Por: José Ruíz Mercado
Dramaturgo
Barcelona, 2002, Rafael Chirbes publica en Anagrama El Novelista
Perplejo., nacido en Tabernes de Valldigna, Valencia, el año de 1949. Ya antes
había publicado La Buena Letra, Los disparos del Cazador, La Larga Marcha,
entre otras. Estudio Historia Moderna y Contemporánea en Madrid.
Un libro con 196 páginas, este de El Novelista Perplejo, hace un viaje crítico periodístico por la cultura española de la generación posterior a la mitad del Siglo XX con sus antes y después, así, como quien dice, causas y consecuencias, como una buena página editorial se merece, retomados de algunos prólogos, además de las páginas de El Imparcial. Un excelente periodista, un profesional de las letras y la investigación, quién jamás presume de las horas y los casetes utilizados. Al contrario, ni siquiera lo menciona. En la página 37, en el apartado Una Novela al Acecho, inicia con un párrafo fuerte, con toda la seriedad del analista.
“Cada época mima a determinados autores contemporáneos al mismo tiempo
que escarba buscando reconocerse y complacerse en otros ya desaparecidos, a los
que convierte en premonitores de los valores en curso, dando lugar a modos de
leer y escribir peculiares. Se trata de una actitud generalizada, según han
señalado en múltiples ocasiones y estudiosos del gusto literario”
Los libros tienen, sus autores, una peculiaridad especial. Por muchos
años, Nelly Campobello no era aceptada como novelista de la Revolución, por el
simple hecho de Ser mujer. Pocos teóricos estudiaron su obra. Emmanuel Carballo
fue uno de los primeros. Desafortunadamente, debió tener un final trágico para
que se valorara su obra ¿O será acaso aquello del resguardo positivista
decimonónico, lo de que se debe ser especialista para poder ser juzgado?
Retomo la figura del cacique en México. Se comenta de la poca atención
al teatro. Se dice, además, de la responsabilidad directa (o indirecta) de
Octavio Paz al no mencionar al teatro por celos profesionales con Elena Garro. Mientras
ella ofrecía obra con alto contenido escénico, en estructura y personajes,
incluso de ser la autora de una obra espectacular con un personaje de la Revolución:
Felipe Ángeles, Octavio entraba con una obra, además adaptada, sin chispa
escénica ¿Tanto peso tenía?
Si esto es cierto. Entonces Octavio fue un mimado de la época. Aun más, recorramos
las páginas de la historia con aquella premisa de la existencia del privilegio en
algunos lenguajes de ciertas etapas. Así, hablamos de las eras poéticas, las
visuales, y podemos enumerar una a una. Con ello, las necesidades del público.
Con ello, las bondades poéticas (Las Trampas de la Fe) en la era de Paz.
En la misma página 37, Chirbes afirma: “Hay obras que pueden tejer la
ilusión de que acompañan plácidamente a sus lectores a lo largo de una vida, e
incluso de varias generaciones. Otras, en cambio, nacidas en determinadas
circunstancias, parecen exigirle algo excepcional al lector; se diría que sólo
en momentos privilegiados acceden a comulgar con él. Entonces brillan con un
fulgor”
Cada teórico habla de lo que tiene, lo que vive, pero también es valido
para el artista. Nadie puede hablar de lo que desconoce, más aún, nadie puede
leer sin una referencia sígnica. Las limitaciones de la sociedad del
conocimiento.
Chirbes hace un estudio de la sociedad española. Del sentimiento de los
intelectuales: “Durante cierto tiempo, una parte de mi generación, en España
(como antes y después ha ocurrido en otros países dictatoriales), creyó-creímos-
pulsar el poder de la narrativa en su capacidad para ser odiada y perseguida.
La tozuda brutalidad del franquismo, interviniendo en algunas novelas para
censurarlas, cortándoles algunos pasajes, o prohibiéndolas sin más, pareció que
dotaba al género novelístico de un poder, de una fuerza contestataria que nos
costó tiempo darnos cuenta de que era sólo un poder añadido, un poder que se
ejercía desde el exterior de la obra”
Propuesta generacional. Como antes y después de una dictadura. La luz
parece más intensa, con mayor voltaje. Luego, después de la encandilada, viene
otra visión del mundo. Los hippies abrieron sus tiendas vegetarianas, lanzaron
una alternativa medicinal, en España aparece Almodóvar. “Las editoriales,
muchas de las cuales habían nacido como activos núcleos de resistencia antifranquista,
se resignaban a cumplir el papel de simples empresas de comercio, con nulo afán
de transformación o protagonismo social”
La poesía es un arma cargada de futuro, escribió Gabriel Celaya. Blas de
Otero se pronuncia con mayor fuerza: Bien lo sabéis, vendrán por ti, por mí,
por todos. Aquí no se salva ni Dios, lo asesinaron. Y Paco Ibáñez le dio música,
y fue expulsado de su país.
La historia tiene similitudes. Pero también diferencias. La Revolución
Mexicana responde a ciertas características. Refleja preocupaciones en ciertos
sectores. La clase política en México goza de sentirse indispensable porque
continúa nutriéndose de caudillismo. En la literatura continúa el ejercicio de
mimar a unos cuántos y dejar para los críticos la revisión de los contestatarios,
aquellos que afirman de lleno y de entrada lo establecido.
Las heridas de la Revolución en 1960 continuaban abiertas. Rafael Bernal
publica en Editorial Jus, en el número 16 de la Colección Voces Nuevas, tres
obras de teatro: Antonia, El Maíz de la Casa y La Paz Contigo ¿Acaso esa voz
clamante de justicia de las herencias de la guerra fratricida de 1910 y que se
va hasta el 29?
Por lo pronto retomo dos ideas: Cada época mima a determinados autores.
Porque con ellos público y Estado se legitima. Ser contestatario no siempre lleva
a un cambio. La obra legitima al autor cuando propone cambio, no sólo de visión
del mundo, sino también de técnicas y procesos.
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