Si
hay una constante en la vida, es que cada instante que tenemos es una
oportunidad para hacerla única, maximizar la experiencia y enriquecer nuestra
memoria.
Quizás
los momentos que más disfrutamos a plenitud por la actitud de aprendizaje y
convivencia es cuando estábamos en la escuela; basta recordar que ahí acudimos usualmente
en nuestra niñez y juventud y lo hacíamos abiertos no sólo al conocimiento,
sino a cualquier circunstancia que nos llenara de motivación, alegría, en fin,
de energía.
Era
tal nuestra actitud que desafiamos cualquier reto por más ilógico que fuera y confrontábamos
cualquier lógica con nuestro actuar; de hecho, no presumíamos de una actitud
científica para razonar lo que pasaba, únicamente deseamos maximizar cualquier
situación que nos generara satisfacción.
Es
curioso, pero a pesar del “no lo hagas” de los que fuimos advertidos, tal
pareciera que se trataban de vítores o fanfarrias que nos animaban a hacerlo.
Durante
esa etapa los límites conocidos pasaron a ser cuestionados por nuestra visión
romántica y nuestra tarea de cada día se convirtió en buscar sonrisas sin
importar sus consecuencias.
Ahora
hablamos de superhéroes que lo pueden todo siendo que así nos sentimos en
nuestra adolescencia; no había mayor desafío que el que nos dijeran que no se podía
hacer algo. Esto era una invitación a lograrlo o cuando menos, intentar dar
todo de nosotros por alcanzarlo.
Cada día te presenta una oportunidad y por ende, un desafío ¿tienes la actitud para aceptar el reto?
A CADA PASO
Hay
personas que esperan al máximo por alcanzar la meta y con toda razón, llegado
el momento serán tan felices que se constituirán como un gran sol para su
entorno; sin embargo, ¿cuál es la
razón para olvidarse de la alegría que se provoca al subir cada escalón de nuestro
ascenso?
Seguro
que no nos dará la misma satisfacción dar un paso como lograr arribar a la
meta; pero ¿qué nos impide buscar la
plenitud cada vez que avanzamos? El hecho de que sea distinta no da
motivo para discriminarla.
El
camino no es la meta en sí, pero es un progreso; un paso es un avance y como
tal, tiene su valor y excelencia.
Triste
es obsesionarse con lograr un resultado o llegar a un sitio si durante el
proceso o recorrido nos olvidamos del valor de éste y de lo que momento a
momento vivimos y nos cuesta.
Como
bien nos dijeran en casa, “cada cosa
en su lugar y a cada uno su valor”. Y así es, gozar del esfuerzo parcial
como del global, junto con los resultados es nuestra opción y desde luego, elección.
Hacerlo será motivo de una sonrisa que nos prepare para lo que sigue; omitirlo
quizás resulte práctico, pero minimizará el aliento para avanzar.
Cuando
he tenido oportunidad de charlar con deportistas, ellos siempre me dicen que su
meta es ganar el campeonato; no obstante, cada jornada la ven como un fin en sí
misma, tiene un valor especial porque les da la oportunidad de obtener
victorias que refuerzan su objetivo y espacios de acción y reflexión para validar
su compromiso, actuar y resultados.
Ante
ese razonamiento, alcanzar el campeonato no sería tan representativo si no se
tomaran el tiempo necesario para disfrutar cada juego y cuestionar su labor.
Quizás
sea válido aplicar tal forma de pensar para aplicarlo en nuestra vida. “¡Tan válido es disfrutar cada jornada como
la meta de nuestra vida!”
Si
parafraseamos el dicho que “una cadena es tan fuerte como su eslabón más débil”,
señalaríamos que “una vida es tan plena como cada uno de sus instantes sean
satisfactorios”. ¿Estamos
preparados para vivir con esa filosofía?
¡ENTRE PORRA Y PORRA!
Empezar
a gozar las etapas de la vida nos da motivos para despertar por la mañana con
las expectativas de vivir lo que nos presente y por las noches, recostarnos satisfechos
por lo sucedido.
Y
con esa mentalidad, dar rienda suelta a nuestras palabras, expresiones y aclamaciones
para reconocer a las personas que están a nuestro lado.
El
ambiente positivo que se produzca fomentará que paulatinamente la gente en
nuestro entorno se anime a emprender su camino, disfrutar los niveles que dejen
atrás y transformar sus expectativas en realidades y con ello, el obtener los
resultados deseados; en el entendido que una vez alcanzados, siempre habrá
nuevas metas por conquistar y obviamente, miles de caminos por degustar.
Nunca
sabremos cuando el impulso que demos será tan contundente como para animarlos hasta
el último aliento o bien, la compañía requerida de cara a cruzar la meta.
Ese
conocimiento puede escapar de nosotros, pero lo que, si está en nuestras manos,
es contar con los brazos fuertes que levanten al caído o las que aplaudan para
reconocerles su victoria.
En un mundo de
individualidades
¿tienes el compromiso de ser un factor
de cohesión de voluntades.
LA META
El
destino es distinto para cada individuo, es único, fantástico y personal; podrá
ser compartido, pero individual en cuanto a su visión y valor.
Tener
sueños es válido y lograrlos es único; alentar lo de otros es una opción como
ser humano y aplaudir su logro no sólo es un reconocimiento para quien lo
obtiene, sino también para ti que lo has promovido.
En
todo momento podemos cambiar la meta; sin embargo, que esto sea por convicción
y no por temor, frustración o agotamiento.
Hay
palabras que inspiran y frases que motivan, escoge las adecuadas para iniciar y
caminar tu sendero; haz tuyo lo que a tus intereses convengan.
Así
como los gustos nos llevan a seleccionar la melodía adecuada, el baile
apropiado, la ropa cómoda o las características que nos identifican; es
importante escoger las palabras de aliento por la mañana y mejor aún, tener las
propicias para impulsarnos en aquellos momentos que las dudas o circunstancias
nos complican la marcha.
Siguiendo
la moda de la rima, en una ocasión frente al diccionario elegí una serie de
palabras que dieran sentido a mi esfuerzo y encontré algunas que convertí en
una de mis frases: “elegir, fluir, insistir,
resistir y nunca desistir”. A menudo, las leo y las repito lo suficiente
para elevar mi impulso y no desfallecer en cualquier intento.
No
obstante, si hay una imagen que me lleva al extremo es recordar los esfuerzos
de mi mami por lograr que cuando era niño sonriera a pesar de las múltiples
adversidades y su secreto: “¡Que nunca
falte en tu existencia, la razón, el tesón y el corazón que te llenen de
energía, su luz iluminará cualquier oscuridad que se presente!, sea propia o
ajena!”
Entenderlo es básico, ¿tú ya tienes tu discurso que te levante de tus caídas y te conmine a lograr lo que te has propuesto? Elegir tu sendero es un derecho, cambiar de objetivos es humano, escribir tu historia es una prerrogativa y ser una persona de éxito es tu incentivo ¡ATRÉVETE A SER INCREÍBLE!
Posdata: Agradezco la Distinción “Inti de Oro” de la que he sido objeto. ¡Gracias Perú!
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