden volverse
círculos viciosos. Analiza qué puedes hacer para mejorar tu desempeño en
adelante y aplícalo.
La persona más importante para
ti eres tú mismo, invierte en tu persona, ¡es lo mejor que puedes hacer!.
Si necesitas vitaminas
emocionales contáctame o a tu psicólogo favorito.
Facebook: Gretel Canseco
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