Por: Alejandro Ruíz Robles
En casa como en la escuela siempre nos
enseñan desde pequeños: “¡No hagas a otros lo que no
quieras que te hagan!”. Y bajo esa premisa, empezamos a convivir tratando de
compartir con alegría y sin malicia, sólo por jugar; conforme avanzan las
relaciones cambiamos nuestra actitud, ya sea por carácter, temperamento,
interés o bien, como acción o reacción a lo que vivimos.
Y con esos
cambios, la dulzura y alegría disminuye de nuestro trato y aparecen rasgos que
complican nuestro entendimiento con otros.
La premisa
cambia y tal pareciera que ahora surge una más complicada: “¡Con la edad, llegan
los mayores prejuicios y por ende, un comportamiento sumamente complejo!”
¡Cuando las sonrisas desaparecen de nuestra
cara, es un buen momento para analizar la razón!
Y conforme avanzamos los niveles escolares y
el acceso a los trabajos, adicionamos cada vez más
características a nuestra conducta que a veces sorprenden a quienes nos conocen
e incluso, a nosotros mismos. La sencillez y alegría que distinguía nuestro comportamiento
se va adecuando a nuestras realidades hasta llegar a ser inversamente
proporcional a como actuábamos. Es decir, pasamos a ser ahora serios y
complicados.
Desde
luego, parte de ello se justifica en la tensión de nuestra vida profesional y
personal, más las complicaciones que surgen del día a día. Quizás nunca
imaginamos ni deseamos tal transformación, pero es parte de nuestro crecimiento.
Conforme avanzamos en nuestra vida, cada uno de nosotros enfrentamos situaciones que nos dan la posibilidad de proyectar luz o sólo ser sombra para el entorno.
TRIUNFAR NO IMPLICA PERDERTE.
Tristemente,
hay quienes conforme logran las metas trazadas, se olvidan de sus orígenes y se
pierden en si mismos. La risa franca da paso al sarcasmo, la mirada noble a la
envidia y la nobleza a la arrogancia. El poder que da el conquistar las metas
debiera convertirse en un incentivo para alcanzar otras metas; sin embargo, al
no entenderse así, se convierte en una forma de opulencia ante el resto.
No hay
mérito en lastimar a otros para mostrar el lugar que tenemos ni mucho menos
tomar ventaja de ello para actuar en forma distinta a la debida.
Alcanzar
una meta implica trabajo, constancia y entrega digna de admiración o
reconocimiento, pero no justifica en forma alguna que quien lo haya logrado menosprecie
a quienes no lo han conseguido o están supeditados en forma alguna a dicha
meta. No hay
mayor reconocimiento al resultado obtenido por otro, que cuando éste lo
comparte con el resto.
SER VIL NO ES UN PRIVILEGIO.
Si la vida
te ha premiado con una posición preferencial o han sido tus esfuerzos los que
te han llevado ahí, ¡excelente!, analiza la situación, explora nuevas metas y
aprovecha tus recursos para seguir avanzando. Toma en cuenta que tu actitud con
el mundo te permitirá crear alianzas o hacer equipos que te lleven al progreso
estimado.
El respeto
que muestres por ti y por las personas que están a tu lado te llevará a crear
la base de sinergias que favorezcan tus objetivos; por el contrario, un
comportamiento distinto hará que tú mismo dificultes tu andar.
Ni se
entiende ni se justifica que haya personas que desprecien a quienes están a su
lado buscando objetivos comunes; la vileza de quien lidera solo lleva a mostrar
su bajeza como persona.
Sumar personas afines a tus principios y
valores te pondrán en caminos óptimos para alcanzar tus metas. ¡Siéntete
privilegiado al hacerlo!
SER LIBRE, NUNCA ESCLAVO.
Es tan
válido reconocerte cuando consigues la meta fijada como compartirla con todos
aquellos que han participado de ella; sin dar lugar a que se origine una
vanidad que transforme tu mérito en arrogancia.
Recuerda
que si con esa actitud has alcanzado lo deseado no hay razón para cambiarla;
por el contrario, asume la responsabilidad de ello y toma nota de los factores,
elementos y circunstancias que te llevaron a ello entendiendo que, si con un
carácter empático con el resto lo lograste, podrás avanzar más de mantenerlo.
Por más
aislado que haya sido tu esfuerzo, resulta evidente que este fue posible con la
participación de personas que han contribuido en menor o mayor medida;
reconócelas y comparte los frutos obtenidos. La soberbia nunca hará personas libres por el
contrario, sólo resentidas que son presas de su propio ego.
ACTITUD DE DIVA.
