Por Alejandro Ruíz Robles
¿LA VIDA ES TRISTE?
Y
al así pensarlo, seguirían acciones tales como deprimirnos, sollozar y buscar
válvulas de escape para ella de hecho, parecería que la evasión a nuestra
existencia es el común denominador de quienes no se atreven a vivirla.
No
entiendo la razón, pero hay quien se aferra a ser el actor de esas películas de
trama trágica que tanta melancolía producían en los tiempos del “Cine de Oro
Mexicano”. Me basta recordar escenas de “Un rincón cerca del cielo” para
deprimirme; no obstante, para mi sorpresa ¡hay gente que le gusta sentir el
drama no sólo en la pantalla, sino en el día a día!
No
puede haber nada más lamentable que escuchar a alguien que con esa actitud,
proyecta sus acciones y sus palabras al grado de que lejos de provocar brillo a
su alrededor, lo único que causa es penumbra y alejamiento de aquellos sensatos
que se incomodan con tales manifestaciones.
Tan
válido es tener momentos alegres como tristes; lo que no tiene cabida es
olvidar los primeros o dar prioridad a los segundos en nuestro constante convivir.
Tal
pareciera que no hay lugar a sueños por llenar de pesadillas su mente y, en
consecuencia, lo único positivo que puede dar una persona inmersa en lo
negativo es su distancia es decir, la única alegría que puede provocar es su
lejanía y eso es triste.
¿Has conocido a personas que hayan perdido su poder de imaginar?
¿A DONDE VOY?
Dicen
que soñar es imaginar acciones, cosas o sucesos que percibimos reales mientras
dormimos; aunque también, hay quien lo considera que podemos hacerlo
despiertos, en los momentos que dejamos la lucidez de lado.
Y
desde luego, si hay algo que disfrutamos las personas en la vida es eso; soñar para,
en lo posible, realizar. No conozco a alguien que haya llegado con sus
convicciones a una meta que se haya propuesto sin que previamente haya aspirado
a ello y como consecuencia, haya puesto lo necesario de su parte para
alcanzarlo.
Lo
que se mira como imposible en consciencia se invierte y resulta posible en la
inconsciencia, convirtiéndose en una aspiración para quien con ello se
compromete; en el entendido que, si bien es difícil que sea igual, sin duda
siempre será un incentivo alcanzarlo en las condiciones que la realidad lo
permita.
Hay
quien dice que no hay límites en los sueños y puede ser esto cierto; pero ¿cuál es la razón para limitarnos en
la realidad?
PORQUE CREO EN MÍ
Actualmente,
veo con tristeza que autoridades, profesores y pedagogos señalan que aspirar es
erróneo y las calificaciones son para individualistas y ambas conductas, se
prestan a las burlas entre los colectivos por las ínfulas de grandeza de
algunos, siendo que, por el contrario, se debería pensar en grupo y de esta
manera progresar.
Ante
esa forma de pensar, lo único que concluyo es que, de consolidar esta forma de
pensamiento, como sociedad a poco aspiraremos y lo peor es que, si bien es
grato pensar en el “todos” y en el “bien común”, el no esforzarnos como
personas y como consecuencia, dejar de exigirnos, nos llevará a la mediocridad.
Si no hay quien destaque por su capacidad ¿a qué tipo de liderazgo pretendemos?
Nacemos
únicos y crecemos en un entorno social; razón por la cual, tan válido resulta
prepararnos en lo individual, fortalecer nuestras virtudes y erradicar nuestros
defectos, como procurar a quienes amamos, a quienes nos rodean y a la comunidad
que pertenecemos.
Retarnos
a nosotros para ser nuestra mejor versión es un fin natural y como tal, las
políticas públicas deberían estimular y premiar a quien de mejores resultados.
De
consolidar las ideas para descalificar los resultados como métodos de
aprendizaje y fortalecer la idea de que todo avanza igual, llegará el momento
de que tendremos una sociedad sin metas y como consecuencia, sin voluntad.
Desde luego, esto podrá ser útil para los gobernantes para imponer su orden
ante las masas sociales, pero sólo consolidará un crimen para aquellos que
creen que la competencia constante es una forma de honrar su intelecto y
espíritu de superación.
Siempre
he creído en mí y como filosofía de vida entiendo que, si trazas tus objetivos,
puedes alcanzarlos; si no los tienes, da igual como lo que hagas ¿estás de acuerdo con ello?
DE LOS DECRETOS
En
mis diversas etapas como estudiante, era común charlar con los profesores
respecto del futuro y desde luego, también se daban las típicas quejas respecto
de la dificultad de los exámenes; a menudo, éstos nos contestaban que las
pruebas sólo eran fines inmediatos para poner un resultado y saber si habíamos
aprovechado o no el curso, pero la verdadera prueba estaba “allá fuera”, es
decir, una vez que concluyéramos esa etapa académica o bien, termináramos
nuestro ciclo de alumno.
Hacían
énfasis en que, por un trabajo, una oportunidad económica o bien, por destacar
o cumplir con un proyecto, teníamos que dar lo mejor de nosotros y competir
para alcanzar los mejores resultados y era ahí, donde ellos se sentirían
satisfechos como maestros en función al esfuerzo que hiciéramos.
Me
encantaba cuando se referían a la vida como una selva, en la cual, debíamos ser
los mejores para alcanzar los objetivos; ni hablar de mostrar nuestras
inconformidades con los diversos procesos o evaluaciones que se presenten,
basta con concentrarnos en superar los obstáculos y arribar a la meta.
Esto
con el tiempo lo vemos en los eventos deportivos o concursos en los programas
de televisión en los que sólo quienes alcanzan el objetivo ganan; entendiendo
que el primer perdedor es el que llega en segundo lugar.
Ante
esto, si así es la vida de competitiva, qué caso tiene en tratar de alterarla;
es decir, si bastaran con intenciones políticas para hacer un país de campeones
o bien, que el director de una empresa creara un área de utilidades para
empezar a recibirlas, seguramente mañana se legislaría o se crearían los
departamentos al respecto. Esto, por absurdo que parezca, así lo creen quienes
desean vivir de falacias.
El
único decreto que vale es aquel que se sueña con conciencia, nace del
compromiso, se establece como un fin y se alcanza con sudor y entusiasmo ¿o consideras que hay otra forma?
¡VOY A LOGRARLO!
Pensar
que estamos en este mundo para trascender es una excelente filosofía de vida;
realmente, no venimos únicamente a transitar por ahí sin propósito alguno.
Desde luego que nuestra constante y nuestro fin será el ser felices y que mejor
que hacerlo al lograr nuestros sueños.
¿Aspirar?
Desde luego, es una condición humana. La superación es parte de nosotros y
desde luego, alcanzar metas es nuestro reto.
¿Soñar?
Siempre y hacerlo despierto es básico. Somos producto de nuestros sueños y como
tal, en mente y en corazón nos comprometemos a ellos.
¿Mediocridad?
Sólo en la medida que olvidemos lo anterior.
En
fin, si tenemos la oportunidad de ser nuestra mejor versión al lograr nuestras
metas, ¿por qué renunciar a ello? Si cada uno de nosotros construimos a cada
paso nuestro camino, asumamos nuestra responsabilidad con gusto. ¡CONSTRUYAMOS NUESTRA VIDA!
Posdata: Ecos de una Gran Presentación: “15 Miradas a la Felicidad” de Carlos Barba y Miguel Ávila y “Humanizando el Cambio” de Mariela Perdomo.
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