Por: José Ruíz Mercado
Por
años se ha dicho la necesidad de alejarse en el tiempo para volver los ojos al
acontecer. La historia reciente se deja para después. La cercanía, nos dicen,
nos impiden el análisis objetivo. Los más tibios afirman el enojo de los no
mencionados.
Estudios de gran trascendencia para la
memoria histórica de una región, un país, la comunidad gremial se ve favorecida
por infinidad de circunstancias. Conocerse es crecer.
No es sólo perder personajes, es perder
posibilidades de cambio ¿Quién recuerda a Gustavo Lupercio? ¿Quién a Eloísa
Chávez Oregón? Personalidades, en su momento, dieron propuestas.
Vayamos a los pioneros de la investigación.
Sara Velasco abrió un panorama interesante para el conocimiento de la
literatura en Jalisco, muy a pesar de sus detractores, quienes, por envidia,
falta de humildad, o ignorancia, negaron de tajo su obra.
Sara generó la sala de autores jaliscienses en
una de las bibliotecas públicas de Guadalajara, publica dos tomos de los
escritores jaliscienses, en el tomo II se encuentran los más jóvenes de ese
momento. Vienen los detractores, quienes cuestionan la validez del trabajo,
así, de tajo.
Hoy día esta obra de Sara se ha convertido
en un referente para quien se lance a investigar, no sólo a los autores, sino al
seguimiento de su obra, Sin duda, una gran aportación.
Silvia Quezada continua la estafeta. Con gran inteligencia evita los detractores, arriesga, propone. Desde la vigencia de la obra, hasta ese diccionario de mujeres con obra literaria.
Con elegancia, conocimiento de las
herramientas del ciber espacio, además de la publicación en físico, Silvia ofrece
su gran aportación al trabajo literario, de la región y del estado.
Como buena catedrática da su lugar a cada
uno. Dice la valía de la poca, casi mínima, entrada al mundo de la literatura y
sus autores. La gran ética del profesional.
En febrero de 2018, la revista del Colegio
de Jalisco, en su número 111, Estudios Jaliscienses, tenemos una gran
aportación. En la presentación de esta, Silvia Quezada escribió:
“La historia de la literatura jalisciense
del siglo XX se ha escrito de modo fragmentario con algunos esfuerzos
individuales y otros procedentes de las instituciones responsables de la
divulgación de la cultura. De este modo, la Enciclopedia Temática de Jalisco
(1992), una colección valiosa dirigida por Fernando Martínez Réding, editor y
cronista de feliz memoria, dedicó un tomo competo a la disciplina literaria y
más tarde -en volumen único y complementario (2001) un apartado correspondiente
al último quinquenio de la centuria”
En este número, Pedro Valderrama Villanueva
escribió un arriesgado ensayo, y digo arriesgado, por sacar a flote las
interrogantes, los documentos, fuertes del movimiento de los autores, obras, de
los años setenta, ochenta del siglo anterior.
Aparece la aportación cuestionadora de la
versión oficial, cuando esta afirma como iniciador a Elías Nandino. En palabras
de varios de los entrevistados se menciona al Taller Jalisciense de Literatura Protoestesis
a finales de 1969 y principios de 1970, en donde estuvieron Carlos Prospero,
Gilberto Meza, Jorge Souza, Ricardo Yáñez y Gloria Velázquez.
Ah, la historia, la negada, quien nos da
pistas, nos ubica en el momento, pero, sobre todo, nos permite avizorar el
posible mañana. Conocerse es crecer.
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