Autor: Victoria Falcón Aguila
Capitulo I
Cambio de Look
Se acercó discretamente a la ventana para abrir la cortina con la
intención de averiguar
--En el doble fondo del
armario estará seguro. -Respiró más aliviada y guardó el libro, disponiéndose a dormir.
si la camioneta negra, aún seguía frente a su domicilio.
Tres días antes habían comenzado a seguirla; el mismo día en que acudió
al salón de
belleza para hacerse un cambio de imagen.
A la salida del salón una camioneta se le emparejó con el pretexto de
preguntarle sobre un domicilio; no otorgó respuesta apurando el rumbo a su
casa.
Sin soltar el libro metió la llave en la cerradura. Las piernas le
temblaban cuando cerró la puerta, como pudo llegó al sofá y se tumbó en él a
punto del desmayo. Todo le daba vueltas, (estaba mareada no sabía si
por el peróxido usado en el tinte o por verse frente a esos tipos).
Prendió el televisor para ver si en las noticias hablaban algo del
asunto; puso todos los canales y nada. La ciudad estaba tranquila pareciera
como si nadie se hubiese enterado de lo ocurrido.
Fue a la cocina por un vaso de agua, -lo necesitaba-. Al pasar por un
espejo miró su reflejo detenidamente: su rubia y larga cabellera había
desaparecido para darle paso a una corta melena negra, sus labios estaban más
gruesos debido al colágeno inyectado y los ojos azul celeste, se
ocultaban tras los lentes de contacto color café.
Se sirvió agua del grifo la misma que de inmediato arrojó por la
tubería, le supo a metal, sería por el mal rato pasado, así que abandonó el
vaso y se retiró a su recamara.
Durante los días siguientes los tipos en la camioneta estuvieron
vigilándola. Ella optó por salir solo al estanquillo de la esquina por el
periódico; para ver si hablaban del accidente y efectivamente, al
tercer día salió una esquela y varias notas que hablaban del millonario que
murió al volcar su auto en curva peligrosa.
No podía llamar a nadie, sabía bien que después de lo sucedido, era
mejor pasar por muerta.
Pasó una semana y los hombres de la camioneta seguían afuera en la calle
sin embargo, le era necesario salir pues debía entrevistarse con la
persona interesada en el libro ¡debía burlarlos!
Se vistió con una camiseta, jeans y zapatillas deportivas, en seguida
llamó un taxi, pero no le dio su domicilio sino el de un vecino cuyo
departamento quedaba justo detrás del suyo.
Salió al patio de servicio, subió la escalera que daba acceso a la
azotea y casi a gatas se deslizó hasta la terraza del vecino: tocó la puerta de
acceso hasta que le abrieron. Al vecino no le sorprendió este hecho pues la
chica en más de una ocasión le había pedido el favor de pasar a su departamento
pretextando haber olvidado sus llaves; le dio acceso sin hacer
ninguna pregunta.
Cuando salió a la calle el taxi ya la esperaba. Le indicó al chofer la
llevara a la estación del tren. En silencio recorrieron todo el trayecto; de
vez en vez volteaba para asegurarse que nadie los seguía, (le parecía demasiado
fácil la manera en que burló la vigilancia).
Después de media hora llegaron a su destino; respirando profundamente se
alisó el pelo, pagó y se bajó del auto. Con paso firme entró al edificio
dirigiéndose a la taquilla, compró un boleto y aguardó en la sala de espera.
Diez minutos después anunciaban su salida… Subió más confiada
dirigiéndose a su camarote. Al cerrar se vio reflejada en un espejo
colocado en la puerta. Se sintió bien con su nueva apariencia, pensó que el
color negro le sentaba mejor a su piel. Se alisó el cabello una y otra vez,
(eso era para ella como un ritual, más que una manía), cuando se sentía
nerviosa se acomodaba el pelo luego entonces, respiraba profundo y regresaba la
calma.
Estaba tan absorta mirándose al espejo, que casi cae victima de un
infarto cuando la puerta se abrió súbitamente para dejar pasar a los hombres de
la camioneta negra quienes sarcásticos le dijeron: "si hubiéramos
sabido que venía, la habríamos traído".
Los hombres la empujaron bruscamente; el más alto la tomó del brazo
obligándola a sentarse, el otro tomó asiento a su lado.
Durante dos horas viajaron los tres sin pronunciar palabra. Estaba
nerviosa, (no dejaba de alisarse el pelo), lo único que la tranquilizaba era no
traer consigo el libro.
continuará...
Gracias por compartir
ResponderEliminarGracias Andrea
ResponderEliminarMe encantó Vicky, interesante y te mete de manera fácil a la historia !!
ResponderEliminarGracias, Cada semana se compartirá un capitulo
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