La claridad se quema en el
perfume de las fogatas alucinatorias.
Resplandores puros en los
diamantes derramados del amanecer.
Colores que se preparan en la
micra más abismada del ojo.
Cegueras instantáneas para la
carnívora luz que se difunde
como una amenaza universal,
terrible y solipsista.
David
Huerta
Formo con mi
vocabulario tu contorno,
vahído del recinto
atosigado en que
te avistaban al
garete nuestros plomos.
Desplomadas, las
hostias peristálticas
dan cuenta de las
horas en que te vi fallecer de zozobra.
Hoy las ostras de
terroso verdemar destraban continentes
donde el greco ya no
decora la pared interior de nuestra dicha.
Turiferarios,
ronroneábamos zalamerías edulcoradas
con la mala fe del
usurero y las mitras de la senda recogidas.
Futuribles narinas
y después olfatear el nado del sangrado,
los triángulos como
figuras favoritas a nuestro calor caníbal,
Reseña
(Zapopan 1978), políglota con formación en artes, ciencias sociales y humanidades, cronista del mundo y del inconsciente, perro sin Dios y sin perro. Un par de premios y reconocimientos con fotografía, poesía y ensayo. Algunos textos dispersos en diarios, revistas, sitios web y antologías. Cuatro publicaciones: ensayo, etnografía y poesía. Padre de cinco hijos, huérfano de sí mismo. Los textos aquí presentados son inéditos.
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