Por: Blanca Nieves Palacios Barreda
Daré
inicio a la presente, concatenando tres frases de personajes célebres que, al
analizarlas, reconoceremos en ellas una descripción de lo que ocurre en nuestro
país, México.
“Entre
un gobierno que lo hace mal y un pueblo que lo consciente, hay una complicidad
vergonzosa”, Víctor Hugo.
“Sin
justicia, solo hay divisiones, víctimas y opresores”, Napoleón Bonaparte.
“Los
legisladores, necesitan una escuela de moral”, Simón Bolívar.
No
ha ofrecido el presidente de la República mexicana, Andrés Manuel López
Obrador, una explicación, de
la razón de sus acciones, a los 30’113,483 ciudadanos que, votaron a su favor,
en la coalición, “Juntos Haremos Historia”, (hecha con los Partidos políticos,
MORENA, del Trabajo y Encuentro Social).
Ni
a los 24’861,705 que votaron en contra, aglutinados en dos alianzas, “Todos por
México”
(El
Revolucionario Institucional, Verde Ecologista, y Nueva Alianza) y “México al
frente” (conformados por Acción Nacional, Revolución Democrática, y Movimiento
Ciudadano), así como un candidato independiente.
Tal omisión ha provocado a casi tres años de su mandato, división entre los mexicanos, unos apoyándolo ciegamente, otros criticando cada una de sus acciones y encono y desconfianza hacia su persona, al no ver una aplicación firme y decidida de la justicia, contra ese sector de la sociedad en la que se incluyen los ex presidentes, cuya corrupción ha puesto entre los primeros lugares a nuestro país a nivel mundial.
Es notorio que las intenciones que el presidente anunciara al pueblo, mediante promesas de un verdadero cambio, al que llamó, la 4ta Transformación, han quedado en gran medida en eso, en intenciones, pues todo aquello que un pueblo ávido de justicia, tras décadas de autoritarismo, desigualdad, corrupción y una situación de violencia, tanto por parte de las autoridades y delincuencia organizada, aun se deja sentir.
Las
críticas constructivas hechas al presidente, desde el momento mismo en el que
dio a conocer quienes conformarían su gabinete, fueron totalmente desoídas;
aferrado a su política de “puertas abiertas”, el caballo de Troya entró a
Palacio, cargando a muchos de sus acérrimos enemigos.
Insuficiente
será el apoyo de un pueblo, en el que sustenta su fortaleza y popularidad,
contra todos aquellos empresarios que han sentido amenazadas sus
multimillonarias fortunas y que han venido impidiendo la puesta en práctica de ese
proyecto de terminar con la corrupción e instaurar una sociedad igualitaria, lo
que significaría terminar con la enorme pobreza que sigue como un cáncer
haciendo metástasis por todos lados.
Las
frases de reconocimiento y respeto al ejército, se parecen más a un
sometimiento, que se han vuelto cotidianas, tanto en sus conferencias mañaneras,
como en sus recorridos por los Estados, refrendando ese apoyo otorgando
millonarias cantidades a su presupuesto.
La
más reciente cantidad anunciada por el presidente para el ejército asciende a,
50 mil millones de pesos, que queda corta en lo que al presupuesto anual disponen las fuerzas
armadas; no siendo así en lo que a las dos áreas más importantes en una
sociedad se refiere: salud y educación.
Ocioso
resulta dar cifras de lo destinado a estos dos sectores y otros más, pues la
respuesta del presidente es ya de sobra conocida: “yo tengo otros datos” y de
pasada desacredita a todo aquel periodista o investigador, que se atreva a
refutar esos, “sus datos”.
No
extraña a los mexicanos, las Reformas a nuestra Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, cada presidente se las ha venido haciendo en función
de sus intereses personales, entreguistas y perversos y nuestros
“representantes populares” -que solo a ellos se representan-, aprueban todo
aquello mandatado por el poder ejecutivo, esto es, el presidente.
Nuestra
Constitución, con reforma en 1917 y hasta la fecha, ha sido reformada en 741
ocasiones, a través de 233 decretos aprobados por el Constituyente Permanente,
haciendo de la Constitución Política de México una de las más reformadas en
todo el mundo, señala una investigación elaborada por la Dirección General de
Difusión y Publicaciones del Instituto Belisario Domínguez del Senado de la
República (IBD).
Causa
extrañeza pues que, el Decreto mandatado por el presidente López Obrador, en el
que da a conocer que, “ningún funcionario público, devengaría un salario
superior al del presidente”, no sea respetado por ninguno de esos funcionarios
que viven del erario público, empezando con los magistrados de la Suprema Corte
de Justicia de la Nación (SCJN).
Inexplicable
resulta que teniendo el presidente de la República la llave de la caja fuerte
(Hacienda y Crédito Público) donde se depositan nuestros impuestos, que
ascienden a billones de pesos, permita sea ignorado el Decreto en mención.
De
seguir en esa ruta de flaqueza y debilidad ante sus “adversarios” e insistir en
eso de, “abrazos no balazos”, le adjudicaría al presidente aquello que dijera Víctor
Hugo: “Ser bueno es fácil, lo difícil es ser justo”.
bnpb146@hotmail.com
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