Los mexicanos, somos reconocidos
de manera ambivalente; hay quienes nos consideran: flojos, irresponsables,
borrachos, mujeriegos y jugadores, sobre todo, por muchas canciones que así
describen a los hombres y a las mujeres, sumisas, fieles y calladitas.
Otra opinión es en el sentido de
que: hombres y mujeres, somos valientes, corruptos y tranzas; tales
percepciones tienen parte de verdad y de mentira, y no se puede generalizar; lo
que si podemos asegurar nosotros mismos los mexicanos es que, destacan, que no
abundan, los corruptos y tranzas y generalmente son los funcionarios, desde un
Sindico, hasta un presidente de la República.
Esto era bien sabido por el actual presidente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y supo capitalizar tanto el enojo de la ciudadanía, como el hecho de que la deidificación (Definición de WordReference.com: “divinización, ensalzamiento, o trato como dios; la deidificación de los dictadores es una arma propagandística”), ha predominado por décadas entre los ciudadanos, quienes habían venido esperando a un líder tipo, Emiliano Zapata, Francisco Villa que “luchara contra los ricos para favorecer a los pobres”.
Tras dos años de su mandato, hemos visto que AMLO ha establecido un estilo de gobernar muy personal, olvidando que lo que se ha esperado es un verdadero cambio de sistema de gobierno.¿Qué ha hecho y que no ha hecho el
presidente en estos dos años? Por principio, no ejercer debidamente la
autoridad que el pueblo le confirió, tomando las acciones debidas para que
todos los funcionarios acataran su decreto de bajar el salario y terminar con
esos privilegios que son parte de la corrupción que sus antecesores
institucionalizaron y atacarla de manera frontal, sin obedecer los artilugios
legaloides que les permiten seguir disfrutando de todo lo robado al pueblo.
Ha puesto en manos del Ejército hasta la aplicación de los exámenes que se aplican a los Médicos, que aspiran a cursar una especialidad; la construcción de todas las obras del país, bajo el argumento de que: “el Ejercito es quien detenta la patente de la honestidad, rectitud y verticalidad”, las alabanzas hacia ésta institución armada es cosa de todos los días, se perdió para AMLO, la triste y cruel historia de todo aquello que el ejército ha hecho contra el pueblo y lo ha defendido hasta la ignominia, ahí está el caso del Gral. Salvador Cienfuegos.
El nombramiento de muchos de sus cercanos colaboradores desmiente por sí mismo su intención de una 4ta Transformación, basta ver quiénes son dichos personajes y su procedencia política y social.
Aquello de: “las condiciones no
están dadas”, sigue tan vigente como hace 30 o 40 años y ni se habla de
estatizar los Bancos, ni de quitar las casetas de cobro en carreteras, ni de
encarcelar a los delincuentes de la mafia del poder, (todos se han convertido
en “testigos colaboradores”, se enferman, se amparan, pagan una fianza ridícula
y siguen en libertad).
Las Universidades Estatales, en manos de verdaderos fraudeadores de los subsidios que se les otorgan, en tanto miles de universitarios que aspiran a ingresar en ellas, siguen siendo rechazados.
AMLO, se ha convertido en el
receptáculo de las denostaciones de los adversarios, que bien sabemos existen y
pierde su tiempo en sus mañaneras, dando respuesta y enfrascado en un pleito
que, contrasta con aquello de: “amor y paz”, “abrazos, no balazos”;
agregaríamos: el silencio vale oro, cuando los vómitos verbales tienen sello y
firma.
Se sigue en espera de un cambio
de sistema, no solo de presidente.
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