Por: periodista Blanca Nieves Palacios Barreda
Por muchos conocido lo dicho por el poeta español, Ramón María de las Mercedes de Campoamor y Camposorio (1817): “En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el cristal del color con que se mira”; por su parte el filósofo alemán, Friedrich Nietzsche (1844), dijo que: “Las verdades no existen, sino que solo son interpretaciones de hechos”; disiento de los dos: “Los hechos, son verdades irrebatibles”, a los que, cada quien, le da su personal interpretación según sus gustos e intereses; ahí radica la diferencia de pensamientos.
De siempre, la diversidad de opiniones ante un mismo hecho o un mismo personaje ha sido motivo de divergencias irreconciliables; en este sexenio que iniciara, en diciembre de 2018 y finalizará en 2023 y cuya presidencia fue obtenida por el Lic. Andrés Manuel López Obrador (AMLO), con una votación de 30’ 113,483 millones de votos, más los emitidos entre los otros 3 candidatos, 24’861,705; la cifra total de ciudadanos votantes fue de: 54’975,188, de una población de aproximadamente 100 millones de votantes, lo que significa que un 50% de ciudadanos no votó.
Ante estas irrebatibles cifras, habremos de aceptar que son muchos los ciudadanos que, o no le importaron las elecciones o no simpatizaron con ninguno de ellos y uno de los principales motivos es, por la corrupción que se institucionalizó y que nos ha traído nadando en ella durante décadas.
En función de esto, nos sentimos en el derecho todos los mexicanos de opinar, criticar y hacer los señalamientos que consideramos pertinentes, cuando de asuntos de nuestro país se trata, sobre todo en el derecho a la libertad de expresión que nos confiere nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, pero ocurre que apelando a éste derecho, son muchos los que se han dedicado a estar circulando información falsa, principalmente quienes conservan sus espacios mediáticos desde lo cual se manifiestan por ordenes superiores.
Son muchos los periodistas que en éste nuevo gobierno han perdido privilegios que les redituaban grandes fortunas, solo por poner su pluma y su voz al servicio de presidentes, gobernadores y personajes políticos de la peor calaña, por lo que hoy el objetivo central y único de sus ataques es el presidente de la República.
Por su parte AMLO, al haber institucionalizado las conferencias mañaneras, que para muchos es lo máximo, algo inédito y para otros, un foro que el presidente ha venido aprovechando día con día, para dividir a la ciudadanía e ir perdiendo esa popularidad que lo llevó a ocupar la silla presidencial al reiterar hasta la saciedad, sus términos denotativos hacía todos aquellos que lo critican sean: periodistas, académicos, investigadores, analistas políticos, llamándolos: “fifis”, “neoliberales”, “adversarios”, que no enemigos aun cuando éstas personas tengan la razón al señalar, sus desaciertos y errores y nada tengan que ver con esa clase de periodistas y hombres del poder económico corruptos que soterradamente, le están declarado la guerra.
Tal comportamiento presidencial, para muchos tiene una explicación clara y sencilla, desvía a través de la información que repite religiosamente a diario las cosas importantes que se suponen ocurrirían con ésta 4ta. Transformación; hemos esperado los mexicanos un verdadero cambio que diera inicio con un legítimo y verdadero posicionamiento del gobierno en materia económica en cuestión de salud, educación y lo que seguimos viendo, aunque al parecer hay quien no lo ve, es que todo esto sigue estando en manos de banqueros y empresarios millonarios.
Que el presidente cifre sus intenciones de mejorar la economía del país en los apoyos que se otorga a las clases más desprotegidas, sin duda no conducirá a mejor puerto, es como dar una aspirina a un canceroso, pero sabe nuestro presidente que eso lo mantendrá en los altos porcentajes de popularidad y todo porque la gran mayoría de los mexicanos no sabemos de economía y él lo sabe y cuando dice: “El pueblo no es tonto, tonto es el que piensa que el pueblo es tonto” y utilizando su misma retórica, diría: “El presidente no es tonto, tonto es el que cree que es tonto”, porque él conoce perfectamente los altos porcentajes de analfabetismo que existen en México, lo mismo que sus necesidades ancestrales.
Nadie podrá negar que varios de los miembros de su gabinete, elegidos por él, en función de compromisos hechos, han sido parte de esa corrupción que tanto critica y combate, -a su decir- que poco o nada han hecho por ésta 4ta. transformación; tenemos una cámara de diputados y senadores, repleta de verdaderos oportunistas que como en los tiempos de antes, aprueban lo que se les mandata por parte del ejecutivo; el reconocimiento y aplauso cotidiano a los militares sobre su integridad y honorabilidad deja mucho que desear; los agradecimientos y loas a su “amigo” Trump, son una bofetada que da a los mexicanos, cuando los calificativos que ha utilizado al señalarnos es de: asesinos, delincuentes, narcotraficantes y violadores.
Nos preguntamos muchos mexicanos, ¿hasta cuando un presidente mexicano, nos permitirá ponernos de pie ante ese coloso del norte?, que sigue imponiendo sus reglas y exigencias y viendo a nuestro país, como su patio trasero en el que la amenaza persiste, sobre la construcción de un alto y largo muro y aún así, nuestro presidente, no deja de agradecer a Trump, en sus conferencias mañaneras, su generoso comportamiento en un intento de inclinar la balanza de nuestros connacionales en E.U a su reelección en la presidencia estadounidense.
Resulta incongruente que se exija, que cada acción positiva que el presidente AMLO, haga en beneficio de la ciudadanía, sea aplaudidas, pero cayendo en un absurdo fanatismo, no se quiera permitir que se critique lo que no está haciendo bien. Así que: “hechos son razones y no solo declaraciones”.
bnpb146@hotmail.com
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