Por: Alejandro Ruíz Robles
EL
ESCENARIO
El pasado martes 19 de marzo, cuyo santoral marcaba en el calendario el
día de “San José”, el Honorable Senado de la República Mexicana fue anfitrión
del Premio “México en tus Manos”, organizado por la Fraternidad Nacional de
Organizaciones Unidas por México y la Dirección General del citado Premio,
encabezada por el maestro Armando Olvera.
En un evento solemne y formal, endulzado con canciones otomíes a cargo de
un coro juvenil del Estado de México, fueron reconocidas con una obra de arte
del artista plástico Julián Marcel, diversas personalidades que por sus
acciones han sido consideradas dignas. Dicha obra consiste en la imagen de un
águila al frente y en reverso se pueden apreciar dos manos que sostienen al
país.
El público ovacionó todo lo ahí presenciado, desde los discursos hasta la música; desde luego, manifestándose activamente en cada momento que se escuchaba la hoja de vida de los premiados. Con cada logro que se leía, entendíamos el motivo para sus nominaciones; la excelencia no sólo era por lo logrado sino por el potencial de su participación en un cívico futuro promisorio y solidario.
No faltó nada durante la ceremonia y eso hizo más efectivo y eficaz el uso del tiempo para un armónico convivio. Al terminar, tras suculentos bocadillos y frescas bebidas todos los asistentes abandonamos el lugar.
Los sentimientos, las emociones y las palabras fueron realmente los adornos de tan grata celebración en la que quedo de manifiesto que las personas de bien, tarde o temprano son reconocidas. En ese sentido, por los que ya lo han recibido o por los que lo harán, realmente espero que nunca falten personas de buena voluntad que procuren dar a otros un poco de afecto a través de algo simbólico que les muestre agradecimiento por lo que han aportado y sobre todo, los incentive a seguir así. Esto sería como lo canta Louis Amstrong: “un mundo maravilloso” (what a wonderful world, Bob Thiele y George David Weiss, 1967).
Al volver a casa, me quedé con una inquietud, si todos los mexicanos fuéramos reconocidos por ser buenas personas y profesionales, ¿dónde estaríamos como país?
EL INDÍCE
Retomando los logros de los ahí premiados y la cara de satisfacción que
mostraban, nos percatamos de las vicisitudes superadas y del valor que tuvieron
para hacerlo. Nadie como cada uno de ellos para conocer y saber lo que les ha
costado su esfuerzo; no obstante, es básico suponer que no ha sido fácil y ni
pretender adivinar lo que les falta.
“¡Deberías escribir un libro!” Era una expresión común que
escuchábamos en los pasillos, a lo que la mayoría de los premiados atendían con
alegría, pero se mostraban contrariados de sumar otra tarea a su andar.
Un amigo que estaba ahí se río al escuchar esto y me comentó entre cuchicheos que la gente no sé da cuenta que todos somos libros abiertos a los que podemos adentrarnos e incluso, es lindo cuando cada capítulo se abre en un alma distinta. Sin duda somos libros en proceso o bien, enciclopedia de múltiples tomos, cuyo contenido escribimos con conocimiento y principios. Si es o no el texto más vendido dependerá del mercado que muestre interés en él y en esta vida, únicamente lo seremos como personas cuando seamos seres de valor y con valores.
Ni hablar del género, ya que aun cuando pretendiéramos que fuera por sí sólo narrativo, lírico, poético, dramático o didáctico, sabemos que somos tan imperfectos que estarían por demás mezclados. Seguro que no somos William Shakespeare o Pablo Neruda, pero no habría duda alguna de que se hará presente el corazón en nuestro estilo.
Alguna vez escuché que tanto la letra como la forma de redactar y el contenido, dicen más de nosotros que del mensaje que pretendemos escribir y sin duda que esto es cierto; sin embargo, por más que imagino esa identidad en el texto, me cuestiono: ¿qué tanto podemos dejar de ser nosotros? , ¿hay lugar en nuestra vida para los escritores fantasmas? Es decir, si entendemos que éstos son los que cobran por su trabajo sin recibir ningún crédito por escribirlo, ¿habrá quien renuncie a su vida por hacer lo que otros le dicen o disponen de su actuar?
