Por: Lourdes Cervantes
No,
no fue su matriz
la
que albergó mi Ser.
Ni,
por entre sus muslos morenos
emergí.
Ni
fue la abundante leche
de
sus generosos senos de “India”,
la
que calmó mi sed
y
sació mi hambre.
Aun
así, por todo ello,
le
amo y admiro más.
Ya
no está, más
tenga
por cierto,
mi
gran Señora,
que
el contundente discurso
de
su ejemplar proceder,
conduce
mis pasos
por
el camino del bien.
¡Madre!
Esta es su obra,
Madre,
descanse en paz.
Dedicado a la memoria de Doña Marcelina Tapia de Vera
y a todas aquellas madres que sin haber llevado en su vientre un hijo,
se ganaron el titulo de "Madre".
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