jueves, 11 de agosto de 2022

Seguimientos

 

Por: José Ruíz Mercado

No recuerdo (¿1996 o 1999) cuando aparece Polaroids, ese gran hibrido de Douglas Coupland. Ya antes había publicado Generación X, la novela vuelta polémica, la cual marca toda una visión aún para quienes desconocen que existe un autor canadiense quien se atrevió a retratar su periodo en este mundo.

   Escribir para posteriormente aparecer como autor de consulta ya trae un premio al trabajo, al esfuerzo mismo. Escribir para ser tomado como ejemplo fundamental de un periodo, aún sin ser leído por ese vasto público, sólo puede ser un fenómeno actual.

   Generación X la leyó un sector de la población, esa que llamamos sociedad del conocimiento, en 1991. La sociedad del consumo acuñó la frase para decir de los nacidos a partir del exceso poblacional en un departamento: la familia conejo.

   Shampoo Planet pasó en 1992 a engrosar la bibliografía de Coupland. Los personajes de ésta no pasaban de ser unos ambiciosos con deseos de hacerse ricos a la menor provocación. A pesar de la fuerza, la ironía del tratamiento temático no superaba a los anteriores. Los mayores de cuarenta viviendo en la casa paterna, o el para qué estudiar si lo único que se va a conseguir es pagar más impuesto.

   ¿Y qué con Micro Siervos? Esa otra publicada en 1995, la edición en español fue un año después, probable, por la popularidad de los personajes inmiscuidos, los empleados de Microsoft, no es comprendida la universalización del contenido. Los empleados fascinados por la personalidad del patrón ¿Será esta fascinación otra visión del síndrome de Estocolmo?

   Polaroids es toda experimental. Con diálogos del desenfado. Personajes observadores de su circunstancia. Se reconocen ellos mismos parte del ambiente, de la periferia de un encuentro, al cual, posiblemente no desearon llegar, pero jamás interesa.    

   “- ¿Estamos ya en los sesenta? -Pregunta Cheyenne.

   -Los hippies huelen a moco – dice Amy. “

   El desenfado es total. La anécdota es simple. Estudiantes Berkeley dispuestos a la travesía de un concierto de Grateful Dead, en una furgoneta Ford, tal y como alguna vez lo hicieron sus padres.

   En este desenfado, en esta apariencia, se esconde una critica severa. Uno de los personajes dice que aparentan ser los Picapiedra, y es que, hasta donde el reino de las flores no aparentaba un regreso a la economía del autoconsumo, o más, a la sociedad del trueque.

   El llamado a la paz mundial, una de sus principales aportaciones, jamás se concretarían sin una estructura macroeconómica, fue como pensar en un paraíso al interior de una sociedad de consumo, una visión existencial vivencial, sin llegar a lo colectivo. De ahí la frase de Amy.

   Douglas Coupland es el autor del desenfado, se reconoce en su época, la del ciberespacio, la era de las redes sociales. Critica la visión de los sesenta, pero también se adentra en el acontecer noventa con Micro Siervos, la despersonalización, o Generación X, donde sus personajes jamás se van de la casa paterna.

MÉXICO, LA ANTESALA DE LOS SESENTA

   Los autores de los años cincuenta y sesenta en México se mantuvieron en un enfrentamiento logístico entre el discurso nacionalista del Estado y la crisis familiar de un sector de la clase media. José Agustín, el desenfado lingüístico, Gustavo Sainz, la expectativa ¿Y qué decir de Parménides García Saldaña?

   José Agustín escribe un ensayo en el momento preciso: La Nueva Música Clásica; Parménides a su vez hace lo propio con En La Ruta de la Onda. El rock presente, la discusión, los pormenores. El conocimiento de las estructuras musicales.

   El movimiento denominado “la onda” no lo compusieron sólo estos tres, ni el estudio de la música se circunscribe a dos personajes. Fueron revistas, espacios, programas radiofónicos quienes le dieron fuerza para generar una voz.

   Novelas importantes de este grupo son: De Perfil, Se Está Haciendo Tarde, de José Agustín; Pasto Verde de Parménides García Saldaña; Gazapo, La Princesa del Palacio de Hierro, Compadre Lobo de Gustavo Sainz.

RAVE EN LOS NOVENTA

   Se debía voltear la vista para redescubrirse. Saber por donde el camino. Ya no se valía la idealización idealista del camino amarillo (un submarino para Dorothy) Se requería (¿Se requiere?) una voz con fuerza, irónica, mordaz.

   Ya Coupland hizo lo suyo, se pensó en una nueva generación con el matiz noventero. Tijuana se dejó sentir con Contra Cultura (menor) en 1992, luego aparece Metro Pop. Fran Ilich está presente.

   Fran cuestiona a los onderos, cuestiona el rock, se ríe de los hipies ¿Qué dejaron con el amor libre? ¿Sida? Habla de las calles de Tijuana, del rave, de los conciertos, con la fuerza que ofrece la ironía afirma: Somos la generación no entendida, pero, eso, no nos interesa.

   Fran se reconoce en la era de la cibernética, de las redes sociales; debemos de manejarlas con inteligencia, afirma, explora caminos no tradicionales, se dispone la alternativa para observar el XXI


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