La pregunta ociosa ¿A los cuántos años se deja de ser joven? ¿En función
de qué se habla de juventud? ¿Experiencia o desencanto? La temporalidad
siempre presente.
Posible aquello de revisar la cultura, la época, para saber el significado, ya no
del concepto como tal, sino la importancia de entender, comprender el para
qué, el por qué, y su importancia, alcance, social.
Las culturas primigenias sostienen una didáctica especial; sostienen la
importancia de la experiencia con la fuerza y el ímpetu de los jóvenes en
armonía con el esplendor de la niñez.
De ahí la importancia del consejo de ancianos. De ahí la relación con la
naturaleza. Lo tribal radica en esta celebración. Resguardar la tradición para el
bien común, para la identidad de grupo. Todos en la tribu tienen una tarea por
hacer.
En la sociedad occidental, la sociedad mal llamada moderna, existe un
decrecimiento a partir del modelo competitivo, el individualismo impera, la ley
del más fuerte se posesiona. Se educa para un mercado de trabajo.
Un ejemplo, en los planes y programas para el CEDART, en su estructura de
competencias, se habla del trabajador, en los programas anteriores se decía
del educando, y en los programas iniciales, del alumno.
La sociedad industrial es un modelo inmediatista. Se requiere mano de obra,
consumidores, mercancía. Las Revoluciones de los siglos anteriores, desde la
francesa hasta las más recientes, han tomado como bandera la retoma del
humanismo. Otra cosa han sido las guerras para controlar, ya no los países,
sino la humanidad entera.
Difícil comprender este punto. Aún más entender la función del arte en su
lucha por la humanización. Desde el dadaísmo, el estridentísmo, el movimiento
del Angry Young Men en los años cincuenta y posteriormente la generación
Beats.
Difícil entender esa generación industrial en Inglaterra, esa generación que
refleja la amargura de las clases bajas con respecto al sistema socio-político, la
mediocridad e hipocresía de las clases media y baja. Esa juventud pujante ante
una sociedad que les había prometido mucho y no les cumplía.
El Retrato del Artista Adolescente de James Joyce, o el personaje de Ulises
ya venían abriendo camino. Por algo se le catalogó como pornográfica. Y ahí
estaba Kingsley Amis, Harold Pinter, y después, Alun Owens, el autor de A
Hard Days Night con su héroe de la clase obrera. Para dar cabida, con Richard
Léster como director de esa película emblemática de los Beatles.
La generación de una nación pudiente, altamente industrializada,
fundamentada en una economía de Guerra, el imperio británico, sus jóvenes
airados vieron atrás con un futuro incierto. Y sus parientes cercanos, habían
heredado la forma del gran capital, la economía de guerra y la competividad.
Estados Unidos en esa competencia se había enfrascado en conseguir el
mercado asiático. Primero Corea y después Viet-Nam. Sus jóvenes siguieron la
visión de sus hermanos mayores, la generación del golpe había nacido con
Jack Kerouac, Margaret Randall, Ferlingetti, y cuestionaban las universidades
con su enseñanza ¿Cuántos cerebros habían muerto en ellas? La cultura
occidental, ya se había dicho, dejaba mucho que desear.
El 17 de diciembre de 1999, en Lisboa, se firmó un tratado. Los jóvenes entre
10 y 24 años, con esto de las competencias, a pesar de su asistencia a la
escuela, no saben leer (analfabetismo funcional), ni tienen un conocimiento
matemático. La realidad.
Sin el conocimiento matemático no tienen la capacidad de abstracción, su
pensamiento es lineal, operativo. La lectura, al final es una abstracción. Por lo
tanto es matemática, e implica una historicidad.
Por ello, en el tratado de Lisboa, ante el conflicto educativo y la ausencia de
oportunidades, decreta, el 12 de agosto, como el Día Internacional de la
Juventud. En la educación está el cambio, sí, pero el cambio implica, no sólo la
igualdad económica, sino la libertad del pensamiento. La capacidad de
comprender, analizar, hacer una abstracción de lo cotidiano.
Quizá por ésta ausencia no entendamos este mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Este es un espacio donde su opinión cuenta, sin embargo no se permiten mensajes ofensivos hacia ningún sector de la población, sexo, raza o credo; tampoco se permite el uso de palabras soeces.