Por: José Ruíz Mercado
Hay libros de aparente extravío. Se vuelven
virales cuando un investigador lo descubre. Tienen su historia, su por qué, su
alcance. Estos libros viven el olvido, el rincón de una biblioteca (ya sea
pública o privada), algún espacio en una librería de usado. Son esos libros
perdidos en algún espacio, editados por infinidad de razones; desde las
meramente familiares hasta las institucionales, con todos los perfiles
intermedios, sin importar interés de autor, alcance, temática. Son los fuera de
serie.
Ocasionalmente un estudioso descubre su
existencia. Algunos son descubiertos. Son, esos libros raros, descatalogados,
de edición mínima. Pero también se encuentran aquellos, cuya peculiaridad, tan
individual, los hace ser únicos. Tan fuera de serie.
Podemos encontrar nombres, personajes de índole diversa, títulos, estudios, poesía, narrativa, podemos acercarnos a universos extraños, ediciones cuyo prólogo es un estudio de época, estilístico, independientemente de la obra misma. Para un bibliófilo es una joya. Nos encontramos con la vista de un estudioso, quien nos ubica en la obra de un autor menor, pero, por su conocimiento nos lleva de la mano a conocer, reconocer, ubicar una etapa de la historia (ya sea macro o micro) para entrar en ese universo del prologuista (como del curador). Trabajo desconocido para el lector aficionado, pero, apreciado por el profesional.
Lo mismo acontece con las antologías, las de
estudio, los muestrarios estilísticos, epocales, temáticos; son muy dudosas
aquellas en donde el adjetivo es “lo mejor de…” ¿Cuál es el criterio para
definirlo? Porque para cuantificar algo debe existir su contrario. Aún así,
estas ediciones se convierten en objetos de estudio para comprender los gustos
de un grupo social, su influencia en el medio, hasta para analizar los
conflictos de los grupos sociales. El devenir histórico se ven en estos libros.
Otras veces se convierten en objetos de
culto. Esos libros de tiraje pequeño, hechos como regalo, festejo, fiesta,
ediciones para los amigos. Libros que los cazadores bibliófilos nos encontramos
en esos, cuasi templos, llamados librerías de usado. Así, firmados, dedicados,
en ocasiones para el político en turno. Luego nos enteramos de que no los leyó.
Dichos libros, esos fuera de serie, no
necesariamente deberían estar en el olvido, otras veces no importa el tiempo en
el olvido, en otras, regresan a donde estaban. Complejo el asunto ¿Hasta dónde el
haber estado en el olvido aparente los saca de su momento para ser leídos? ¿Por
qué no fueron comentados cuando debieron serlo? Se dice de una obra cuando
responde a un grupo social, cuando se convierte en vocero grupal, se convierte
en necesidad ¿Qué sucedió?
Cuando un investigador descubre los claves,
puede entrar a cambiar la historia misma, a darle ese giro inesperado (algunos
autores se adentran en su visión del mundo, cambian el giro, revisan su grupo
para llegar a una crítica severa) al grado de aparentar una actitud contestaria,
con la cual llegan a la marginalidad. Son los autores verdaderos del cambio,
quienes, en su mayoría los lectores medios los desconocen y, dan pauta a los
intermedios, quienes son aquellos, cuya obra trasciende por su inmersión en los
gustos; luego vendrán los de la decadencia. De estos tres grupos los dos
últimos son los más conocidos. La tarea del investigador, entre otras, es la de
ubicar, descubrir estos procesos.
Hablar de libros es hablar de autores. Es
hablar de momentos históricamente bien definidos. Es hablar de épocas. Hasta
aquí pareciera referencia a narrativa, poesía, teatro; pero también esto
corresponde a obra teórica. Ensayos cuyo fundamento teórico, método, se
convierten en referentes necesarios para comprender la transformación social.
Varios son los nombres en todas las esferas:
Camino a Tapalpa, de Carlos Palacios Novoa, novela cuya temática es el proceso
de una carretera ideal para llegar más rápido a Vallarta. Teatro Petúl, de
Rosario Castellanos, teatro guiñol escrito para las comunidades de Chiapas, son
sólo algunos nombres y títulos de esos libros fuera de serie.
Pero faltaría mencionar a los incomodos del
sistema. José Revueltas, cuya obra completa no ha sido publicada a pesar de los
esfuerzos de Editorial Era. A Narciso Bassols Batalla con su estudio magistral
acerca de la educación en México. Los estudios de Bolívar Echeverría acerca de
la estética de lo mexicano a partir de los grupos no estudiados del México contemporáneo.
Motivos para desconocer obra y autores son
muchos. El lector medio responde a necesidades concretas del aprendizaje. Tiene
su visión del mundo. Se reconoce a sí mismo en un mundo globalizado. Sabe de
donde provienen sus gustos de lectura, tiene una apreciación de lo literario, respeta
los gustos del consumidor, quien responde a una educación enciclopédica. El
lector medio entiende la otredad como parte de lo social.
El lector especializado llega a recrear el
universo de la lectura. Goza con las obras, revisa, compara, goza, analiza,
tiene una visión estética, goza. Socialmente es menor en la esfera social.
Investiga, critica, produce. Detecta los libros y autores de aparente extravío.
Lo verdaderamente importante de libros,
autores, en el fondo no es la cantidad, ni la calidad de la obra extraviada; es
el estudio de la calidad promedio del lector. Los grupos de lectura, los
círculos, la revisión social a esos montículos para leer en voz alta, nos
tendríamos que preguntar si responden al conocimiento, o al llamado de
pertenecer a un grupo. La necesidad entonces de un estudio a fondo de la
sociología, o más extremo, a la psicología de la cultura.
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