Camino por las calles de la ciudad que adornadas con
luces de colores anuncian la próxima navidad.
Los parques y plazas repletos de voces anónimas deseosas
de cumplir deseos en una confluencia de diferentes perspectivas coinciden inmersas
en lo que da sentido a su existir y no en su vivir.
Sin perder mi capacidad de
asombro, me conmueve verlos pasar al lado del hombre que duerme en la calle,
quizá sean esas enormes bolsas de regalo lo que les impide verlo; él tiene frió
pero nadie le otorga ni una cálida mirada.
Encuentro un niño con la cara pegada a una vitrina donde se exhiben chocolates de todas partes del
mundo, saborearse es el único recurso que le queda antes que un hombre lo
arranque del vidrio para gritarle:
-¡No quiero verte por
aquí, mugroso!
¿Acaso la Navidad, sólo es para quien la puede comprar?
¿Cuál es su verdadero
sentido?, ¿no es algo trascendental que nutre el espíritu?
Me ha alcanzado
el hastío, no supe dónde se quedó mi entusiasmo. Todo esto es contradictorio; esta época debería ser de alegría, amor y paz.
Las noticias mencionan revueltas, los presidentes piden dinero para guerras y en las familias, abundan las despedidas…., me han dolido las despedías (una en especial), ¿acaso debí esperar que pasara Navidad para decir adiós?
Las noticias mencionan revueltas, los presidentes piden dinero para guerras y en las familias, abundan las despedidas…., me han dolido las despedías (una en especial), ¿acaso debí esperar que pasara Navidad para decir adiós?
Deseo sea pronto
enero, no quiero sentir nostalgia de invierno.
Victoria Falcón Aguila D.R 2014
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