martes, 29 de marzo de 2022

Poesía: La Levedad de lo tangible


Por: José Ruíz Mercado

Escuchar hablar de Ezra Pound, de William Carlos William, de Ernesto Cardenal, luego, como con temor, mencionar a Jaime Augusto Shelley, Margaret Randall, Roque Dalton, observar a la distancia las casas plenas en árboles y jardines en la rúa de pedredería nos permite observar una toma de película.

                          Yo tenía un hermano mayor;
                          era siempre cinco años más amable y más sereno

   Alejandro Aura nos llevó en algún momento a iniciarnos en el oficio, la verdad ya ni recuerdo cuando fue, pero tuvo en algún momento que escribirse los principios, las definiciones, los gustos, los preferidos. Y los tomamos como hermano mayor. El oficio se inicia en la lectura.

                           De estos cines, Claudia, de estas
                           de estas carreras de caballos,
                           no quedará nada para la posteridad

    Ernesto Cardenal presente en tono, en espesura de significantes, con ese “no” rotundo a los sonidos, ruidos, condicionantes del verso con el alguna nos identificamos ante la suerte del poeta, cines, fiestas, carreras ya están enunciadas, por eso existen.

                           El poema que tienes en los ojos
                           es aquel que antes
                           al recordar tus ojos
                            y la lumbre que alienta entre tus sienes
                            me senté a escribir en la ventana

   Se dice que Sergio Mondragón es el poeta más cercano, más auténtico de la generación iniciante del Corno Emplumado (la revista dirigida por Margaret Randall, la revista de la unidad entre la música y la leyenda: El Corno, ese instrumento de viento y la figura de Quetzalcóatl, la serpiente emplumada) Ojos/ ventana/ poesía, lo conjugable en la tradición del conocimiento popular. La lectura tras líneas, el segundo plano de la significación. La lectura profunda.

   Se dicen muchas cosas acerca de los poetas, se afirma, se adjetiva, se va por caminos pretendiendo clasificar lo inclasificable, pero, de la obra, del trabajo poco se dice. Falla la teoría, falla la historia, falla esa ranura en el sistema; pareciera aparecer la obra así, de la nada y con ello, el lector se nulifica.

   ¿Qué falta? La pregunta viene. A buscar respuesta cuando a nadie le interesa ¿Quiénes son los poetas? ¿A qué responden? ¿Seguiremos con Manuel Acuña mientras López Velarde se recite en los patios de las escuelas si es que aún persisten los honores a la bandera que ya de antaño se decía mientras en las escuelas religiosas ni se cuestiona lo pedagógico de dar gracias al inicio y fin de semana? ¿Qué falta?

   ¿A quién le interesa que lees si estás próximo a publicar tu libro con los ahorros de cada quincena o los tres pesos de bienestar? Digo, porque las becas de publicación sólo las obtienen los amigos, o los jóvenes iniciantes, o de plano los ancianos próximos a fenecer. De los cambios de la pandemia fueron que hasta los más jóvenes se murieron con el bicho de la psicodelia, y ya ni remordimiento vino, nadie se pudo tomar la foto con COVID ¡Ah, las cosas de este siglo!

   Yo tenía un hermano mayor, pero eso ahora poco importa. Hace años se fue Aura, se fue Shelley, se fue Fuentes, Paz, y muchos otros ya se fueron. La poesía es importante por una razón: Es el producto final de una visión del mundo, nos arropa sin distingos. A cada quién su ideología. La poesía es un arma cargada de futuro, escribió Gabriel Celaya, y luego se cuestiona ¿Cuál futuro después de la pandemia? Bien lo sabéis, vendrán por ti, por mí, por todos. Aquí no se salva ni Dios, lo asesinaron, escribió Blas de Otero.

   Los sociólogos de la cultura, los estetas, los semiólogos, han llegado a conclusiones fuertes, existen periodos en donde la poesía prevalece (es el momento en donde las grandes obras de teatro se escriben), otras es la novela, los periodos de la estabilidad aparente. Son los instantes de la narrativa de aventuras, las ficcionales, las históricas, las estrategias de conducta, y con ello la novela policíaca con sus derivadas, las de espionaje, con sus héroes y antihéroes; luego, la llamada novela negra. Y el cine.

   El cuento tiene otra raíz. Es el comentario a las leyendas, a lo posible. Nace como una consecuencia étnica. Ahí, donde todo es posible.

                           Compañero poeta, te escribo desde mi nave oscura.
                           He consultado a Tiresias para continuar mi viaje.
                           Hay buenas nuevas
                           ¡Qué bien la anda haciendo este Tiresias!
                           Certero y claro como su ceguera.
                           Condición de los dioses, compañero.

   Carlos Prospero está de viaje. Su obra es ese eterno devenir, esa revisión a lo tangible, en el fondo la conjugación histórica de la poesía. Y así nos lo deja ver en la ceguera física de Tiresias, pero, la visión de lo infinito al rememorar paciencia en el conocer.

Carlos, en Respuesta a las criaturas se adentra en el conocer y reconocerse en la historia. De ahí su propuesta, su poética, su hechura.

                             No quiero luz, no quiero.
                             Quiero tu voz que me abre los sentidos dormidos.

De viaje. La poesía está de viaje para encontrarse en todos los puertos, en todos los rincones, pero alguien tiene que decir algo de ella (la voz que abra a los dormidos) Corre el riesgo de estancarse en la levedad.

        

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