Por: José Ruíz Mercado
¿Por dónde iniciar? ¿Por el concepto? Luego viene lo
difícil ¿Desde cuál teoría? Además, nos acercamos a lo sociológico (y digo
sociológico, no social) ¿A una teoría mercadológica? ¿A una forma de comprender
(¿entender acaso?) el mundo?
Los estudios
antropológicos, las directrices políticas, religiosas, caminan en diversos
senderos, la mayoría opuestos, tanto como estructuras de pensamiento pululan
por el mundo ¿Cuántas vidas tendríamos por recorrer para la comprensión total?
Luego, ¿será necesario?
Los tiempos
cambian. Los lenguajes también. Cada momento tiene su lenguaje. Algunos
significados perduran, pero, otros, aún aparentar la misma estructura, se
transforman, otros aparecen vacíos para llenarse de nuevos contenidos.
En una
primera vista entramos al lenguaje como una estructura cultural. Su transmisión
un derecho, la identificación con el lenguaje un acercamiento de identidad
grupal. Soy en la medida que me identifico con el otro. Esto me permite una
socialización; existo por mis pares.
Hablamos
entonces de un tribalismo. La sociedad completa se conforma de tribus. Las
llamadas tribus urbanas son esto. Un grupo de individuos con respuestas afines,
con lenguajes igual, tanto en el habla como en el vestir. Soy en función del
otro, pero, me siento libre al desconocer mi identidad.
Y si hablamos de lenguaje no olvidemos los cambios históricos, no olvidemos que la homogenización es un fenómeno de despersonalización. Ningún grupo social responde de la misma manera, incluyendo los miembros de una misma familia. No es lo mismo ser el primogénito que el último de la fila.
La educación del primero es ensayo error. Con el último ya sabemos cambiar pañales. Uno de los grandes fallos es creer que, por haber nacido en una fecha, en una ciudad, todos responderán en gustos de consumo por igual. Posiblemente para el mercadólogo esto sea lo ideal tanto como para el sacerdote o cualquier otro ministro de culto. Hace sesenta
años el lenguaje tuvo algunas variables. Un grupo social se asustó, utilizó los
medios electrónicos para satanizar dichas palabras. Hoy sucede el mismo
fenómeno. Un grupo social utiliza los medios electrónicos para repudiar al otro
grupo su falta de respeto al lenguaje. La misma aptitud con otra posibilidad de
herramienta. Hablar de medios electrónicos en los sesenta era mencionar radio,
televisión, cine, pero, sobre todo, la credibilidad a quien lo decía Nadie iba
a contradecir a Cantinflas en aquella escena de moral absoluta, sermonear al
aprendiz de hippie en un bar “existencialista” por haber dejado a su mamá
olvidada en el hospital. Hablar de medios electrónicos hoy en día es hablar de
Internet, de redes sociales. Aquí inicia la diferencia entre las historias.
Todo tiene su
momento, más no todos respondemos igual ante la circunstancia. Los objetos
lucidores ayer en el aparador hoy son de culto en un museo. Incluso, su venta no
fue en una tienda especializada sino en una mueblería.
No todos
respondemos igual, nuestras lecturas, nuestros autores no son los mismos. Hace
sesenta años muchos lectores se cuestionaban con los llamados integrantes de la
onda. José Agustín, Gustavo Sainz, Parménides García Saldaña, se les consideró autores
adolescentes, con todo lo que implica esto (adolescente/ el que adolece) Ya crecerán.
Y crecieron: De Perfil, Gazapo, La Princesa del Palacio de Hierro, Compadre
Lobo, son obras, hoy día, consideradas clásicas.
En el
territorio del ensayo, ese grupo nos ofreció La Nueva Música Clásica, En la
Ruta de la Onda, obras con propuesta metodológica, luego dieron pauta a otros
autores. Víctor Roura con el Viejo Vals de Casa, o Negros de Corazón.
Necesitaron en su momento quien los descubriera. Y lo tuvieron: Emmanuel
Carballo, quien además descubrió a Nelly Campobello, la novelista de la
Revolución Mexicana, la bailarina, la poeta del movimiento.
Cuántos
significados provienen de una sola palabra: Onda, la onda, estar en onda, andas
fuera de onda, onda corta, longitud de onda ¿Qué se entiende hoy día? ¿Qué significa?
¿En donde el territorio del desface?
Carballo comprendió
el derecho a la cultura al permitirnos oler al lenguaje desde otra perspectiva,
abrir los universos alternos, las puertas de la percepción. Fue un visionario
(posiblemente lo que necesitamos hoy en día) mientras estos, y otros autores,
sostuvieron las herramientas. Se requería un teórico que los llevará a otro
nivel de audiencia.
Retomemos. La
cultura tiene matices. Los derechos humanos, entre otros, contemplan el derecho
a la salud, la educación, la libertad de expresión. Muchas veces se queda
corto. Es cuestionable. La libertad a la información implica un territorio
complejo, amplio. ¿Quién a la fecha tiene información de alguno de estos autores,
con sus aportaciones?
La lengua de las
tribus urbanas cambia. Se mueve acorde a los conflictos internos de los grupos
sociales, de nuevo, la hegemonía y la subalternidad. Los cambios de lenguaje
aparecen como una actitud contestaria. Entre más dividida más álgido se ve la
confrontación. Pareciera ser la destrucción total, busca el enfrentamiento. Ambas
partes, quien defiende a los contestatarios como quien los ataca actúa
doctrinariamente. El sumo sacerdote. Ambas partes actúan mecánicamente, en el
mínimo razonamiento.
Al final,
cuando las aguas vuelven a su cauce, ya sin tormenta, el grueso de la tribu va
a olvidar el conflicto para unirse a la hegemonía. Lo negativo al final es la
falla de experiencia. Nadie gana. Sólo unos cuantos, quienes comprenden su
participación histórica.
La cultura es
más amplia. Se requiere de un tratado. De ahí la interrogante ¿Por dónde
iniciar? Decimos cultura, pero, también utilizamos otro concepto que requiere
estudio a profundidad: Derecho, tener derecho, ir derecho. Y si iniciamos
ofertando la teoría de Soy en función de entender la existencia del otro y el
otro no soy yo.
Después hablaremos de esto.
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