martes, 24 de noviembre de 2020

¡Lo Devolvieron!

Por: Blanca Nieves Palacios Barreda

La sorpresa de la decisión tomada por las autoridades estadounidenses de, desestimar todos los cargos que le imputaban, tras una investigación oculta de varios años, con suficientes pruebas como para darle cadena perpetua al General Salvador Cienfuegos, ex secretario de la Defensa Nacional de México durante el sexenio pasado, nos dejó a los mexicanos, poco menos que estupefactos y preguntándonos, periodistas o no, ¿Qué pasó aquí?

La respuesta la dieron el presidente de la República Mexicana, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y su muy cercano secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubón, en su conferencia mañanera del miércoles 18 de nov. del 2020, dijo AMLO: “no se puede acusar a nadie sin pruebas” …y, “menos si no se buscan”, dice la voz popular.

Por su parte Ebrard, como en un acto de justificación declaró: “México, no defendió a una persona, sino al principio de cooperación entre ambos países”, y su muy joven y cercano amigo, Roberto Velasco Alvarez, más conocido como, “lord cacahuate”, en su calidad de vocero de Ebrard y director para América del Norte, puntualizó: “la repatriación del General, respeto a la soberanía y voto de confianza”.

No es posible, por mas respeto y aprecio que se le tenga al presidente que se le pueda dar crédito a sus palabras, porque si bien la detención en Estados Unidos del General Cienfuegos, sin hacerlo del  conocimiento de las autoridades mexicanas, nos demuestra tres cosas: que no hay confianza en las autoridades mexicanas, debido a los altos índices de corrupción que padecemos, sobre todo en el poder judicial;  que no hay cooperación mutua entre ambos países, los beneficios y ventajas siempre han sido para los estadounidenses y que, nuestra soberanía, ha sido pisoteada cada vez que a los gobiernos del vecino país se les antoja.

Caen por tierra estas declaraciones, por su falta de peso frente a los hechos que vivimos los mexicanos, cuando tras décadas, de estar siendo testigos silenciosos de la impunidad de la que el ejército ha gozado, sobre todo los altos mandos, se ponga en duda la culpabilidad de un general, cuando ni al interior del ejército se duda de esa culpabilidad.

Muchos litros de tinta se habrán de gastar, muchas voces habremos de seguir escuchando, los analistas se devanarán los sesos intentando entender que es lo que hay tras esta devolución de un general, que se aseguraba sería sentenciado a cadena perpetua, lo mismo que Joaquín Guzmán,  alias  “el chapo”    la verdad, es difícil saberla, simple y sencillamente porque nos la ocultan; igualmente de siempre hemos sabido que, el primer poder que existe aquí en México, no es el del ejecutivo, el legislativo o judicial, es el del ejército el que se impone porque tienen una férrea disciplina, un enorme presupuesto y tiene las armas, para combatir, no al enemigo que pise nuestro suelo, sino para masacrar al pueblo cuando ellos lo decidan y sus campos militares son inexpugnables para cualquier ciudadano y solo permiten la entrada al presidente y acompañantes, cuando hay algún evento aprobado y permitido por las altas cúpulas militares, llamadas, “cofradías”.

Hemos visto como el presidente alaba al ejército y a la marina, un día sí y otro también; sin poderse asegurar, es de suponerse que, tras negociaciones, el ejército sigue en la calle tolerando lo que nunca habían tolerado, que ciudadanos, los apedreen y los corran de algunos lugares, y que, endureciendo sus mandíbulas, se aferren a sus armas sin utilizarlas; que anden hoy haciendo labores de entrega de comidas, de libros y publiciten esas labores de acercamiento al pueblo, ojala siempre hubiera sido y siguiera siendo así.

Los militares entre ellos se podrán hasta matar, pero no aceptan que sean civiles los que les señale sus atrocidades y entre ellas está, sus complicidades con los cárteles de la delincuencia organizada y es de reiterarse, son los altos mandos los que llegan a acumular fortunas provenientes de aquellos a quien se supone deberían de combatir, que si lo hicieran de verdad, ya no existirían; entonces que el presidente, no nos culpe que podamos pensar que, el ejército le apretó las tuercas para que salieran en defensa de un general de muy dudosa reputación.

Quedará para la historia la duda de, ¿por qué el gobierno de Estados Unidos tras aproximadamente 30 días de haber tenido en prisión a Cienfuegos, de repente, toma la decisión de decir: ahí les va su cochinero de general, con todo y carpeta de investigación de sus delitos y, hagan lo que quiera, con este miembro del “cartel verde olivo”.

bnpb146@hotmail.com

  

  

 

 

 

 

 

 

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