Educación y Clases sociales
Por: José Ruíz Mercado
El Siglo XIX Mexicano con sus contradicciones. Una burguesía criolla ilustrada ante una población analfabeta en su alta mayoría. La cantidad de publicaciones de la época sólo nos retratan la lucha interna entre los grupos intelectuales.
Entender esta misión echada a cuestas por estos, en el fondo, quizás nos permita entender a los actuales círculos de la sapiencia nacional. Un grupo, el cual cada vez se vuelva más un grupúsculo, sin un sentimiento de pertenencia a una clase. Así llegaba a su final el Siglo.
La Revolución Industrial ya se había dado en varias entidades. México, para competir con las economías mundiales debería industrializarse. Los efectos de esta industrialización ya se veía en los grupos más vulnerables de Europa y, la literatura lo documentaba.
El concierto universal ya estaba dispuesto. Las economías colapsadas. El Siglo nacía con la necesidad de cambios drásticos. Los movimientos sociales, la recomposición de los grupos, de las estructuras hegemónicas, el analfabetismo ¿Qué más se podía esperar? Fueron los tiempos del caudillismo, de la pobreza.
Las urbes con sus grandes contrastes con el campo. El sistema de hacienda, los peones agrícolas con la tienda de raya; una burguesía cada vez con el acaparamiento de la riqueza en contraposición a la pobreza extrema. El descontento en la población.
La ironía de la lucha resalta cuando vemos a los líderes del descontento en una lucha por la recomposición social en los mismos grupos hegemónicos por el cambio en vías del sufragio, la lucha por el poder.
La revuelta se dio. Con lideres agraristas como Emiliano Zapata, Francisco Villa; los ideólogos del cambio social en la visión de los Magonistas, posiblemente los más avanzados, pero con una falla en su lucha ¿Cómo llegarle al pueblo analfabeta a partir de un periódico?
Estudiar ese momento de la historia de México. Su continuidad en la Guerra Cristera en el periodo del colapso económico del 29, el surgimiento de las Normales Rurales, el cardenismo, los conflictos de la instauración de la educación socialista con Narciso Bassols y Enrique Díaz de León (que no se dio), nos pueden dar luz acerca de los conflictos actuales.
Y la Revolución se dio. Y la literatura dio documentos para su análisis. El arte presente, con obras que le dieron cara a ese México Bárbaro del cual tanto se habla y poco se conoce. La novela con cualidades universales, con cualidades regionales, con el discurso de la Esperanza. La novela, antes y después.
Enrique Anderson Imbert de la Universidad de Michigan y Eugenio Florit del Barnard College, en 1960, editaron en Nueva York un estudio comentado de las cualidades de Hispanoamericanismo en la literatura. Joya bibliográfica llamada Literatura Hispanoamericana. En la página 624 comentan:
La Revolución de 1910 en México suscitó todo un ciclo narrativo. Abrió el ciclo Mariano Azuela (1873-1952), con Los de Abajo (1916), novela donde cuenta los episodios que van desde el asesinato de Madero hasta la derrota de los partidarios de Pancho Villa en la batalla de Celaya. De Azuela en adelante la literatura de la Revolución Mexicana ha crecido hasta formar un cuerpo imponente: José Rubén Romero, Fernando Robles, Jorge Ferretis, Rafael F. Muñoz, José Mancisidor, Gregorio López y Fuentes, Francisco Rojas González, Mauricio Magdaleno son sólo unos poco nombres. Hemos escogido, para representar esta literatura de tema revolucionario, a uno de los más brillantes: Martín Luis Guzmán.
Nellie Campobello |
Nellie Campobello (1900-1986), una personalidad en la danza, reconocida por su coreografía, hoy histórica 30-30, además de poeta, y la única mujer en la historia de la novela de la Revolución, con Las Manos de mamá, así como Cartucho, escrita entre 1931- 1940, se refirió a Martín Luis Guzmán, como el intelectual comprometido con la causa, así como quien vivió, escribió acorde a sus convicciones antes que el resto.
Antonio Castro Leal, uno de los pioneros de la crítica de esta época, sin dejar de mencionar a Bertha Gamboa por su curso iniciático en la entonces Escuela de Verano de la UNAM: La novela de la Revolución Mexicana, realiza una antología, cuyos fines son ofrecer el análisis a partir de la lectura de la obra principal de los autores de este periodo. A su muerte, quedó a cargo Castro Leal quien continúa con la labor emprendida por la maestra Gamboa, luego publicada en 1967 por la Editorial Aguilar en dos tomos, hoy joya bibliográfica, escribe:
En el caos de los sucesos de esos años, Guzmán ha puesto orden con un dibujo firme y persuasivo que sigue la ondulación de la realidad y fija los perfiles psicológicos de los personajes. Es al mismo tiempo un documento y una obra de arte. Pero ¿es una novela? La novela ha desbordado sus fronteras tradicionales en muchas obras maestras contemporáneas. Superando el plano retórico de la pureza de los géneros.
Y más adelante continúa con una frase lapidaria, la cual nos afecta directamente: La vida democrática del país no podrá implantarse ni prosperar sino cuando el gobernante abandone totalmente su complejo de caudillo.
Las novelas más representativas en este periodo nos ofrecen un panorama en el manejo de situaciones y personajes: Mariano Azuela, en Los de Abajo, remarca la línea divisoria de clases. El médico, quien por ser estudiado sabe de su participación consciente en la lucha. José Rubén Romero, principalmente en Mi caballo, mi perro y mi rifle, obra no considerada en esta antología, ni por la maestra Bertha Gamboa, nos ofrece el desconcierto, la incertidumbre, el descontento del pueblo al ver el retorno de los caciques al poder. La Revolución traicionada, la cual luego estudiará José Revueltas a través de toda su obra; principalmente en su obra ensayística.La obra de este periodo es importante, no sólo por su estructura. Es importante por la lectura social. Por su vigencia. La clase política continúa con ese complejo de caudillo. La novelística de Martín Luis Guzmán nos da esa lectura cualitativa. Pareciera decir las diversas caras del lector; quién se queda en la superficie, quien goza con las figuras literarias, quien va a la lectura profunda. Después de todo, también tenemos en la lectura una visión de clase.
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