martes, 3 de agosto de 2021

Dialéctica no es el Nombre de mi Tia

 

Por: José Ruíz Mercado

La polémica del mecanicismo y el pensamiento lineal, ausente de la abstracción del lenguaje, en fechas recientes se dejó ver con fuerza, con todo lo irracional posible. La pregunta viene enseguida ¿Efecto de la reciente reforma educativa? ¿Acaso vendrá desde más atrás con la llamada Tecnología Educativa? Quizá sea urgente irnos más atrás, cuándo se hablaba de la casualidad y el individualismo.

   Por muchos años la polémica del determinismo fue clave. Luego vino el fatalismo (¿o fue antes?) Vino a salir a flote la crisis de conciencia. Y se dejó ver en la cultura popular, desde “mi sangre aunque plebeya también tiñe de rojo” hasta el himno al reino de ninguna parte “sigo siendo el rey”, así, sin más. La sociedad mexicana (cada cultura canta sus adolescencias) está ahí y continúa.  

   Pero también viene la ironía, el sarcasmo alegre (¡A qué le tiras cuando sueñas mexicano! Ella empacó su bistec… ¿Cuál otra?) Todas respuestas a la circunstancia, el momento histórico fruto de las luchas internas por el poder hegemónico, del lugar correspondiente al lector social (digámosle así al autor), como al público que lo consume.

   Los ejemplos vienen de etapas diferentes. Responden a estéticas, me atrevo a decir, opuestas, su estudio obedece a estilos, grupos sociales, niveles socio económicos, de conocimiento, emocional,  tan opuesto como cercano. Y no es que gane una determinada cantidad pecuniaria, ni el nivel de estudios. Todo esto responde a diversos factores, los cuales, y en la mayoría de los casos, no soy consiente del todo. Se requiere de un estudio a fondo, para entender mi nivel de respuesta ante ciertos estímulos. No es tan simple.

   Para llegar a conocer dicha respuesta se requiere de especialistas. Psicólogos, sociólogos, estetas, lingüistas, politólogos, historiadores, todos en común para lograr ubicar al individuo y sus necesidades, para, con esto, llegar a un aproximado.

   El mecanicismo es fruto de un error metodológico, una falla en el sistema, un pretender homogeneizar sin un sustento real que lo respalde. A nombre de dicha homogeneización se han cometido verdaderos errores, atrocidades, persecuciones. Una vista lineal.

   Se ha escrito hasta el cansancio los procesos por los cuales hemos pasado todo el Siglo XX: Guerras, epidemias, revoluciones, cambios de gobierno, modas, corrientes filosóficas. Se ha escrito, analizado ¿Y sabe qué? Un alto porcentaje, así, altísimo, lo desconoce a pesar de las herramientas de difusión existentes.

   La educación individualista, idealista, carente de método, inmediatista ha sido la triunfante en los últimos años. Ya lo dije en anteriores entregas; desde que El Principito se convirtió en referencia histórico filosófica la banalidad reina. Pero, si me permiten, con esto jamás he negado las cualidades de la obra, lo criticable es la postura de alguno de sus lectores. Pero, creo que no he comentado de El Principito. Algo deja el Siglo XXI.

   El Siglo XVIII escribió a lo largo de este (36500 días) varios elementos, los cuales, se consolidaron en el XIX. No podría dejar de lado todo lo acontecido en el XX. Parecía como si estuviera todo preparado para dar el salto mortal al nuevo milenio.

   Con la entrada al Siglo XX (Se habla de algo tan abstracto como el contar con los tiempos; una manera de decirlo) Llega la velocidad. La marca del Siglo. Cinematógrafo y Ferrocarril. Dos revoluciones, cambio de régimen. Pero, sobre todo, el hermanar Cinematógrafo y Ferrocarril. Se dice que la Revolución Mexicana se hizo en este y se consolidó con ¡Qué Viva México! La Revolución Rusa se consolidó a partir del proyecto cinematográfico del programa Cine, Ojo, Verdad.

   El Siglo XX también fue de los Estridentistas, por lo tanto de Manuel Maples Arce y su poema Urbe, tanto como Los Pirandellos, lo fue entonces de María Luisa Ocampo, Clemente Orozco, José Revueltas, Rosaura Revueltas con su Sal de la Tierra, Octavio Paz, Elena Garro, Carlos Fuentes, y ya en carrera, José Agustín, Emilio Carballido, Gustavo Sainz, y ya en carrera los grandes del cine.

   Si el Siglo XX inauguró la velocidad, también provocó otro lenguaje, otros estilos de narrar, otro ciudadano con otra mira de provocar al mundo: El Neo Realismo Italiano, el Novo Cinema, y nos llegó la radio, los discos (otra manera de escuchar música, de difundirla), y nos llegó la televisión, el vídeo, la era digital. Ya no fue el Siglo, fuimos nosotros.

   ¿Estamos consientes de todo esto? La polémica del mecanicismo y el pensamiento lineal, ausente de la abstracción del lenguaje, ausente, en ocasiones nos perdemos para enarbolar otro dios ausente pero presente: Deux Machina. Con él otra forma de decir muerte y sus rituales.

   Nos tocó nacer en el Siglo de los cambios. De la velocidad y el cáncer. De las máquinas para todo. De las máquinas con virus y los virus como pandemia. Se diría en España, los ordenadores electrónicos tienen virus y necesitan una vacuna, la cual, es necesario renovar. Nos tocó vivir en los años de los virus fabricados y la nanotecnología. La máquina como invento humano tan similar ¿Venimos acaso del simio hacedor de la realidad virtual? ¿Estamos concientes de ello cuando nos desprotegemos por la incomprensión de un concepto? O como diría Sartre: Estamos condenados a la libertad.

   Condenados porque sabemos de la muerte, condenados porque estamos en el aquí, el ahora, la universalizamos. La hacemos propia. Es nuestra angustia, nuestra cultura, nuestro virus, nuestra Serpentina.

   Y aquí inicia la otra historia, acaba de nacer apenas el 10 de julio en La Casa del Mago, la editorial de Hermenegildo Olguín, la obra póstuma de Elizabeth Hernández Sánchez: SERPENTINA. El canto, la visión, la cultura de los pueblos. Elizabeth, a quien festejamos hace un pequeño momento por estar en el diccionario de Escritores Jaliscienses, la investigación de Silvia Quezada.

   “La muerte viene del agua/ del fuego/ del cielo/ del viento/ de la tierra. / Viene desde siempre augusta/ imponente/ inesperada/ déica mira con sus manos impalpables.” Se hace conciente en la inconciencia. Viene, está, se encuentra en todas partes porque es lenguaje, porque es el virus de la sangre, porque es poesía y está en nosotros, y en ustedes, y en ellos como un poema de Blas de Otero (Vendrán por ti/ por mí/ por todos/ Aquí no se salva ni Dios, /lo asesinaron) Y recuerdo a Paco Ibáñez en el Degollado, con su voz de Andalucía comentar de Gloria Fuerte, de Lorca, del mismo Blas. Y fue allá, por el Siglo XX.

   La polémica del mecanicismo y el pensamiento lineal, ausente de la abstracción del lenguaje ¿Será?


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