En fin, si algo tiene este mundo son personas que influyen en nuestras
vidas, positiva o negativamente; en ese orden de ideas, en el libro de tu vida,
¿con
cuántas almas se escribiría el índice?
EL EJEMPLO
Conforme tuve la oportunidad de intercambiar palabras con los
reconocidos, éstos me comentaban que se sentían agradecidos por la
consideración que les proferían. Ya fuera con palabras, risas, sonrisas, gestos
o lágrimas, las emociones mostraban un punto vulnerable de ellos.
Es curioso, pero ninguno alcanzaba a señalar con exactitud la razón
específica de su nominación; la razón era simple, su presente galardonado es la
suma de todos los esfuerzos, sacrificios y escalones alcanzados a cada paso.
“Nunca perseguí la gloria, ni dejar en la memoria de los hombres mi canción, ” pareciera ser el texto de Antonio Machado -que en voz de Joan Manuel Serrat nos transmitió en “Cantares”–, la manifestación que todos querían realizar y con ello, quizás, justificar que no tenían palabras que decir. Resulta obvio señalar el orgullo de los asistentes por sus amigos, parientes o conocidos que se acercaban al podio al ser nombrados y más, cuando ponían su semblanza en pantalla.
No hay palabras que decir en el caso de quienes alzaban su premio con
entusiasmo ni para los acompañantes que se soñaban con la ilusión de algún día
recibir el suyo.
Reflexionando un poco, quizás esto sea lo más relevante de esa tarde, la trascendencia del reconocimiento en la gente que los mira como ejemplo; saber que basta ser la mejor versión de cada uno de nosotros para aspirar a tener un lugar especial entre las personas que integran nuestro entorno.
Bien dicen que las personas de calidad hacen cosas de valor y no cabe
duda de que cuando su ejemplo cunde, no hay lugar para reproches o malas
vibras; por el contrario, surgen más personas que toman los roles de albañiles,
constructores, inversionistas, diseñadores, en fin, contribuyentes para cimentar
y edificar el presente que queremos vivir.
Si todos estuviéramos más interesados en ser positivos y dar lo mejor de nuestro ser, seguramente, tendríamos un mundo lleno de personas reconocidas y no necesitaríamos héroes, iluminados o caudillos que de manera abrupta o por la fuerza quisieran cambiar la realidad por sus sueños, que pretenden que sean los de la mayoría, ni atendiendo a intereses que no corresponden más que a los de una élite.
De creer en un mejor lugar, ¿alguna vez has pensado que en México pudiera haber 130 millones de personas galardonadas por su valor y su valer social?
¿REALMENTE ES PREMIO?
Conviene destacar que al concluir la entrega de las preseas, su director
comentó a los asistentes que no era gratuito, toda vez había una
contraprestación, la cual consistía en seguir trabajando por México. Esto que
para algunos pudiera parecer pretencioso es cierto; toda vez que en muchas
ocasiones sentimos que ya hemos llegado a la meta planeada, sin percatarnos que
nos falta mucho más esfuerzo para avanzar y así sucesivamente.
Dar lo máximo, se convierte en una forma de vida y alcanzar la plenitud, lejos de ser un punto lejano se convierte en constancia, disciplina y astucia. De tal manera, que el esfuerzo es constante y a pesar de estar saciada en un momento, el hambre de seguir alimentándonos de los sueños realizados es nuestro día a día.
Al ver la cara de los premiados, durante esas palabras, hubo algunos que se cuestionaron sobre la contraprestación a cubrir y una vez que la escucharon sonrieron con alegría. Continuar dando lo mejor de sí para su comunidad en reciprocidad a la libertad, armonía y satisfactores que ésta les ha compartido.
En ese sentido, si sabemos que, al contribuir como ciudadano, hijo, esposo, hermano, en fin, bajo cualquier rol, genera una sonrisa de satisfacción para quien la recibe y para nosotros, la tranquilidad es en nuestro ser y ¿cuál es la razón para no hacerlo una forma de vida?
Si el precio a pagar es seguir en la línea del esfuerzo con la pretensión
de colaborar con su entorno, estaremos en camino de entender y atender a algo
muy simple: “LA
GRANDEZA DE UN PAÍS ESTÁ EN LA GRANDEZA DE SU GENTE”.
Posdata: Ecos del Premio “México en tus Manos”:
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