domingo, 21 de marzo de 2021

A un Paso

Por: José Ruíz Mercado

Marzo es un mes representativo en las fiestas agrícolas. Las culturas primigenias se preparaban para la siembra. Los rituales, por lo tanto, llenos de colorido, ritmo, prestos a la imaginación. Además, era el mejor momento para agradecer a los ancestros la herencia recibida: El conocimiento.
Ritual. Homenaje. Reconocimiento. Marzo en concierto planeta, tercer mes. Símbolo urgente de armonía. Coincidencia o no el año con la suma de sus meses nos da 3 (12= 1+2=3) y (3x3=9) 27 también da 9, y el 27 de marzo es el Día Internacional del Teatro.

Día propuesto por la UNESCO como el día de la armonía. Proclamado a partir de 1961 como un día para celebrar la comunión en comunidad, memoria histórica, la celebración de agradecimiento a quienes nos dieron el conocimiento.
Cada año un personaje de las altas esferas de la escena escribe una carta, la cual se lee en todos los rincones donde se realice un evento. Dos personalidades del teatro mexicano han dado a conocer su versión teatral al mundo. En el año 2006, Víctor Hugo Rascón Banda; en el 2018 Sabina Berman.

En lo personal, la herencia recibida. El homenaje a quienes dieron pauta, con su entrega, dedicación, propuesta.
Dos personajes del teatro local son, en lo personal, a quienes les debo la memoria: Daniel Salazar y Héctor Monteón. Personalidades cuya dedicación, entrega, al teatro, provocaron la vocación de revisar obra e individuo hacedor de la cultura. Lo importante de los espacios, no son los edificios, sino los individuos que lo habitan.

Siendo estudiante de la entonces Facultad de Filosofía y Letras (El director era Francisco Ayón Zester), formamos un grupo de teatro: Rodolfo Quintero, Basilio Mora (y otros que no recuerdo) éramos los integrantes. Ese año, el entonces Departamento de Bellas Artes del Estado de Jalisco, convocó a un concurso de obras de teatro financiado por Tufic Marón, al cual entré, luego llegó otra convocatoria, la del INJUVE. Así, 1973 se convirtió en mi año de inicio.
Menciono esto, como un antecedente, a los años, del núcleo cultural del Agua Azul, donde está enclavado el Teatro Experimental de Jalisco. Con la Casa de la Cultura, en donde existió un café teatro, un auditorio y espacios para ensayo. A un lado un museo de sitio, y enfrente, otro teatro. Hoy esto ya no existe.

Los espacios se vuelven emblemáticos por la actividad y su gente. No es gratuito. El Teatro Experimental de Jalisco se construyó a partir de la iniciativa de la comunidad teatral. Tufic Marón, David G Zumaya, ese grupo de Las Máscaras, emblemático.  Esto lo hace tener un valor por sí mismo.
Escribió Héctor Monteón en la Revista Escena: “Ayer, surgía el Teatro Experimental de Jalisco, como resultado del trabajo profesional y continuo de gentes que comprendían que, el teatro, como manifestación cultural y artística, es indispensable en la vida de un pueblo”.

Teatro Experimental de Jalisco no es sólo un edificio. Guarda en sus muros la historia ideológica de un pueblo; desde la moral al exigir cubrir un desnudo del mural, como ese personaje de la Commoedia D’ll Arte que requiere de ser cubierta (la belleza femenina necesita cubrirse), hasta el entreguismo del autor que sigue las reglas del vulgo para ser aplaudido; hasta los pleitos de los grupos hegemónicos por ser los privilegiados por un espacio.
Aquí se realizaron los Festivales Nacionales de Teatro. En 1978 participé bajo la dirección de Roberto Vázquez en la Obra de Jacinto Benavente, Los Intereses Creados. Compartiendo créditos con Mary Paz Gómez Pruneda, Gabriel Gutiérrez, Jorge Díaz Topete, entre otros.

Un año después Gabriel Gutiérrez, con su grupo Charlot, montó Misterios Bufos, de Darío Fo, obra seleccionada para la Muestra Nacional, ese año realizada en Veracruz, Veracruz. Martha Morales, Arístides Amílcar, fuimos parte del elenco.
En 1980 el Teatro cumplió 20 años. Una carta de los integrantes de la Revista Escena, dirigida por Héctor Monteón, envío una carta al entonces jefe del Departamento de Bellas Artes, Alejandro Matos, con fecha Enero 18 de 1980, la cual iniciaba:
“En el presente año, nuestro Teatro Experimental de Jalisco cumple 20 años de su fundación; durante ese lapso de tiempo, el T.E.J., ha dado cabida a cientos de teatristas, que han hecho presente su interés y dedicación por los quehaceres escénicos y algunos de ellos, se han significado a un nivel nacional, trascendiendo a la vez, el nombre de nuestro teatro local.”
En dicha carta se solicitaba, colocar en el vestíbulo los nombres de: Luis Manuel Portilla, Francisco Rea González, Francisco Aceves, Ernesto Pruneda, Guadalupe Segura, Francisco Salazar, Guillermina Garcidueñas. Y cerraba la misiva: A ellos nuestra admiración y respeto.
Los espacios son parte de la historia de un pueblo, una nación, una época, representan el transcurso de la historia. Los edificios se convierten en documentos. Lo que albergan son los cientos de historias de vida multiplicada geométricamente cuando esas historias, esos individuos con sus historias son parte de los núcleos sociales, de esos que le dan identidad a la comunidad.

Los documentos visuales, sus autores, también son parte integral de esta historia. Marcos Canizales es un referente inmediato. Su obra tiene un estilo peculiar. Por muchos años capto los momentos cumbres de los montajes de Consuelo Pruneda, Gabriel Gutiérrez, Roberto Vázquez, entre otros. Y si esto es historia, una historia no documentada, los siguientes años continuaron exponiéndose con obras, estrenos, muestras. El Teatro Experimental de Jalisco dejó de ser la sede de la Muestra Nacional.
EL T.E.J. (como se le llamó cariñosamente por la gente de teatro) dejó de ser la sede de las muestras estatales, luego perdió también la Nacional, para volverse un caos en diversos espacios. Poco a poco perdió la quincena. Y es que, esas muestras eran quince días.

Para terminar el Siglo XX, octubre de 1999, se realizó una muestra de autores jaliscienses, entre los que se contaba con Mary Paz Gómez Pruneda, Jorge Fábregas, y yo. Así como la presentación de un libro con las obras ahí presentadas, prologado por Vicente Leñero.

En ese momento nadie habló de los cuarenta años del recinto.

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