Charlas de Sobremesa
Por: Héctor Medina Varalta
A
menudo, en algunas oficinas burocráticas, los empleados minutos antes de salir
hacen fila esperando que el reloj checador marque la hora. Es triste
encontrarse con dichas personas, que por su forma de pensar, jamás saldrán de
la mediocridad. David Swartz, autor del libro “La magia de pensar en grande”,
menciona que para obtener un ascenso en el trabajo hay que pensar
positivamente. El escritor ejemplifica que toda empresa es como un barco y si
la tripulación no asciende de puesto es porque piensa como pasajero, no como
tripulante.
Cómo piensa un tripulante
Sin
embargo, la responsabilidad no es sólo de los empleados, parte de ella la
tienen los patrones que no los motivan. “Motivación”, palabra que lo dice: motivo de acción. Bastaría apretar ese
botón para que los empleados de cualquier negocio o empresa rindan al máximo. A
veces hay excepciones. Resulta que en alguna empresa en la que los empleados
piensan como pasajeros, entra a trabajar una persona que piensa como tripulante
y para desagrado de todos, el nuevo compañero trabaja fuera del horario normal
sin exigir el pago de horas extras, hace sugerencias, expone nuevas ideas y
cuando termina su trabajo, ayuda a sus compañeros. Pero éstos, lejos de
agradecérselo, le hacen la vida imposible. Si el patrón también piensa como
pasajero, de seguro ese tripulante buscará nuevos horizontes.
El cochero y Paganini
Cierta
vez, un cochero quería cobrar de más a paganini, arguyendo que el músico ganaba
más de mil florines por tocar en una sola cuerda. Paganini respondió con
enfado: “El día que usted lleve su coche sobre una sola rueda, también podrá
pedir lo que quiera”.
De
seguro Paganini, para cobrar esa elevada cantidad de dinero, tuvo que pensar
como tripulante. Los que piensan como pasajeros siempre actuarán como el
cochero de este relato. Imitemos a quienes, como Paganini, llegaron a la cima.
Trabajar las ocho horas y cumplir con nuestro trabajo nos proporciona el cheque
de pago y el agradecimiento de nuestros jefes, pero el horario de trabajo se
nos hace monótono porque sólo hacemos lo que ellos esperan de nosotros.
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