domingo, 11 de octubre de 2020

 

Por: José Ruiz Mercado
    Hubo un tiempo cuando una guerra ofreció un panorama poco alentador. Hubo un tiempo cuando los hijos de la historia regresaron los ojos a la intimidad del hogar o a la complicidad de la calle. Hubo un tiempo. 
Nacidos en los años cuarenta los personajes de ese momento de la historia del mundo han dado su aportación. Álgido instante para la humanidad toda. Fueron los tiempos de voltear a ver la entrada al inframundo, de revisar los acontecimientos todos. 
En medio de las alarmas de sirenas ante la posibilidad remota de un bombardeo (ya el 19 de abril se había descubierto una fosa con 40 mil judíos en Varsovia) el 22 nacía una niña en Nueva York la cual bautizan como Louise Elisabeth Glück. Me imagino una escena con bango y batería con voz de fondo: It´s a girl. 
Louise hija de padre húngaro, con una crisis severa de anorexia nerviosa junto a un deseo frustrado de ser escritor, Daniel Glück, hijo de padres húngaros judíos, emigrantes en Nueva York; con una madre descendiente de rusos, Beatrice Grosby, abren una verdulería al estilo de los emigrantes de aquellos años. 
La relación con el padre la lleva al encuentro con la literatura. El clasicismo inicia sus lecturas. Principalmente la mitología griega. Luego la envuelve la figura de Juana de Arco; se convierte en lo mítico. 
La historia de héroes, heroínas llevada al extremo fue parte de la infancia de la pequeña Louise, los años de la otra emigración, de los personajes de fuera, de los nuevos ciudadanos. 
Los súper héroes hoy conocidos aparecieron en esos años de la guerra. Con fundamento en la mitología, todos vienen de otros espacios, son emigrantes, desde Superman (1933/ 1938) Batman (1939) y por supuesto, la figura mítica, heroína prototipo de la liberación femenina, la Princesa Guerrera, Diana de Temiscira, La Mujer Maravilla (1941/ 1942). 
La Mujer Maravilla, quien en algún momento peleó contra personajes nazis, proveniente amazónica, la Mujer con ese aire de justicia anti germánica, fue el aire respirable para esa infancia de Louise. Jamás he dicho lectora, sencillamente, respiraba ese ambiente de emigrantes con el ideal muy en alto.Toda época histórica sostiene un inconciente colectivo. Ideales, miedos, metas se comparten en cada etapa por las características, las crisis. Se presentan como si fueran individuales. Va a depender del grado de conciencia el comprender, entender, para al final darle una lectura. 
El periodo de la guerra ofrece un panorama devastador, caótico, pero sobre todo pide una vista al pasado. Conciente o no, el individuo hace una lectura de su entorno, responde así a su circunstancia. 
Cuna hace historia. Daniel Glück hereda el gusto por las letras a su hija, pero también hereda esas lecturas a su tiempo histórico. Unos años más tarde, el 2006, Louise publica Averno. El mito del descenso de Perséfone en el cautiverio de Hades. Averno es el nombre dado a un cráter cerca de Cumas, la entrada al inframundo según la mitología romana. 
En algún momento escribió una frase casi lapidaria, que en mucho nos recuerda esta idea de la cuna: “Miramos el mundo una sola vez en la infancia. El resto es memoria.” La mirada al mundo en esos tiempos de la guerra. Los primeros visos de la vida. ¿Cuántos años guardamos en la memoria histórica, la nuestra, esos años de la infancia? ¿Y cómo la continuamos deshilvanando a lo largo de nuestro continuar por el mundo? Más aún cuando la circunstancia familiar nos lleva con un padre anoréxico. 
La poética de Louise no es contemplativa, al contrario, está llena de reflexiones, de cuestionamientos alrededor del objeto vida. De entrar al mundo de la filosofía sin llegar a ser un texto filosófico. 
“Los poemas no perduran como objetos sino como presencias” Afirma. Entonces ese objeto vida es presencia y la memoria perceptible. Luego entonces, esos años de memoria nos permiten recrear nuestro futuro que es el arte de la deconstrucción. La palabra, la imagen la idea se convierte en el imaginario colectivo al recrear las presencias tangibles sociales, la revisión del pasado en ese presente salto al futuro. Los nacidos en este periodo mitad del siglo XX comprendieron la importancia de ver lo que antecede, ya no en un presentismo sino en un estar aquí como consecuencia. 
“Aún aquí, aún en los comienzos del amor/ su mano al abandonar la cara/ da una impresión de despedida” Un poema visual. Un poema intimista. Un poema donde la relación se vuelve una resolución presencial. Única. 
Todo jardín escrito tiene sus riesgos, sí, porque desde los inicios ya está delimitando su acontecer posterior. De ahí ese dibujar del entorno, o como ella misma lo dice: Mueres cuando tu espíritu muere. 
Todo jardín escrito tiene sus riesgos. Sí; porque desde ya se le define, y la definición mantiene un límite, una periodicidad perene la cual se sostiene en la memoria, la cual es producto del pasado. 
Me imagino a la vida como al gran pastelero con sus kilos de harina, sus ingredientes todos, hacer los grandes recipientes para posteriormente hacer una mezcla, a la cual tendrá que dosificar para el pastel, para las pastas, para la fiesta. Así, una a una, las porciones, guardarán en la memoria material la cantidad, la intensidad de batida. La niñez amasando la memoria. 
Louise Glück sostiene en sus libros el reconocimiento a la dedicación, a las lecturas, a la revisión de su espacio, a la lectura del mismo. Todo autor que se trasciende conoce, se reconoce en su mundo, en su espacio. Se entrega. 
La cultura clásica se ve, se percibe poro a poro. Vivió su infancia en ese devenir histórico de la sociedad en dónde era importante revisar los antecedentes culturales, los propios no, como lo diría el Romanticismo, sino la clasicidad. 
Era importante revisar el paisaje y se pregunta ¿Qué es lo que sé de este lugar? Porque en mi infancia se me dijo emigrante por haber nacido de padres emigrantes como muchos otros de estos suelos. 
Por esto, cuando se le llamó para decirle del triunfo, dijo: Soy una mujer blanca, estaunidense. Mito o leyenda. Louise Elisabeth Glück, premio Nobel 2020.

         NOSTOS**

Había un manzano en el patio -- 
esto habrá sido
hace cuarenta años -- detrás,
sólo praderas. Montones
de crocus en el pasto mojado.
Yo me paraba junto a esa ventana:
fines de abril. Flores
de primavera en el patio vecino.
¿Cuántas veces el árbol floreció,
de verdad, para mi cumpleaños,
el día exacto, no antes,
ni después? Sustitución
de lo inmutable
por lo que cambia, por lo que evoluciona.
Sustitución de la imagen
por la tierra implacable. ¿Qué
es lo que sé de este lugar?
El papel de ese árbol confundido por
décadas con un bonsái, las voces
subiendo desde las canchas de tenis –
Los campos. Olor a pasto crecido, recién cortado.
Lo que se espera de un poeta lírico.
Miramos el mundo una sola vez, en la infancia.
El resto es memoria.

 **Nostos: ( Griego:νόστος) (pl. nostoi) Regreso al hogar.

 


1 comentario:

  1. Gracias por presentarnos a la escritora, por tantos de nosotros desconocida.

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