jueves, 20 de agosto de 2020

Complicidad, complacencia o negociación

                                                 

Por: Blanca Nieves Palacios Barreda
Acostumbrados como estamos los mexicanos a que, donde mayormente se da la
corrupción, es en los círculos donde se debe aplicar la justicia, con un rigor imparcial y
apegado al marco legal, mediante el que nos regimos como sociedad, las voces de
indignación ante la forma en que se ha llevado el caso de Emilio Lozoya Austin, más
conocido hoy como “el odebrech”, contrastando de manera radical como es que se aplica la
ley, según el delincuente del que se trate, se ha dejado sentir entre la ciudadanía.
Como lo que prevalece en nuestro país, México, es la ignorancia, no solo de las leyes, sino
de todo lo que acontece, en lo que, al petróleo, gas, electricidad, minas, aguas, distribución
de nuestros impuestos, (aunque hoy les nombran, “contribuciones”) etc., resulta fácil
engañar; así pues llega, extraditado de España, Emilio Lozoya Austin, un ex funcionario de
alto nivel, nada más y nada menos que, quien fuera Director de Petróleos Mexicanos
(PEMEX), una empresa propiedad de los mexicanos, que fuera nacionalizada durante el
sexenio del Gral. Lázaro Cárdenas, con la aprobación y ayuda económica del pueblo, para
caer en manos de gente sin escrúpulos, que traicionando todo precepto nacionalista y legal,
quienes han detentado el poder, priistas y panistas, fue tomada ésta empresa, como si fuera
de su exclusiva propiedad, haciéndose de fortunas inimaginables.

No hubo presentación de este delincuente, ante los afectados: los mexicanos;  fue recibido
secretamente por las autoridades de la Fiscalía General de la República (FGR) e instalado
en uno de los mejores hospitales, porque el señor, padecía, gastritis y/o colitis; durante más
de quince días la expectación de los mexicanos crecía, en torno a este evento a todas luces,
irregular, por decir lo menos.
Se le llamó, “testigo colaborador”, una figura legal que nos era desconocida y como si se
tratara de, “servicio a domicilio”, las autoridades fueron a su habitación del Hospital a
tomar su declaración; tras esto, fue “arraigado en su domicilio” y con una pulsera
localizadora; la burla no podría ser mayor. Se rumora, que es probable que, “sus delitos
hayan prescrito” y, como a un delincuente, no se le puede juzgar dos veces por el mismo
delito, será quizá la justificación para su liberación total y dar cumplimiento a una supuesta
negociación.
Ante esto, uno de los mayores implicados en este brutal saqueo que se hizo a la nación, el
ex presidente, Enrique Peña Nieto, se presta igualmente, a, rendir declaración contra quien
lo acusa, “el odebrech”, esta es la telenovela con la que, hoy por hoy, se mantiene muy
entretenido a los espectadores y/o mexicanos.

Es de señalarse con claridad meridiana que, cuando de México se trata, cuando es al país al
que han saqueado, robado y entregado mediante, “contratos espurios” los bienes de todos
los mexicanos, no hay prescripción, en materia legal, que valga, ni pretexto de que, doble
juicio no procede, porque surgirá entonces el juicio del pueblo, que se las sabe cobrar.
La exigencia de los mexicanos a la FGR, presidida por el Dr. Alejandro Gertz Manero, es
que, sin subterfugios, sin engaños ni negociaciones, se castigue a los responsables, sin
distinción, porque quien comete robos es un delincuente y si este robo se hace al pueblo de
México, es un traidor a la patria.
Por lo tanto, no es válido que el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), sobre
quien recae la esperanza de los mexicanos de una verdadera aplicación de la ley, exima de
tales responsabilidades a ex presidentes como: Carlos Salinas de Gortari, Vicente Fox y
Felipe Calderón y empiece a otorgar perdones, cuando este perdón, correspondería al
pueblo otorgarlo; ¿Por qué esperar que el pueblo haga justicia por su propia mano?
bnpb146@hotmail.com

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