Por: Blanca Palacios Barreda
Afirmaba el Psicólogo y
Psiquiatra suizo, Carl Jung: “La falacia del cuadro estadístico estriba en que
es unilateral, en la medida en que representa sólo el aspecto promedio de la
realidad y excluye el cuadro total”.
Esto, al parecer es bien sabido
por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), y lo demuestra
presentando diariamente en sus conferencias mañaneras un cúmulo de cuadros
estadísticos que aun cuando contrastan claramente con la realidad que se vive
en este País, influye de tal manera en la psicología de sus fieles seguidores
que dan por hecho que los datos presentados por AMLO, son los reales.
Los mitómanos suelen ser hábiles para convencer, empezando por convencerse a si mismos, de ahí que lo dicho y prometido durante su campaña, creyó que podría cumplirlo, su ánimo crecía a la vez que su soberbia cuando se daba cuenta que convencía a todo un pueblo de que aquí en México habría una verdadera transformación promovida por él.
Sus promesas estaban a la altura
de los deseos y esperanza de millones de mexicanos, tras 70 años de gobiernos
priistas que institucionalizaron a la política como la madre de: la corrupción,
impunidad, autoritarismo y represión, dando el Partido de Acción Nacional (PAN)
por 12 años más, continuidad a este tipo de gobierno.
Era fantástico escuchar a AMLO
decir que “barrería las escaleras de la corrupción de arriba hacia abajo”; “al
Ejercito lo mandaría a los cuarteles”; “se juzgaría a los ex presidentes, no
por venganza, sino por justicia”; y que, “por el bien de México primero los pobres”.
Todo esto se aplaudía en un
zócalo lleno de mexicanos ávidos de un cambio en nuestro querido México, en las
plazas de los Estados y Municipios a los que acudía; muchas mujeres le
empezaron a llamar cariñosamente. “mi cabecita de algodón”, tal como lo
hicieran en la campaña de Enrique Peña Nieto: “bombón, bombón te quiero en mi colchón”,
aunque al término de su mandato se gritó y se sigue gritando: “bombón, bombón
te quiero en la prisión”; eso no sucederá, AMLO le ha brindado todo su apoyo.
Ignoramos cuales fueron los
compromisos que AMLO se vio obligado a hacer, esos no los dice nunca un
Presidente de la República, AMLO no será la excepción, pero lo que se ve, es
difícil ignorarlo, analizarlo y reflexionar sobre ello.
Es de reconocer y aplaudir que a
través de programas sociales de apoyos económicos a las personas que, aunque
sean mínimos, en comparación con los billones de pesos que se recaudan de
impuestos, eso viene resultando insuficiente para combatir una pobreza
enraizada por décadas y sobre todo contrastar lo que prometía con lo que hoy se
hace.
Fuimos y mantenemos la misma
crítica hacia el usurpador ex presidente Felipe Calderón por haber sacado a los
militares a la calle a “enfrentar una guerra contra el narcotráfico” cuando de todos
ha sido conocido los nexos de ejército y narcotráfico que se ha extendido hacia
muchos personajes políticos que ostentan importantes cargos, desde la
presidencia misma de la República, porque al decir del propio AMLO: “el
presidente está enterado de todo”.
Mucho se dice que: “ un solo
hombre no podría cambiar ni las cosas en su casa menos un país y deberíamos
empezar por cambiar nosotros mismos primero”; pero un verdadero cambio se da
con el ejemplo y los ciudadanos lo seguiríamos con mucha fuerza y decisión;
pero desde el inicio al parecer, se le perdió la escoba con la que barrería la
escalera de la corrupción de arriba hacia abajo y fue con esa clase social corrupta y
acostumbrada al poder con la que nutrió su gabinete, al Congreso de la Unión, invitando
a ocupar curules a corruptos de toda
clase como, un Germán Martinez, Napoleón Gómez Urrutia, hasta una Lily Téllez,
entre otros muchos, dejando de lado a miles de capaces y honestos militantes
morenistas.
No será éste un reproche hacia el
Presidente AMLO, pero si un responsable señalamiento, sobre como en su notoria
soberbia, hace a un lado a quien no se somete a sus decisiones por muy
equivocadas que estén; por su falta de cumplimiento a su palabra y promesas hechas,
siempre pensando que es él y solo él, quien tiene la razón.
Hemos visto en este sexenio
muchas de las cosas ya vividas en los anteriores y al señalarlas, a muchos
periodistas les ha valido, sin ningún ápice de humildad, una gran falta de
respeto por parte de AMLO, descalificándolos, adjetivándolos como acostumbra:
neoliberales, fifis, detractores, enemigos de la 4ta Transformación, provocando
con ese tipo de comentarios y comportamientos mañaneros una gran división entre
los mexicanos, algo que nunca debería de haber hecho.
Aun cuando AMLO de manera
recurrente dice en sus mañaneras esa frase de: “no somos los mismos”, estamos
en la obligación de decirle: las personas son distintas, pero las actitudes y
acciones son las mismas.
@blanca palacios
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