Por: Alejandro Ruíz Robles
Durante
mi etapa de educación básica, recuerdo que en un convivio con un profesor, éste
nos platicó un cuento referente al sentido de la vida, todos escuchábamos
atentos y conforme lo escuchamos, no sólo disfrutábamos, si no que cada uno lo
recreaba en su imaginación.
En
dicho cuento, el profesor manifestaba que hace mucho, pero mucho tiempo existía
una persona que era sumamente apreciada por su comunidad y siempre tenía un
ánimo positivo por compartir. Era tal su derroche de energía que a todos
llenaba de vitalidad con su cántico.
El
Padre Tiempo lo vio y considero que era una excelente persona para que la
humanidad lo perdiera, razón por la cual, le concedió un toque de gracia
mediante el cual, no envejecería y con su canto podría mejorar la condición de
las personas que se encontraban graves, siempre y cuando estuvieran en su
última agonía.
Para
tal efecto, le puso tres compañeros: Ritmo, Melodía y Armonía.
Asimismo,
estableció una limitante, no debía tener afecto por nadie que fuera a sanar, ya
que al hacerlo éste regresaría a vivir el resto de su vida en las
circunstancias que se encontrara.
La
persona aceptó gustosa y feliz por la oportunidad que tenía de sanar a las
personas y darles una nueva oportunidad para continuar su vida.
De
esta aventura mágica, surge la inquietud. ¿A ti te gustan los desafíos?
LA LEYENDA
Pasaron
años, lustros, décadas, siglos y las personas que eran salvadas en su último
aliento, empezaron a crear una leyenda de una persona justa que brindaba una
opción de vida a los enfermos. Con el tiempo, lo nombraron como el “Dador de
Segundas Oportunidades”, o simplemente Dador y a sus tres acompañantes los
consideraban ángeles.
Dador
era más querido por la gente y siempre los recibían con júbilo a donde
llegaran; sin embargo, el hecho de no tener afecto por quienes quisiera sanar
limitaba su energía y si bien, habían hecho un cuarteto inseparable, su trato
entre sí era más profesional que fraterno.
No
había lugar para lágrimas o risas, únicamente acudían a los lugares donde
estaba el grave doliente y esperaban con él hasta que prácticamente la flama de
la vida se extinguiera y ahí era donde sus cánticos lo consolaban,
reconstituyendo las defensas pérdidas y revitalizando al enfermo. Por
excepción, una persona podía ser atendida dos veces.
Una
vez que se curaban, en su mayoría regresaban a sus labores y desaparecían del
camino del grupo.
Dador
no se involucraba con las personas por temor a encariñarse con ellas o
simplemente, para no generar vínculos, y que eventualmente, pudieran necesitar su
canto. Seguía siendo alegre, pero fue construyendo una coraza en su alma.
Su
función era su máximo compromiso. De hecho, él sabía que su consigna era dar
una opción de vida a los que ya se encontraban al borde de la muerte y así
sería por los siglos de los siglos, toda vez que así había elegido su destino y
no pretendía renunciar.
¿El hecho de tener responsabilidades te ha cambiado
como persona?
LA MISIÓN
Quien
era energía positiva y proyecta jubilo cambió, ahora su carácter era osco,
sombrío, flemático y lamentablemente, había perdido su buena vibra.
Ante
ello, el Padre Tiempo se mostró confundido, nunca fue su intención cambiarlo y
mucho menos que dejara de ser quien era, a tal grado que consulto con Ritmo,
Melodía y Armonía lo que sucedía y al entender que no quería involucrarse con
nadie y que cada vez estaba más sólo, no tuvo otra opción que mandarlos a una
clínica para personas en fase terminal.
Esta
vez no fueron en grupo, por lo que en avanzada llegó Dador y encontró a un
niño, un adulto y un anciano que, en dicho de todo el personal médico, tenían
los días contados.
El
Dador, con su cara inmutable, los trató y esperaba el momento justo para
llamarle a sus acompañantes y cantarles con el propósito de que éstos mejorarán;
en el entendido que sus tres acompañantes estarían prestos a acudir cuando así
se requiriera.
