miércoles, 18 de octubre de 2023

Por: Alejandro Ruíz Robles

HUELLAS  
Por más que pensemos que en esta vida sólo nos va a ir de maravilla, lo cierto es que siempre habrá desencantos, incomodidades y hasta descalabros que nos obligan a repensar en la manera como actuamos. Tan válido es tener alegrías como tristezas, sueños como pesadillas, amores como desamores; no obstante, sin duda todas estas opciones son parte del aprendizaje que nos demuestra que somos seres perfectibles.

Hay muchas razones que citar de lo valioso que es realizar nuestros sueños, sin importar cuales sean; no obstante, disfrutar el viaje es también importante.

Los sacrificios se transforman en satisfacciones cuando llegamos a la meta prometida, ni hablar del hambre generada en ese tiempo; tal pareciera que siempre permanecerá como un incentivo que nos permite valorar los pasos dados y las dificultades vividas entre simas y cimas.

Tropezar en el camino es una motivación para buscar nuestro destino; mirar las heridas obtenidas y sanar junto con ellas el alma es parte de nuestra tarea.

Sabes, hay ocasiones que miro las cicatrices como un referente en nuestra historia. ¿Estás consciente de que son ellas quienes nos ayudan a ser quiénes somos?  

¡DULCE O TRUCO!
Cuando era pequeño, me encantaba caminar con mis hermanos y amigos disfrazado con alguna caracterización propia de la temporada, con el propósito de ver las caras del mundo con nuestros gestos, movimientos o en general, nuestras locuras. De hecho, no se trataba del típico intercambio de golosinas que se realiza con nuestro vecino del norte; realmente, era, vestirnos de una manera que la cotidianeidad nos inhibía a hacerlo, ya fuera por excesos o bien, por nuestra remota timidez.

Y en ese sentido, vale tomar la anécdota para cuestionarnos si conforme crecemos también necesitamos una ropa o un maquillaje para disfrazar nuestro sentir y ocultar nuestros temores; es decir, ¿realmente necesitamos de elementos externos para fortalecer nuestras debilidades o inquietudes?

Ahora ya no habrá premio o castigo, únicamente situaciones cotidianas que nos exigirán ser la mejor versión de nosotros, por y para nosotros.

Seremos tan héroes o villanos como decidamos actuar y aceptar las consecuencias; siempre con la mente puesta en comprender la realidad que nos toca vivir y decidir sobre las acciones que hay que llevar a cabo.
¿Es parte de tus temores aceptar los efectos de tus actos?

¡A PEDIR CALAVERITA!
La hermosa tradición mexicana se hace presente durante esta temporada en que festejamos a nuestros muertos. Las velas y cajas de zapatos que ilustraban nuestras peticiones económicas al público en general han sido desplazadas por calabazas, calaveras o monstruos de plástico iluminados por velas.

Las costumbres se actualizan y tal pareciera que, con el tiempo, nosotros también. Antes pensábamos que con dinero o dulces podíamos arreglar todo; sin embargo, vemos que las cosas verdaderamente importantes por lo general prescinden de estas soluciones.

De nada sirve vivir en la opulencia, si con la salud hay carencia. De más está vivir rodeado por un mundo de caramelo, si debemos evitar los azúcares. Pretender la riqueza como obsesión puede resultar una contradicción si no hay con quien compartirla. Es decir, lo que antes nos satisfacía hoy puede resultar una realidad tan caprichosa que tal pareciera que nos desprecia.

A medida que maduramos entendemos que no todo se resuelve con peticiones por más mesuradas que sean, sino como compromisos y esfuerzos para lograr en lo posible lo planeado.

No hay razón para exigir a la vida que por sí misma cambie, lo que si es válido es hacer todo por ser nuestra mejor versión para nosotros y quienes amamos. ¿Estás de acuerdo?

TEMER NO TIENE PRECIO  
Es curioso pensar que crecer siempre nos trae nuevas perspectivas; lo que antes era habitual pasa a ser secundario o accidental, lo que veíamos remoto es cada vez más próximo y la familia que era una constante cada vez es más distante.

Pocas cosas se quedan de nuestra niñez y muchas más aparecen a la par del desgaste físico que empieza a presentarse.

Dentro de todo esto hay algo que se mantiene, aunque de distinta forma, los miedos a los diversos elementos o situaciones que nos enfrenta la vida y la manera en que afrontamos éstos.

Quizás cambiemos el nombre de lo que nos genera terror, sólo por decir, de “coco” a “jefe o cliente”; sin embargo, su esencia se conserva: hay algo que nos genera un temor, una inquietud máxima que no sólo es un referente, sino que en muchas ocasiones es una limitante.

No importa lo racional o irracional que seamos, sentir miedo es una emoción natural por demás desagradable e intensa que percibimos ante un factor o peligro real, eventual o imaginario, pasado, presente o futuro, y una vez que lo experimentamos, nos sacude de nuestra realidad y nos genera angustia y conflictúa nuestro estado de ánimo.

Ya sea al fracaso, a fallar, hablar en público, volar, no controlar una situación, a la carencia de recursos, al rechazo, a ser incomprendido o simplemente a no ser aceptado, entre otros, el miedo siempre estará latente en nuestras vidas. ¿Alguna vez has sentido miedo a tener miedo?

¡EN ESTA ESQUINA…!
Basta percibir el pánico por alguna situación para buscar escapar, defendernos, mantenernos impávidos o sumisos; ni hablar de la variación a la presión cardiaca, sudoración, dilatación de las pupilas o reacción muscular.

Una vez que el miedo se manifiesta, nos paraliza y nos convierte en personas inseguras susceptibles de abortar nuestras metas, sesgando nuestro crecimiento; sin embargo, hay quien ha logrado combatir esa situación desarrollando o mejorando una habilidad o talento y por consecuencia, llevar una vida normal; es decir, podemos aprender a convivir con el miedo, manejarlo y prescindir de sus efectos.

Personas con las que he crecido y he admirado, me han enseñado que, para progresar, debemos admitir nuestros miedos y conocer tanto sus causas como consecuencias, aceptarlos y analizar la manera de afrontarlos, crear o fortalecer las habilidades necesarias y con nuestra mayor voluntad afrontarlos y aprender a vivir con ellos; éstos no se irán, pero tampoco debieran inhibir nuestra vida en forma alguna.

Nadie ha dicho que hacerlo sea fácil; sin embargo, estamos conscientes que no hemos llegado a este mundo a vivir una vida fácil. Nuestra actitud hará que vivamos haciendo las cosas sencillas o complicadas y a nuestras espaldas cargaremos todas las emociones, alegrías y decepciones que permitamos. Al final como al principio: ¡TODO DEPENDE DE NOSOTROS!
No se trata de vivir sin miedos sino, vivir a pesar de ellos… ¿Es correcto?

Posdata: Agradezco a la Red de Mujeres Empresarias su invitación,  a su Congreso en Tlaxcala.

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