Mención
aparte merece la arrogancia que mostramos por un logro obtenido. ¿Qué nos hace
tenerla?
¿Hay algo
más desagradable que mostrar una forma de ser que no corresponde al diálogo
franco y equilibrado que las demás personas pretenden con nosotros?. máxime si
es para atender necesidades colectivas y comunes a un grupo.
Sin duda,
miramos en las películas personajes altivos que responden a la trama, pero ¿es
necesario tenerlos en nuestra vida?
Para
afrontar un problema común debemos buscar la colaboración de los que resultan
afectados, no permitamos que las actitudes negativas incrementen el problema de
tal manera que impidan su solución. Al analizar en conjunto una situación y buscar un
mayor entendimiento, prescindamos de quienes restan al grupo y aprovechemos el
ánimo de quienes buscan sumar.
Ten la sensibilidad siempre para atender a
las personas y entender las situaciones conforme se presenten. Muestra que, si
bien tienes la astucia necesaria para llegar a la cima y el tesón para mantener
el paso, tu corazón siempre estará para expresar la actitud o palabra adecuada
para quienes se presentan en el camino o colaboran contigo.
Todos tenemos errores y nadie nace ni se hace
perfecto, ten la calma para conocer los motivos que se presentan en las fallas
y adopta las que sean más adecuadas para conseguir los resultados deseados;
siempre considerando que el diálogo posibilita el entendimiento con las
personas.
Demás está recurrir a la violencia en
cualquier forma ante un error; habla con la fuerza que da la razón y la
sutileza que da el corazón, haciendo ver que es un esfuerzo de conjunto.
Generemos las condiciones para construir caminos no para destruirlos.
¡Una palabra cordial puede abrir más puertas que la violencia de un
grito!
CON LA MEJOR SONRISA.
Cita un
refrán: “Al mal tiempo, buena cara” y tal pareciera que únicamente debiéramos
sólo para esos momentos ser positivos, pero en nosotros está incorporar dicha
actitud en todo momento.
¿Hay algo
más grato que al dirigirnos a una persona, ésta nos reciba con una sonrisa?
Si nos
gusta, propiciemos sonrisas con nuestro trato.
La buena
vibra se siente al momento en que estamos con quien la tiene, mantengamos esa
chispa; no la rompamos. Hagamos todo por fomentar armonía con nuestro trato y
seamos conscientes de que ello es óptimo para alcanzar metas comunes.
Si hacemos sentir confortables a quienes están
con nosotros, mostraremos el primer paso para alcanzar nuestros sueños.
SUMAR SIN RESTAR.
En
cualquier tiempo, las sociedades por pequeñas que sean requieren tener líderes
que inspiren al resto a alcanzar metas; asumamos el rol que nos corresponde y
seamos quienes mostremos valores y principios en nuestro trato. Es posible que
no seamos formalmente quienes instruyan para ejecutar las acciones, pero si
podemos ser quienes con actitud positiva armonicen las voluntades y den ejemplo
de colaboración para lograr los objetivos.
Seamos la
semilla de la sinergia con nuestra disposición, acción y colaboración.
Puede ser
difícil de entenderlo con números, pero la actitud hace la magia. ¡La suma de
voluntades transforma la aritmética simple en exponenciales y sus resultados
siempre serán mayores a los estimados!
TU ACTITUD ES TU MAGIA.
¿Has tomado en cuenta la importancia de tu sonrisa?, si a ella agregas humildad, respeto,
alegría, sin duda iniciarás un momento mágico.
Una actitud positiva, expresiones de calidad
y trato agradable facilitarán la comunicación. ¡No te distraigas en mostrar a alguien distinto!
Esta vida es para disfrutarla, mantente
siendo la persona sencilla y alegre que se divertía colaborando con sus amigos
de pequeño… ¡No pierdas el tiempo creando a un ser soberbio, irrespetuoso,
despreciable! Las divas sólo funcionan en las películas.
Sé sonrisa para quien esté contigo y haz que valore el compartir esos
momentos y en tu ausencia, tenga el gusto de recordarlos.
Estés en una posición privilegiada o
desfavorecida, sigues siendo la misma persona, no cambies tu actitud en función
de los resultados, mejor adecua tus planes y esfuerzos para que logres más y
los conserves.
La vida puede ser un espiral, una ruleta y
para otros, una tómbola, pero lo cierto es que hay que vivirla lo mejor
posible. A
partir de ahora, ¿cómo tratarás a la gente? ¡Cómo te gusta que te traten!
Posdata: Siembra sonrisas para cosechar
sentimientos positivos.
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