Por: Rocío Manzano Hernández, psicóloga
El
ser humano está hecho de hábitos, de costumbres, por lo que busca permanecer
estable, en equilibrio sin alterar significativamente su cotidianidad.
Equilibrio, estabilidad y cotidianidad que le proporcionen seguridad. En este
sentido, la actual contingencia ha venido a mover el tapete a la mayoría de las
personas pues ha modificado sus rutinas de alguna u otra forma.
La
permanencia de varias personas, debido a la problemática de salud, por largo
tiempo en un espacio limitado (por más amplio que parezca) ha puesto en
evidencia las debilidades de carácter, facilitando la expresión emociones
contenidas y en algunos caso se ha sido el escenario adecuado para dejar actuar la parte más
oscura de la personalidad.
Aunque
se pertenece a una familia, que conoce profundamente
entre sí, con la que se convive todos los días del año, entre cuyos miembros se
da por hecho que se conocen al derecho y al revés, las cosas cambiaron, en
algunas familias, cuando se pasó a permanecer entre las cuatro paredes del
hogar.
El
confinamiento actual ha orillado a las familias a convivir las veinticuatro
horas del día los siete días de la semana. Es decir, en el vivir cotidiano
“normal” las horas del día se reparten en dormir, la escuela, el trabajo,
hobby, jugar, charlar con los amigos, artes, deportes, etc., pero el
confinamiento ha implicado en muchos permanecer dentro de casa todo el día.
Aunado a la permanente convivencia se debe agregar a esta situación la
preocupación por el riesgo de contagio, la inactividad, el cambio de hábitos,
el desvanecimiento de planes de negocios o vacacionales… y en muchos casos,
lamentablemente, la pérdida de empleo, en realidad para muchas familias no ha
sido nada fácil.
Una
alternativa más profunda es aprovechar el tiempo para la reflexión, mirar hacia
uno mismo. Entonces, vale preguntarse
cómo me siento con esta
situación: débil, ansioso, triste, enojado, esperanzado, etc. También es valido
y necesario plantearse el futuro, cómo voy a salir adelante, hacia dónde debo
encausar mi energía, como puedo aprovechar estas circunstancias para mi
trabajo, negocio, familia, estudios, etc.
Veámoslo
desde otro punto de vista, ¿se puede aprender de esté confinamiento algo que me
ayude a ser mejor ser humano, mejor padre, mejor hijo, mejor ciudadano? Sí.
Sí,
si se logra percibir con todos los sentidos lo que de este tipo de situaciones
se aprende. “La búsqueda del significado es la clave para la salud mental y el
florecimiento humano” dijo Viktor E. Frankl, y en ese mismo sentido humano,
pudiera ser, que esta contingencia sanitaria empuje a los hombres a elevar su
nivel de tolerancia, comprensión, paciencia, respeto, condescendencia,
gratitud, a cambiar de giro, a crear nuevos negocios, a caminar por otros
senderos, etc.
¿Y
a ti que te enseña este confinamiento?
¿En
qué aspecto te pide crecer?
¿Qué
aspecto humano te está ayudando a desarrollar?
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