Por: José Ruíz Mercado
Me lo dijo así de pronto ¡Me gustan las historias! No tuve más remedio
que contarle una como todas las que se cuentan con esa parte de verdad
combinada de mentira si no pierde su interés aunque no siempre de importancia.
Bueno, inicié.
Apenas pronuncié las primeras
frases me interrumpió: Esa ya la has contado, una y otra vez. Te puedo dar
varias versiones; enfatizó ¿Cuál quieres? La versión del lunes, la de la semana
anterior. Me ve burlona, con ganas de jugar.
Con ganas de jugar en la
ironía. Me desea decir las ocasiones repetidas de la misma historia, desea
decirme la ausencia del juego como cuando se escribe para ser silencio, no para
estar en silencio y jugar con él.
Me lo dijo con una leve
sonrisa ¿Qué sucede con las historias antes de escribirse? Mejor, ¿qué sucede
con los lectores antes de que las historias fueran escritas? ¿El Quijote
existió antes? ¿Había Quijotes antes de Cervantes? ¿Una Maga antes de Cortazar?
Me dejó sin saber la
respuesta. Se encaminó a la puerta. El cuarto casi a oscuras. Una pequeña luz
entraba. Parecía una cueva. Esa luz era la salida, estaba a unos metros, y yo
desconocía si salir era lo debido. Se detuvo para afirmar: El lector no se da
así nada más. Antes se debe enamorar, permitirle entrar, así, como ahora.
¡Qué confusión! Me dio la espalda y con la mano derecha me hizo una
adiós a la distancia mientras pretendía responder varias dudas ¿Cuál es la
relación entre obra y autor? ¿Quién define a quién? No es ¿Quién fue primero?
Nada, no estamos en el medioevo. Es más complejo.
Me volví a decir para mis
adentros. A interrogarme ¿La definición es un término con una carga semántica
demasiado fuerte? ¿Sólo es una palabra sin la mayor relevancia? ¿Una frase?
¡Ah! Bendita mujer, dije.
Definir da sentido de
pertenencia. Sí, pero también de exclusión. Limitante pero universo. Es uno en
la totalidad al lado de la nada. Ésta permite el movimiento, no lo excluye, lo
afirma. Es por… luego se me vino un silencio.
La obra. Aquí inicia el
conflicto. Somos lo que leemos. Entonces de entrada la obra define al lector
cuando determina cual lectura prefiere. Además del medio. La libertad de
decidir también lo define.
¿Libro?
¿Revista? ¿Impreso o digital? El medio hace la diferencia. MacLuhan lo afirmó
certeramente al afirmar “El medio es el mensaje” frase acuñada por Marshall McLuhan, la
cual significa el como la
forma de un medio se
incrusta en cualquier mensaje que transmita o transporte, creando
una relación simbiótica en la que el medio influye en cómo se percibe el mensaje.
Aquí tenemos
un apriorismo todavía más complejo. La teoría del lenguaje se trasforma. Primero
se afirmó el cambio a partir de la historia. El lenguaje no es estático, se
dijo en un principio, y se cambió el deber ser por los cambios sufridos a
partir de las épocas.
Luego, el
contraste ideológico con lo étnico. Cada cultura tiene sus significados a partir
del manejo de usos y costumbres. Cambian acorde a la problemática interna de
los grupos conformantes de la sociedad en su conjunto.
Y se vinieron
los estudios lingüísticos con sus directrices diversas: La lingüística
histórica, la socio lingüística, la etno lingüística y otras tantas. Llega la
teoría de la aldea global, junto con ella las teorías de la dependencia.
Luego me
viene una duda cuando me pregunto el cómo lo quiere. Así. Como en el
restaurante más fino ¿Impreso o digital? Porque, efectivamente, si como afirmó
McLuhan, el medio influye en la percepción, luego entonces, se requieren nuevos
escritores ¿Será?
Cuando leemos
un texto en el ordenador electrónico no es lo mismo cuando lo leemos en una
impresión. Y aquí entramos a otra discusión antes de continuar. Hablamos de
computador, de computadora en el sentido coloquial ¿Por qué entonces utilizar
ordenador electrónico?
Bueno,
precisamente porque es esto. Un ordenador. Es tanta la costumbre de utilizar
adjetivos como sustantivos que olvidamos su hacer. Una anécdota. Hace algunos
ayeres pedí un trabajo escrito a máquina. Uno de los alumnos, en parte molesto,
dijo: Sólo tengo computadora. Tenía toda la razón.
Entonces. Si
leemos un cuento en digital. La iluminación del aparato va a influir en la
comprensión. Por lo tanto, requerimos de una estructura diferente para generar
la empatía requerida al lector. Acorde
al medio.
Nos metemos
entonces a otro conflicto ¿Qué tipo de ordenador digital usamos? ¿Nuestro
teléfono celular? ¿Una lap? En el mejor de los casos, con la fortuna
tecnológica, una pantalla de amplia definición.
Si, es verdad ¿Qué sucede con
una historia antes de escribirse? Se complica cada vez más el oficio de
escribir. Cortazar jugó con las estructuras impresas. Muchos de sus libros
fueron más lúdicos por su impresión que por la complejidad de su historia, un
verdadero acierto.
Se habrá pensado ver a La
Maga, la pregunta de ¿cómo voy a encontrarla en ese puente con toda la poesía
inherente a su acción retenida en tiempo y espacio? ¿Qué diría Proust?
¡Me gustan las historias! No tuve más remedio que contarle una como
todas las que se cuentan con esa parte de verdad combinada de mentira si no
pierde su interés aunque no siempre de importancia. Bueno, inicié.
Fue entonces que la vi salir por esa puerta plena de luz que la hizo
verse como una silueta lumínica.
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