El deseo de todos durante nuestra niñez es lograr
soñar y con el tiempo y dada su posibilidad, acceder a ellos. Era común que los
maestros preguntarán en clase: ¿qué deseas ser de grande?, y con ello,
miles de respuestas se escuchaban, desde fantásticas hasta reales, desde
lógicas hasta inverosímiles, desde abundantes hasta escasas, en fin, no había
mayor sorpresa que una vez dicha la pretensión, escuchar sus razones.
Durante las explicaciones destacaba quien quería ser
como su padre o bien, alguien a quien admiraba; así como aquellos que no
tomaban en cuenta una profesión, sino tenían el interés de un oficio por
encontrarlo emocionante o útil.
Los menos eran los que no tenían idea de lo que
querían y entre ellos me encontraba yo; realmente nunca supe que quería ser con
claridad, toda vez que me gustaban características de algunas profesiones, pero
en ese momento no las veía de manera conjunta. Por citar algunas, ser maestro
por un sueño que mi mami me compartía, ser militar por la disciplina que
observaba en ellos durante las películas o los desfiles, ser superhéroe o policía
para proteger a la ciudadanía y quizás la que más me atraía, era la del
artista, toda vez que su labor creativa era algo que me fascina.
Con el pasar de los años y ya en mi juventud, opté
por ser abogado con la encomienda de llevar a cabo todas esas acciones durante
mi ejercicio.
Si hay una constante en la vida, es que ésta siempre
te sorprende y un veintiséis de enero me permitió aprobar el examen definitivo
de Corredor Público; en cuya actividad, conjunté todo lo que alguna vez quise.
En fin, esta vez compartiré algunas situaciones que
observé en ese recorrido con la mayor humildad y con la única intención de que,
si hay alguien que quiera tomar algo de ellas, lo haga.
¿Me permiten hacerlo?
HECHOS SON AMORES
En mi vida he tenido la oportunidad de ver a bastantes personas
desarrollarse profesionalmente y si de algo estoy convencido es que, si bien,
el estudio es una base increíble para crear y consolidar un patrimonio
familiar, lo que resulta verdaderamente importante es la actitud para nunca
darse por vencido a pesar de las adversidades.
Así como no hay recetas secretas para el éxito, milagros para la
plenitud, magia para el bienestar, me queda claro que a diferencia de los
deportes, no existe mayor incertidumbre que ver en lo que se convertirá con el
tiempo un infante, atendiendo desde luego a que la vejez se haga presente en su
vida.
De tal manera que por más que pretendan los padres y en sí, la familia, procurarles
el camino y la abundancia, cada hijo tendrá su presente en las manos y con él,
la construcción de su futuro.
En reuniones familiares de amigos, siempre se coincide que lo que todos
procuran es darles la educación necesaria para destacar; no obstante, si bien
es importante, algunos también hacemos énfasis en la actitud de afrontar el día
a día y el ejemplo que nosotros mostramos con nuestro actuar.
Es maravilloso ver que padres y madres que luchan, trabajan y procuran a
sus familias, obtengan de recompensa a hijos que hagan lo propio por ellos.
De los refranes que se escuchan al respecto, hay uno que señala: “quien
es buen hijo, es buen padre”; y si bien, esto podría ser lógico, no hay que
apostarle a ello.
Realmente, no hay recetas para criar hijos y mucho menos, garantizarles
que su vida será como la anhelamos; sin embargo, muchos creemos que ser
personas de valores y así conducirnos, siempre será la semilla que pueda
germinar en ellos.
Quizás sea iluso, pero los argumentos que me parecen más contundentes de
esos foros, es creer que “más se
aprende de personas de principios que construyen realidades favorables para el
desarrollo, que de seres de calidad humana cuestionable con escenarios de
destrucción”.
¿Te parece lógica está aseveración?
CREADORES DE MONSTRUOS
Mary Shelley escribió la novela “Frankenstein” a principios de 1800 y si
bien, se trataba de otros tiempos con una relación parental sumamente
interesante; podría decirse que hay una idea que se ha convertido en una
constante en las familias: la creación de monstruos.
No hay peor padre que el que le da todos los bienes materiales o logros a
su hijo sin mostrarle el valor de éstos; ambos podrán quedar satisfechos de
manera inmediata; sin embargo, a la larga, uno podrá ver su inversión perdida y
el otro, será inútil de por sí alcanzar sus satisfactores.
La ciencia ficción que planteaba el texto a menudo se convierte en una
dura realidad para los ahí participantes con resultados críticos.
Ante ello, la cotidianeidad parecería mostrarnos que aquel que sabe y
reconoce el valor del esfuerzo por obtener las cosas, tendrá un mayor sentido
de responsabilidad para lograrlo y mantenerlo; por el contrario, quien lo
obtiene fácil, con facilidad prescindirá de él.
En el camino conocemos a muchos tipos de personas, siendo los casos más
tristes, los de aquéllos que teniéndolo todo con el tiempo son dueños de nada y
los que hacen de la nada su forma de vida; por el contrario, alegra saber de
aquellos quienes han tenido bienes y dones y los procuran y de quienes con la
magia de su esfuerzo han consolidado su palacio acorde a sus necesidades,
siempre con la idea de compartirlo con quienes aman.
La mayoría de los adultos con los que he crecido me han comentado que, si
bien nunca estarán preparados para partir, no hay mejor momento desde su
perspectiva, para hacerlo cuando sus hijos han logrado consolidar la felicidad
en sus casas.
Ante ello, me queda claro que la vida no es una novela, por más que la
realidad desplace a la imaginación; se trata de vivir cada segundo y procurar
disfrutar los mayores momentos de felicidad posibles en función del camino que
construyamos. ¿Crees que esto es una
locura?
SIN SUEÑOS NO HAY PARAÍSO
Si bien cada persona es distinta, siempre hay cosas comunes para todos,
entre ellas, la posibilidad de soñar y el compromiso por lograrlo.
Quizás, dadas las circunstancias, no podamos dar mucho a los que están a
nuestro alrededor y mucho menos, lastimosamente, a quienes están a nuestro
lado; sin embargo, lo que está en nuestra mano compartir es lo que somos como
personas y todas las virtudes y enseñanzas aprendidas que nos han permitido ser
quienes somos. Está demás llenarlos de palabras cuando son nuestras acciones
las que más se muestran.
En un mundo que pareciera que se ha perdido la perspectiva y en la cual, tal
pareciera que lo que predominan son elementos y factores para autodestruirnos;
siempre valdrá la pena observar a aquellos que con sus acciones nos hacen
sentir seres humanos y nos aportan para que construyamos nuestra mejor versión.
Quizás si hoy volviéramos a nuestra niñez cambiaríamos nuestro deseo de
que ser a futuro, ya fuera por orientarlo más a lo que somos o bien, buscar
algo que nos llamara la atención de adultos; no obstante, lo que no perderíamos
sería la alegría por soñarlo y mucho menos, por lograrlo.
Entender que la felicidad no es una meta sino es una forma de vida y que
eso si es algo que podamos mostrar y compartir, nos ayudará a entender la
pretensión de nuestros padres: vernos y sabernos felices, máxime si es con algo
que nos hayan aportado.
Sabemos que no todos nacimos para ser profesionales o vivir de una ocupación,
pero lo que si sabemos es que la felicidad está al alcance de nuestras manos.
¿ERES UNA PERSONA FELIZ CON LO QUE HACES PARA VIVIR?
Posdata: Agradezco a la Comisión de Ética de la Barra Mexicana
Colegio de Abogados, Capítulo Sinaloa, la invitación a participar con el tema
“La Ética como Compromiso Social”.
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