jueves, 2 de abril de 2020

Cuarentena en Cuaresma


Por: Psicóloga Gretel Nahieli Canseco Hernández
La Cuaresma se considera como un tiempo de arrepentimiento, de expiación de la culpa (por los pecados cometidos) y de conversión.
La práctica de esta cuarentena data desde el siglo IV, cuando se da la tendencia a constituirla en tiempo de penitencia por los pecados cometidos y de renovación para toda la Iglesia, con la práctica del ayuno y de la abstinencia. Al principio se conservaba estrechamente, en las iglesias de oriente, aunque en occidente la práctica penitencial de la Cuaresma ha sido cada vez más ligera.

La duración de la Cuaresma está basada en el símbolo del número cuarenta en la Biblia. En ésta, se habla de los cuarenta días del diluvio, de los cuarenta años de la marcha del pueblo judío por el desierto, de los cuarenta días de Moisés y de Elías en la montaña, de los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública, de los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto.
En la Biblia, el número cuatro simboliza el universo material, seguido de ceros significa el tiempo de nuestra vida en la tierra, seguido de pruebas y dificultades.

Nada es coincidencia en este mundo. Me resulta curioso como estos días, fuera de convencionalismos religiosos, nos hemos visto en la necesidad de permanecer en retiro en nuestros hogares y conviviendo más con nuestros hijos y pareja porque no asisten a la escuela o a sus sitios de trabajo.
Quizá también hemos tenido tiempo de pensar más en diversos temas que nos atañen a todos y que son de gran importancia, el primero de todos es la salud, un derecho que todos tenemos y que con mucho trabajo ejercemos. Tenemos una alimentación que podría mejorar mucho, falta de ejercicio, estrés constante que en estos días ha disminuido en aquellos que tienen la oportunidad de trabajar desde casa (ojalá valoren en lo que vale esta oportunidad haciendo su mejor esfuerzo para que las empresas puedan ver una mejora sustancial en estos procesos y permitan el “home office” de manera permanente, disminuyendo así la contaminación, eliminando tiempos de traslado, mejorando la eficiencia del personal, bajando costos energéticos y de insumos en las oficinas, comiendo en casa alimentos nutritivos y limpios y disponiendo de tiempo de convivencia).
El segundo, que va directamente ligado con el primero, es el valor que le damos a la vida, la propia y la de quienes nos rodean. Hemos podido ver la fragilidad que tenemos ante el embate de un virus y que protegerla va más allá de medidas gubernamentales o de instituciones sociales. Que todo empieza por nosotros mismos, por el sentido común, por lo más sencillo como es la higiene, el orden en lo que se hace y el respeto por los demás. Que las fronteras físicas no van a detener a un virus microscópico pero si la consciencia que desarrollemos al respecto.
La economía. Un tema álgido que ha repercutido en muchos que no perciben un salario fijo y prestaciones (dentro de los cuales me incluyo) y que ha permitido que la creatividad y la solidaridad afloren. Tener la conciencia de que las grandes cadenas comerciales y las empresas transnacionales no van a sufrir pérdidas que las hagan desaparecer (pero el señor de la tiendita de la esquina si, la señora que vende comida, todos aquellos que no pueden permitirse dejar de trabajar una semana a riesgo de no tener ni para comer) y voltear a ver y apoyar aquello que es propio para que la economía permanezca activa, sobre todo para aquellos que más lo necesitan. 
El uso de redes para promocionar los productos y servicios personales ha sido de gran importancia en estos momentos. El darnos cuenta de que no necesitamos tantos bienes materiales, lo indispensable basta y sobra si tenemos paz mental.
Un tema que nos ha tenido preocupados los últimos años, la ecología, se ha visto impactada favorablemente, los cielos se ven limpios, las avenidas despejadas, no hay tanto ruido, he visto imágenes hermosas de cisnes flotando en los canales de Venecia, limpios por la falta de turistas. No hay tanta basura (envases desechables sobre todo) porque mucha gente está comiendo en casa.
Los valores humanos, algo esencial y que frecuentemente se delega o se hace a un lado en la educación familiar (porque no hay tiempo de calidad, porque no hay convivencia, porque cuando estamos juntos estamos cansados, estresados o pegados a un celular) es ahora un tema que se retoma porque necesitamos ser solidarios (apoyar a quienes nos rodean para así ser apoyados también), compasivos (no acaparar porque los demás también comen) y amorosos con nuestros semejantes (empezando por nosotros mismos y nuestra familia). Recordar que todos dependemos de todos y verlo claramente traducido en lo cotidiano.
El ayuno permite desintoxicar el cuerpo, hagamos también un ayuno de emociones negativas, de amarillismo, de críticas, dejemos de lado las urgencias vanas. Limpiemos nuestra mente de aquello que no aporta en el mundo nuevo que necesitamos.
El temor al contagio se ha transformado así pues en una oportunidad de sacar lo mejor de nosotros como individuos, como familia, como grupo, como sistema, como pueblo, como país. México se ha caracterizado por ser solidario en las catástrofes y esta cuarentena quizá se convierta en ese periodo de renovación que todos necesitamos para reacomodar las prioridades en nuestra vida y retomar lo que realmente importa. 

Gretel Canseco Whatsapp (33)38460531
Psicóloga y Terapeuta de Flores de Bach
Terapia presencial y por videollama

3 comentarios:

  1. ¡Gracias por tu mensaje positivo y esperanzador! Especialmente me llamó la atención en donde hablas sobre la revalorización de la vida propia y la de los demás, lo de la convivencia en el mundo físico (no en el virtual) y llevas mucha razón al comentar que es tiempo de retomar lo que realmente importa y que dejemos las urgencias vanas a un lado. ¡Mil millones de gracias, Gretel!

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  2. Me parece una excelente idea el hacer un ayuno personal ya que eso le vendría bien a nuestra persona y por tanto a todo lo que nos rodea ✌️

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