martes, 8 de noviembre de 2022

De Grupos y Más

Por: José Ruíz Mercado
Dramaturgo

Cultura en México. Para decirlo con certeza. Los grupos (con sus individuos) del arte y sus intelectuales responden a las necesidades de la clase política desde el nacimiento de la nación, han legitimado, la contienda. De ahí la ausencia de los profesionales en todo lo significativo de esto.

   Para ello generaron una ideología, la sublimación, la marca decimonónica de las buenas familias, el concepto de bohemia, piano, poesía y licor. Las mujeres al piano, después se retiran para la charla de los varones quienes comparten unas líneas al calor de un licor guardado celosamente en la cava familiar. Las mujeres en la cocina comentan entre ellas, las preocupaciones del hogar.

   Siglo XIX, las buenas conciencias, lectura de textos europeos, principalmente franceses: poesía, reseñas de viaje, cuentos. Esporádicamente teoría política. Algo de teología. Sólo algo, los descubrimientos de la biología, en menor. Siglo XIX como el XVIII, las reuniones nocturnas no son casuales.  

   Modelo de convivencia el cual se continuó en los pequeños poblados, hoy ciudades medias, cada vez más alejado. Surgen los grupos culturales comandados, en su mayoría, por médicos y abogados. Ejemplo de ello es Los de Abajo, de Mariano Azuela, ya desde el título. Los de abajo son la bola, quien responde a necesidades básicas, la falta de alimento.

   Las familias bien toman conciencia de la problemática social desde el ángulo de clase. Ven la necesidad de un cambio de mandos. Ángeles Mastreta hace una fotografía profunda de este grupo social y su correspondiente actividad en la revuelta. Mal de Amores, la novela.

   Nacida en Puebla el año de 1949, publica en 1996 ésta, a mi consideración la novela rosa más inteligente de los últimos años. Arráncame la Vida, su anterior novela, también ubica la participación de la mujer en esta batalla sórdida de familia, pero, Emilia Sauri abre un abanico de posibilidades.

   Emilia vive su propia historia al mismo tiempo que vive la de otros. La de una contienda a la cual jamás fue invitada, pero la vive porque la vida es así. Muchas veces se ve, se escucha, y de tanto hacerlo vas entrando en ese camino, en esa brecha, en esa ventana abierta al sol.

   “El primer color que vieron los ojos de Diego Sauri fue el azul porque todo el color de su casa era azul o trasparente como la gloria misma” La infancia del padre en la selva maya en los inicios de la contienda de la rebelión maya.

   Luego, el nacimiento de Emilia, al inicio de otra contienda. El seguimiento de la tradición familiar en una prosa que se antoja poética de tanto lirismo del lenguaje. Mal de Amores transita entre el amor como símbolo de la libertad en medio de penurias y descalabros de un país que, primero, se niega a nacer, luego se niega a crecer.

   Nación, país, concepto tan abstracto como extraño. Sentirse parte de una comunidad. Identificado con un grupo. Sentimiento colectivo, respuesta a la integración soy porque soy el otro. No es ese individualismo que responde a la necesidad de respuesta, al contrario, soy en lo colectivo.

   El Siglo XIX respondió a la tribu. No la aldea global sino la aldea de clase. Los modelos hegemónicos fundamentados en la inferioridad del grupo. Una burguesía criolla europeizada, pretenciosa, por algo Posada hizo la Calavera Garbancera, por algo Diego Rivera la llevó a pasear por La Alameda. Algo había dejado entrar al XX y pasar por una Revolución.

   Dicen que ver de lejos permite una acción reflexiva. Cuando Agustín Yáñez entró al mundo de los egresados de la Revolución llevó a cabo un retrato de los conflictos emanados de la recomposición social. Luego, unos años más tarde Ángeles Mastretta hace lo suyo.

   Los estudios emanados de este movimiento, para algunos de cambio, para otros de recomposición son más complejos conforme se avanza en su análisis. De entrada, no podemos continuar con la mirada temporal.

   La visión sufragista en donde la lucha por la participación femenina se inicia posteriores a la Revolución. La exigencia de María Izquierdo ante la embestida de los patriarcas del muralismo, las posiciones de la izquierda a partir de Andrés Quintana Roo y los magonistas, la visión de los Revueltas, con Rosalba y José a la cabeza, los llamados dramaturgos del petróleo, y por supuesto, los partícipes del 29.

Por lo pronto, la cultura en México continúa en los grupos europeizantes de un criollismo avalado por la revisión del enciclopedismo tardío. Pareciera decirse que el dialogo entre Shakespeare y la Catrina siguen vigentes. Ni modo Maples Arce.


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