viernes, 17 de julio de 2020

La Generación del Viaje


por: José Ruíz Mercado
Hubo un tiempo cuando el pensamiento, el cuestionamiento, hacia los núcleos sociales se
hicieron costumbre. Hubo un tiempo cuando la lógica fue la constante. La sociedad, tal y cómo
estaba, venía presentando fallos. La cultura occidental, con su pensamiento, había demostrado
su decadencia.
Siglo XX nació con una carga compleja en la distribución de la riqueza, la caída de los reinos
de antaño, el descubrimiento de otros universos, de paradigmas de aparente inmovilidad, de
estructuras de pensamiento. Siglo XX nace en medio de la crisis.
En el territorio artístico, el sistema axiomático, ya desde el XVIII rompe al cuestionar la
estructura clásica para dar entrada al Romanticismo, y con este, los nacionalismos. Nuevas
corrientes de pensamiento (Sociología, Etnología, Psicología) amplían la visión del mundo.
El pensamiento científico cuestiona lo teológico. La etnología el pensamiento universal. Se
descubre la biología y con ésta los microorganismos. Existen gérmenes, bacterias, virus. Existen
junto con estructuras de pensamiento antes vistas como primitivas.
Siglo XX nace cuestionado. Nace con crisis ideológica. Pareciera niño no deseado. Se viene
caída de reinos, de economía y hasta de salud. Revolución Rusa, Mexicana, Primera Guerra
Mundial, epidemias, devaluación.

Mucho se ha escrito, en el terreno del arte, de los cambios drásticos en los lenguajes, los
cuales, sus antecedentes habían permanecido por siglos en aparente estatismo. Ahora cambiaba
de la noche a la mañana.
La velocidad de los tiempos. En el territorio del conocimiento, la necesidad de lo
multidisciplinario no se hizo esperar. Pero sobre todo, la retoma del marxismo y el positivismo,
aparecen como punto básico en la teoría de la historia. La velocidad en los tiempos.
Algo andaba mal. La sociedad se movía vertiginosamente, se mezclaba lo primitivo con el
“buen gusto”. Una cultura aparecía por encima sin posibilidad de parar. Mundos en
coexistencia, ideologías en contubernio.
Tres décadas del Siglo. A la cuarta parecía no haber pasado la lección y ya estaba otra guerra
encima (la segunda) o en verdad, de verdad, la primera nunca había terminado. Entre una y otra
habían acontecido muchas cosas. La recesión económica del 29, la lucha por el petróleo.
Los niños del Siglo apenas estaban naciendo. Incluso se habla de los huérfanos de la guerra, la
generación del “prohibido prohibir”, la generación del golpe, la de los jóvenes airados. Tres
momentos en donde la tónica fue de cuestionamiento.
Los movimientos cuestionadores, cuestionantes, la fuerza de una sociedad en crisis presente
en una lucha, la cual, tenía la consigna de buscar otras estrategias para no caer en lo mismo de
su antagónico, uno, el cual, presentaba su lado más salvaje.
Todos queremos revolución, decía una melodía de época, sí, démosle entrada a la
imaginación, la imaginación al poder, pero para eso se requería conocer los antecedentes. Y ahí
estaban los desplazados de la urbe, los marginales.
1930, ya estaba por llegar la generación pauta. La cuestionadora de la moral doble, la de
James Joyce, la de Sartre, Simone, Ginsberg, Randall. Ya estaba presente la generación que
vivió su adolescencia en la Guerra. La que venía venir a los niños de la guerra, los nacidos en
los cuarenta.
El existencialismo, principalmente en Francia. Los Jóvenes Airados, en Inglaterra. Los
Beatniks en Estados Unidos. Todos juntos. En el mundo. Vengan juntos. Todos queremos el
cambio. Sí, los tiempos cambian, se escuchaba a coro. Se escuchó a coro.
México tuvo su momento. 1962, nace una revista trimestral: El Corno Emplumado. El año
inicia con ella (1 de enero). Ahí publican, entre muchos más, Allen Ginsberg, Ernesto Cardenal,
William Carlos Williams, Ezra Pound, Violeta Parra; de ahí nace un grupo clave para el
movimiento literario de México: La Espiga Amotinada.
El Corno Emplumado fue dirigido por Margaret Randall y Sergio Mondragón. A lo largo de 6
años (de 1962 –año de lanzamiento de The Beatles- a 1968) con una periodicidad trimestral. El
cierre se da por su participación en el movimiento estudiantil.
Margaret nació en Nueva York, diciembre de 1936. Radica posteriormente en Albuquerque,
Nuevo México, donde conoce algunos pintores del Expresionismo Abstracto, a los poetas del
Black Mountain y a los de la Generación Beat.
Sergio Mondragón nació en Cuernavaca, Morelos, el 14 de agosto de 1935. Fue becario del
Centro Mexicano de Escritores de 1965 al 66. Para José Agustín, Mondragón es el poeta beat
por excelencia.
Margaret Randall toma la nacionalidad mexicana por su matrimonio con Sergio Mondragón,
quien después del 68 se va a los Estados Unidos. Margaret es deportada. Un año después, se
divorcia de Mondragón. De ese matrimonio tiene dos hijas: Sara, en 1963 y Ximena, un año
después.
De México se va a Cuba, en donde conoce a Haydée Santamaría, fundadora de una de las
instituciones cubanas más importantes de la cultura latinoamericana. Radica un rato en Viet-
Nam antes de la derrota estaunidense. En 1984 regresa a Estados Unidos a recuperar su
ciudadanía. Es deportada y acusada de traición por comunista.
El Corno Emplumado, la revista bilingüe, la depositaria de muchas firmas, la grande de la
promoción de una época. The Plumed Horn, la musicalidad del jazz y la pluma viajera de
Quetzalcóatl, la serpiente, la milenaria. Dos culturas, dos lenguas, la poesía.
Sergio Mondragón gana el premio Xavier Villaurrutia por su libro de poesía Hojarasca, en el
2010. Margaret Randall radica en Estados Unidos con su activismo literario, siempre alerta ante
las injusticias sociales. Una luchadora feminista consecuente.
Esos años críticos. Los jóvenes de los sesenta, quienes vieron a sus mayores, los diez años
antes, quienes revisaron la obra de quienes nacieron en los treinta y cuarenta, dejaron una tarea
nada sencilla para quienes, en los cincuenta, en plena guerra de Corea, en plena guerra de Viet-
Nam, en la mira de la Revolución Cubana, vieron su entrada a la disidencia: El Viaje, y ese
“prohibido prohibir” se convirtió en “prohibido no pensar” O como lo dijera Ricardo Castillo:
Porque te quiero dándole.
Y sí, como lo dijera Alejandro Aura: Mi pobrecito hermano mayor, el más pequeño.

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