EL ESCENARIO
Fiestas decembrinas, espíritu de nobleza y bondad en
cada rincón y circulando por la ciudad, aroma de optimismo y buena fe en el
ambiente, nostalgia por lo vivido y esperanza por lo que vendrá y lo más
importante, anhelos de cambio y optimismo por mejorar.
Caminar por las calles nos lleva a paisajes, al principio con nacimientos, sitios para
fotos con Santa Claus y sus duendes, obviamente con ellos presentes, campanas y
más campanas y listones adornando regalos como presentes y siendo parte de
intercambios.
Una temporada tan generosa siempre será esperada y
recibida con los brazos abiertos y las sonrisas a flor de piel. Ya sea Janucá,
Navidad o celebraciones en familia. ¡Bienvenida sea la alegría y más aún, la
armonía en los hogares! Y con ello, bastaría para cerrar este texto, con la
intención de brindar con nuestros seres queridos y desear lo mejor para el
siguiente año.
De pensar en esta estampa festiva, concluimos que no hay una estampa más hermosa por vivir y nos conmina a disfrutar del paraíso terrenal. Con lo anterior, confirmamos lo que nos ofrece esta época pero, ¿qué le ofrecemos nosotros?
Sabemos que las épocas, los lugares y las circunstancias son sólo
elementos o medios que con nuestra actitud, nos pueden dar escenarios para
crecer y consolidarnos como mejores seres humanos. Pero, si actitud es la
palabra, ¿de qué manera podemos prepararnos
para que con el espíritu de la época alcancemos nuestro óptimo desarrollo
personal?
Es decir, si los deportistas calientan para dar su máximo en la
competencia, estamos en los días en que debiéramos alimentar nuestras
fortalezas, limitar nuestras debilidades, superar las amenazas y ver en ello,
la oportunidad, la gran oportunidad de ser el ser humano propicio en beneficio
nuestro y de quienes nos aman.
De manera simplista más de uno podrá cuestionar la razón de esto y
bromear con la idea que lo único que calentará será la cena en familia y el
recalentado del día siguiente; sin embargo, habrá quien tome estos momentos
como la excusa perfecta para reflexionar sobre su proceder y mirar la manera de
cambiar hasta lograr nuestra mejor versión.
En ese sentido, pienso que si las circunstancias nos dan la oportunidad
para reflexionar respecto de lo que somos, hemos dejado de ser y las metas que
deseamos alcanzar, vale la pena poner a trabajar a nuestro cerebro y hasta
encontrar motivos de superación suficientes. ¿Alguna vez has pensado algo similar?
LA RESILIENCIA
De tan sólo recordar los meses pasados, seguro es que existieron mil y un
detalles que nos quitaron el sueño, para bien o para mal. Aspectos que van
desde la salud hasta los afectos, considerando bienes, recursos, alegrías y
duelos.
Con la bonanza como de la abundancia, uno pudiera estar dispuesto en
cualquier momento a recibirlas y disfrutarlas al máximo; de hecho, es lo que
deseamos siempre y una vez que se presentan, en términos normales, nos sentimos
en el paraíso.
Pareciera que el festejo es parte de sabernos plenos de los efectos que
anhelamos que se nos presenten en nuestros días; desde luego, habrá quien a
pesar de lo bendecido que éste, siempre tendrá cuestionamientos o reniegos.
Ante éstos únicamente bastará pedir a la vida que les cambie su sentir o bien,
resignarse a tratarlos.
Sin embargo, la vida también nos presenta situaciones difíciles
aderezadas con problemas que dependiendo de la persona y sus opciones, puedan
llegar a ser o cuando menos, parecer insuperables. Tranquilidad, paciencia,
estoicismo y actitud se hacen necesarios para afrontar esas situaciones, con la
certeza que independientemente del resultado, fortaleza y entereza estarán
presentes en nuestras acciones. Y con ello, probaremos que nuestra capacidad de
adaptación es superior a lo que usualmente imaginamos.
En tu caso: ¿te valoras más en las alegrías o en las penas?
EL AGRADECIMIENTO
Ya sean peras o manzanas, lo cierto es que concluye un año de gran
aprendizaje para quien así está dispuesto a entenderlo; de aflicciones para
quien tiene por hábito sufrir y de paso para quien ve a la vida como un simple
hábito de existir. El tiempo pasa y es indudable que a pesar de nosotros, observaremos
resultados con o sin nuestra participación; en consecuencia, más nos vale ser
propositivos y activos a lo que se nos presenta.
Ante esa situación, cobra validez la expresión de “quien es agradecido, es bendecido” y nosotros tenemos millones
de motivos para estarlo, empezando porque tenemos vida y contamos con una salud
que nos permite ser independientes en cuanto a nuestros actos y tener opciones
para decidir por lo que más nos conviene.
Entender el significado de ser libres y soberanos en cuanto a nuestro ser
y hacer es grato; de tal manera que no tenemos lugar para excusas, ni
justificaciones. En cada uno de nosotros yace la voluntad para convertirnos en
la mejor persona que podamos ser y es básico que para despegar el vuelo,
agradezcamos todo, tanto las personas que nos aman y aprecian por lo que somos,
como los bienes que requerimos para satisfacernos en nuestra cotidianeidad.
En ocasiones pienso que, si tenemos con que cubrirnos, alimentarnos y con
quien compartir es más de lo que cualquiera pediría al despertar con la ilusión
y el esfuerzo por cuando menos conservarlo, si no incrementarlo, para dormir
satisfecho; desde luego que esto no se trata de austeridad franciscana o
discursos de pobreza, eso queda bien para los discursos políticos, se trata de
darnos cuenta de lo rico que somos con ello y desde luego, que más de ello
siempre será motivo de alegría.
Ese es mi deseo, en tu caso, ¿estás feliz con quienes te rodean y con lo que posees?
LA ALEGRÍA DE LA TEMPORADA
“Emociones grandes, decepciones olvidadas” parecería ser la premisa que todos albergamos en nuestras mentes y
corazones y lo curioso, es que no hay impedimento para convertirla en una forma
de vida; en la que veamos a la vida bajo ese crisol y nos comportemos como
seres humanos en un mundo en que “ser
humano” se ha convertido en una especie en extinción, toda vez que estamos
más preocupados por situaciones externas que por lo que hay en nuestro
interior.
Quizás no haya muchos motivos para imaginar un mundo en paz o países
lejanos a los conflictos, en los que los ideales de igualdad, respeto y libertad
sean auténticas realidades; sin embargo, pensar que cada uno de nosotros puede
ser una célula que junto con otras creen un organismo vivo y digno de vivir en
este mundo, sin duda que nos haría pensar en un paraíso terrenal.
Tanto en cada uno de nosotros está la posibilidad de ver y dar lo mejor
para sumar; como el restar añadiendo egoísmo, injusticia y odios a lo que ya
nos toca vivir.
Si la idea de celebrar en estas épocas es porque encontramos el espacio y
los modos para disfrutar de paz y armonía, ¿Cuál es la razón para no
convertirlo en un hábito?
En fin, no es necesario esperar una época para ser feliz.
¿ESTÁS DE ACUERDO QUE LA NAVIDAD PUEDE VIVIR EN
NUESTROS CORAZONES, LOS 365 DÍAS DEL AÑO?
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agradecimiento para todas aquellas personas, amigos y clientes que han creído
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