El
tiempo de espera era agonía para Dador toda vez que había perdido la empatía
por las personas y se abrumaba al estar en compañía de alguien; no obstante, al
ver que nada pasaba, tuvo que ir con los enfermos y observarlos de cerca.
¿Tienes la virtud de la paciencia?
EL AVANCE
Escuchaba
al niño y sus fantasías evocaban su pretensión por vivir, razón por la cual
prefirió no prestarle atención hasta que llegará el momento de cantar.
Del
trato con el adulto se abrumó, toda vez que eran tantas las actividades que pretendía
que difícilmente le alcanzara otra vida para cumplir con ellas; en ese sentido,
prefirió distraerse hasta que fuera su turno.
Finalmente,
miró al anciano y no le dio importancia, ya que pensó que era irrelevante, toda
vez que ya había vivido lo que pudo.
El
anciano le buscó plática y comenzaron a charlar, pasaron las horas, los días,
las semanas y tal pareciera que ninguno de los dos tenía prisa por detenerse.
Intercambiaron experiencias y hablaron de los momentos cumbre de sus vidas, a
tal grado que no se reservaron para sí nada.
Es
curioso, pero Dador dejo atrás sus mecanismos de defensa y empezó a mostrarse
tal como era; de su interior emergió la persona que solía ser y que no tenía
mayores pretensiones que ser feliz y hacer felices a los demás.
¿Te
has olvidado de ser tú ante las adversidades?
LA ELECCIÓN
Llego
el día y Ritmo, Melodía y Armonía acudieron ante Dador y le expresaron que
había llegado el momento de cantar, se pusieron al lado del niño y cantaron
hasta que éste sanó de sus afecciones y con lágrimas de alegría, agradeció por
tener vida para realizar sus sueños y partió al lado de sus padres.
Más
tarde, fueron con el Adulto y cantaron y cantaron hasta que éste se curó,
inmediatamente mostró su felicidad y salió del lugar para acudir a los
múltiples compromisos que tenía. A lo lejos, se escuchó un grito de gratitud.
Al
llegar con el anciano, Dador se esforzaba por no mostrar su alegría ante sus
compañeros; hicieron los preparativos para cantar y ya para iniciar, el anciano
los detuvo, no quería que gastaran su tiempo en él, toda vez que finalmente
tenía un amigo y con ello, ya era bendecido.
Dador
le dijo que no e inició su cantar sólo que esta vez Ritmo, Melodía y Armonía no
lo secundaron.
Sorprendido,
insistió al anciano que debía ser curado y éste respondió: “Tú me has dado vida con tus palabras y deseo
que vivas ahora por ti”. Dador le dijo que estaba loco y que quería que
construyera su vida a partir de su nueva oportunidad por el tiempo que fuera.
Ritmo,
Melodía y Armonía invocaron al Padre Tiempo para que hablara con Dador y le
explicara que su afecto había condenado su don. Y así fue, Dador decepcionado
de que incumplía su compromiso lloró y miró al Anciano, éste le dijo: “Más vale vivir un momento de plenitud que
una vida sin afecto” y tú eres mi amigo y te deseo lo mejor. Apretó
fuerte sus manos y murió, regresando a Dador a su antigua vida, pero en nuevas
circunstancias. Éste ya como hombre, retomó su vida con la riqueza de sentir
afectos por quienes así lo merecieran.
Si bien es cierto que no vivimos en esta dicotomía si es sensato pensar la razón por la que existimos y la mejor manera de disfrutar nuestra presencia en la tierra. Sabemos que la felicidad son momentos y la suma de éstos es lo que le da significado a nuestra vida.
Posdata:
Felicidades a todo el
equipo de wowmx.tv por la obtención del Premio Nacional de Salud 2023; sin duda
que la difusión que hacen con responsabilidad por prevenir y dar a conocer
enfermedades, hoy ha sido reconocida.
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