Por: Blanca Palacios Barreda
El
día 1° de este mes de julio, del 2020, el presidente, Andrés Manuel López
Obrador (AMLO), obligado por las circunstancias que prevalecen, debido a la
pandemia, que parece no tener fin, dirigió en solitario un mensaje a la nacional
al cumplir dos años de su toma de posición de este gobierno; pocos fueron los
medios informativos que dieron cobertura a este evento y quienes lo hicieron,
calificaron esta presentación del presidente como una de sus conferencias
mañaneras informativas más.
No
es de dudarse que, de no estar en obligatorio confinamiento en nuestros
hogares, habrían sido muchos los ciudadanos que hubieran asistido a
patentizarle su apoyo y solidaridad; si se duda que, los adversarios organizados en un frente contra AMLO y quienes han salido en dos ocasiones
en sus vehículos, la gran mayoría de último
modelo a manifestar su inconformidad contra el presidente, no acudirían por
temor a que algún impertinente les dañara su carro, porque la situación en
México da cada vez más muestras de la incontenible violencia que prevalece.
Es
notorio que al dar alguna información, sobre el gobierno actual, pareciera seguir un guión que les ponen en sus manos, sin que exista un análisis
congruente de lo que hoy por hoy estamos viviendo los mexicanos e induciendo a
la ciudadanía a la división y al enfrentamiento.
Lo que se está viviendo es violencia a lo
largo y ancho de nuestro país, los ataques que se vienen perpetrando entre
cárteles delincuenciales que son verdaderas masacres las que cometen,
mayormente entre jóvenes que cooptados mediante dinero y droga, los entrenan
no solo a portar un arma y disparar; la brutalidad que los obligan a cometer
como prueba de su “valor” y “fidelidad” a su grupo, va mucho más allá de lo
imaginable, de no hacerlo son asesinados y suben los videos, para demostrar el
castigo a quienes no se someten.
Son
muchas décadas en que la sociedad ha padecido la perdida no solo de la
seguridad y la paz, sino la de miles de personas, que habiendo caído en ese
abismo de las adicciones que parece no tener fondo y hasta ahí llegan las
venganzas, a lugares en que familiares desesperados internan a sus hijos en
aras de rescatarlos de esos tentáculos de la droga que los hace perder hasta
la razón, cuando no la vida.
Cuantas
vidas se han perdido a medida que ha avanzado ese comercio de las drogas que
genera fortunas incalculables a la vista de todo tipo de autoridades,
corporaciones policíacas y el ejército militar mismo, que se han convertido en
sus verdaderos cómplices, al ser igualmente beneficiados; hemos venido
perdiendo la cuenta de las masacres que llevan a cabo por “defender su territorio”.
Familias
enteras en esa ambición de ser poseedores de grandes fortunas han visto al país como
si fuera de su propiedad y si, antes se lo repartían mediante convenios y negociaciones a la vista de todos,
hoy es a fuego y muerte, con una gran carga de cobardía, pues llegar a
asesinar sin que pueda haber defensa
alguna, en un poblado, en una casa, en un centro de rehabilitación, en un restaurant, en cualquier lugar para
provocar terror, es algo que rebasa los límites de toda tolerancia y nos habla de la perdida de cualquier valor y
principios morales que el ser humano debe tener, sumiendo a esta sociedad en la
que vivimos en una gran descomposición.
Ante
esta situación incontrolable de violencia, periodistas, analistas políticos,
empresarios y políticos de oficio, indignados ante la pérdida de sus enormes
beneficios económicos con los que se vieron privilegiados durante décadas, no
dan tregua y antes que asumir su responsabilidad en esta violenta situación que
nos fustiga y unir fuerzas para combatirla, el derrocamiento del presidente es
su prioridad.
Hoy,
los miles de familias con hijos desaparecidos, asesinados, la gran ciudadanía
en su conjunto, tiene claro que se requiere de algo más que buenas intenciones
para poder vivir en un verdadero estado de derecho, de respeto y paz; de lo
contrario, seguiremos siendo testigos de los errores que algunas madres
cometen, al negociar, mediante millonarios sobornos, la libertad de sus hijos
detenidos, tras haber cometido multiplicidad de delitos.
Si
todo esto, no nos dice que andamos nadando en corrupción, no sabemos los
mexicanos que más habremos de llegar a ver.
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