Por: José Ruíz Mercado
Para muchos la marca discográfica DISCOS PUEBLO probablemente no les
remita imagen alguna; habrá quienes los lleve a un comentario aislado. Para
otros la posibilidad de escuchar la llamada Canción Protesta.
En 1973 se dan a conocer Los
Folkloristas, luego Amparo Ochoa. Llegó el momento para un grupo de Blues
denominado Real de Catorce. Luego vendría la ampliación del repertorio con la
caída de Salvador Allende y la entrada de Augusto Pinochet tras el golpe
militar del 11 de septiembre en Chile.
Se conoció una música
diferente, la cual vino a derivar en lo conocido como canto nuevo. La música
tuvo otros ritmos, otras propuestas, otros ensambles. Otras fronteras. Se
amplió el panorama, no fue sólo el jazz, el rock, el tango. Incluso se vio al
interior.
En la década anterior, con las teorías de Andrè Gunder Frank, Vania Banbirra, entre otros, los postulados de la cultura se vieron cuestionados. Después de la Revolución Cubana, algo tenía que suceder. No puede existir movimiento económico sin cambios en la cultura.
Esta corriente del neo
marxismo encabezada por Gunder Frank y Vania Bambirra analiza la relación de
los países hegemónicos, mencionándolos como los ejes de la Metrópoli ante los
periféricos y, al contrario de los desarrollistas, quienes proponen la
industrialización de los países para salir del subdesarrollo, ellos (Gunder y
Vania) proponen una sociología de la cultura.
Momento crítico para América
Latina. Por una parte, el estructuralismo desarrollista enarbola la tesis del
esquema hegemónico, incluyendo lo cultural, se requiere, para salir del
subdesarrollo, tomar lo de las capitales de la cultura.
Así, se requiere identificarse
con Nueva York, o con París. Se debe estar In, se decía, entonces se era joven,
es decir, se estaba en onda, si vestía acorde a las modas impuestas por el
mercado de los grandes diseñadores.
Momento crítico para América
Latina con sus jefes de Estado en gran pacto con los Gobiernos de los países
eje. Con la hegemonía del gran capital, con la industrialización ante la
destrucción de los campos de cultivo para en su lugar erigir las grandes
empresas de los socios inversionistas extranjeros.
Tiempos complicados, de
grandes cambios. Se habla, se escribe, del impacto en el pensamiento americano
como un bolivarismo. Pero poco se comenta de esta otra vertiente en donde los
nacionalismos surgen como posibilidad.
Una reestructuración en la
poesía, en la música, en la narrativa. Era necesario volver a los orígenes, sí,
y aparece el folklore como ese pago a la deuda de las culturas olvidadas. El
indigenismo presente. Los autores.
DISCOS PUEBLO tuvo su
participación. La música chilena, los cantantes uruguayos, los del exilio.
Luego nace otro sello: NUEVA CULTURA LATIONAMERICANA. Su distribución es
mínima. Casi casera. De venta en algunas librerías. Zonal 3, fue una en
Guadalajara.
Ambos sellos dieron pauta a
una música diferente a la, por entonces escuchada. Algunos jóvenes escuchaban a
los grupos del pop mexicano, la clase media, otros eran asiduos a la cumbia,
los pobres. Otros, quienes tenían acceso a los discos importados, escucharon el
rock inglés.
Así las cosas. La lucha de
clases presente. Estos sellos vinieron a la competencia, a buscar otro público,
otro mundo se abrió. La distribución se amplió en las ferias, las exposiciones
itinerantes, la venta directa. Porque hay que decirlo. La distribución primera
se hizo en el entonces Distrito Federal, hoy Ciudad de México.
Fue necesario quien se lanzara a su distribución fuera de ahí. Quien
conociera a los grupos, quien entendiera de música. Y ahí estuvo, para la
década de los ochenta, quién, de ciudad en ciudad, de feria en feria, el
representante. Porque no sólo fue vender discos, también fue presentar a los
grupos, los solistas de aquellos que grababan en este sello discográfico. Y su
representante lo fue, por varios años Jesús Torres. Y fue desde la Colonia
Obrera a cada rincón de México.
Presente en cada espacio, en cada Peña, en cada feria. Este mes nos dejó; el diez para ser preciso, dos días antes de su cumpleaños
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