Por: Alejandro Ruíz Robles
“Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción;
la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y
de la inexperiencia de hombres ajenos
de todo conocimiento político, económico o civil;
adoptan como realidades las que son puras ilusiones;
toman la licencia por la libertad, la traición por el patriotismo,
la venganza por la justicia.” (Simón Bolívar).
Desde que estábamos en la escuela, nos enseñaron que la política es la ciencia y arte de gobernar; de la ciencia sabemos que es el conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen los principios y leyes generales con capacidad predictiva y comprobables experimentalmente. En cuanto al arte, es la expresión de cualquier actividad creativa y estética por parte de los seres humanos, donde se plasman emociones, sentimientos y percepciones con fines estéticos.
Si bien, esto se lee sumamente profundo, no cabe duda de que si hemos
sido de algo víctimas en los últimos años los ciudadanos, es del relajamiento
del discurso oficial en aras de que el victimario encuentre una empatía con la
gente; es decir, hacerlos escuchar lo que tanto desean, sabiendo de antemano lo
distante que estará el dicho con el hecho.
Tal pareciera que el esfuerzo que se hacía por representar el sentir del pueblo con seriedad, conocimiento y sobriedad, ha pasado a ser un ejercicio de ocurrencias en la que está de más la planeación y adecuada administración pública. De hecho, la burda representación de los gobernantes y representantes populares en el espectáculo del entretenimiento ha pasado de ser una caracterización simpática a una lamentable realidad.
La representación de escenas chuscas, simpáticas e insólitas que
pretendían generarnos risas, han pasado a ser una realidad que hoy es más
propensa a provocarnos lágrimas, molestias y rabia.
Como ciudadanos ¿qué tanto hemos propiciado está degradación?
¿Y LOS CIUDADANOS?
Dicen que en el pedir está el dar y en ese sentido, por lo que hoy miro a
los empresarios que son clave en la generación de riqueza comprometidos con su
país, a los trabajadores dando su esfuerzo por contribuir en la empresa,
institución o dependencia a la que pertenezcan y a los estudiantes, haciendo lo
suyo, construyendo su presente con miras a un mejor futuro.
Si como ciudadanos tenemos derechos y obligaciones, y con éstas últimas
cumplimos, es claro que ahora lo que nos toca es ejercer nuestros derechos; no
obstante, como país debemos entender que éstos no son por gracia de las
autoridades, desidia o capricho. El derecho se tiene porque así lo manda la
Constitución a pesar de lo que pretendan relativizar las propias autoridades.
Por nuestra forma de vida de años, es lógico conocer el sentir del pueblo
y atender a sus inquietudes; lo que sí es claro es que nadie tiene el poder
para pensar por nosotros ni hacer suposiciones para que como país ganemos o
perdamos derechos individuales, ni mucho menos prescindamos de ser responsables
de nuestra economía.
Pretender imponer sistemas de gobierno o formas de vida que no tienen
nada que ver con la población es algo que nadie pretende; basta ver los
ejemplos claros en el mundo.
Por todos es sabido que al cumplir los dieciocho años obtienes la mayoría
de edad y con ello, eres un ciudadano sujeto de derechos y obligaciones. ¿Qué les da a otros el
poder de decidir por ti?
¿DINAMARCA?
Bien es sabido, que el prometer no empobrece, y con frecuencia hemos escuchado expresiones que nos hacen soñar con mejoras sustantivas y abundantes contrarias a la realidad que tenemos. Lucrar con la imaginación orientada a intereses particulares, hace concebir lo mismo y creer en todo lo que se dice.
Sin duda que todos deseamos aspirar a más, a pesar de que haya quienes
nos recriminen ese derecho con el único propósito de quitarnos las expectativas
y convertirnos en una masa, moldeable a sus caprichos. En los tiempos en que no
importa el individuo pensante sino únicamente el elector que atiende a los
designios del poder; se incrementa el valor del inconforme en aras de ser el
motor que incentive la razón y fustigue la prepotencia.
Hace tiempo fuimos testigos de que un sector de los servicios públicos sería
como los de otro país; esta creencia que se compartió a la larga sólo ha mostrado
una cruda realidad y una distancia inmensa con el sentido común. Ni hablar de
rifas, ofensas, denostaciones y demás acciones que en nada ennoblecen a una
autoridad y si distan demasiado de una política pública adecuada.
¿Burla, impotencia, vacío, desesperación? … Las emociones de los afectados van en la medida se falta a la palabra. ¿Es válido decidir el destino de otros en base a ocurrencias?
¿REPUDIO O AFECTO?
Los períodos de gobierno usualmente traen cosas buenas y malas; no
obstante, aquilatarlos será el mejor juicio que podamos hacer. No hay duda de
que son las elecciones la mayor oportunidad que se tiene para que surja el
pensamiento crítico de la gente.
Añorar tiempos pasados significa que tenemos la edad para saber lo que hemos vivido, conocido y sentido y con ello, comparar con lo que pasa ahora. Sería óptimo que el ejercicio del voto fuera el resultado de un análisis serio de las propuestas y la realidad; que no influyeran las dádivas o condicionantes para su ejercicio, aunque se sabe que “quien con regalos te conquista, con carencias te mantiene”.
Entender el poder que tenemos como electores y recordar que los elegidos son nuestros representantes y trabajadores, debiera ser una constante para exigirles. Pretender que haya afecto con quien nos daña, perjudica y pone en peligro a nosotros y nuestras familias tendría que suponer que también hemos sido dañados en nuestra esencia y razonamiento.
Hoy en día, ¿sabes realmente ejercer tu voto?
SUMAR Y NO RESTAR
Es común que nos maravillemos con la manera en que personas de otros
países han logrado satisfacer sus expectativas o están en camino a ello;
compararnos, sin duda será lógico y cuestionarnos su avance contra nuestro
retroceso debiera ser la conclusión básica de un análisis para ser mejores.
Quien viaja, tiene la oportunidad de conocer no sólo lugares, sino personas, formas de vivir y más importante aún, sus compromisos, metas y realidades como comunidad. Cuando regresamos, volvemos a nuestra verdad, reconociendo y sintiendo las diferencias. Al compartir esto con otros, nos retroalimentamos y las nuevas pretensiones forman parte de nuestras nuevas metas.
Cuando platico con amigos, sabemos que nos falta mucho por llegar al
mundo ideal que hemos imaginado; pero estamos conscientes de que estamos
comprometidos para alcanzarlo dando lo mejor de nosotros. No basta elegir a
nuestros representantes, sino hacer una labor conjunta ciudadana en aras de
superar las diferencias y consolidar las coincidencias, todo para lograr
construir un mejor lugar para vivir.
Las elecciones son sólo un paso del ciudadano, el resto es mostrar una
actitud cívica por todos nosotros.
Si este es el sentir de unos cuantos bien intencionados y nos damos
cuenta de que somos más las personas positivas, trabajadoras, honestas y con
valores que compartimos este gran país:
HAS PENSADO QUE EL MÉXICO QUE QUEREMOS Y MERECEMOS ¿ESTÁ AL ALCANCE DE NUESTRAS MANOS?
Posdata: Agradezco a la Asociación Nacional de Locutores de México, A.C., la consideración que hacen a mi persona.
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