miércoles, 27 de septiembre de 2023

La Magia de los Sueños

 


Por Alejandro Ruíz Robles

¿LA VIDA ES TRISTE?

Y al así pensarlo, seguirían acciones tales como deprimirnos, sollozar y buscar válvulas de escape para ella de hecho, parecería que la evasión a nuestra existencia es el común denominador de quienes no se atreven a vivirla.

No entiendo la razón, pero hay quien se aferra a ser el actor de esas películas de trama trágica que tanta melancolía producían en los tiempos del “Cine de Oro Mexicano”. Me basta recordar escenas de “Un rincón cerca del cielo” para deprimirme; no obstante, para mi sorpresa ¡hay gente que le gusta sentir el drama no sólo en la pantalla, sino en el día a día!

No puede haber nada más lamentable que escuchar a alguien que con esa actitud, proyecta sus acciones y sus palabras al grado de que lejos de provocar brillo a su alrededor, lo único que causa es penumbra y alejamiento de aquellos sensatos que se incomodan con tales manifestaciones.

Tan válido es tener momentos alegres como tristes; lo que no tiene cabida es olvidar los primeros o dar prioridad a los segundos en nuestro constante convivir.

Tal pareciera que no hay lugar a sueños por llenar de pesadillas su mente y, en consecuencia, lo único positivo que puede dar una persona inmersa en lo negativo es su distancia es decir, la única alegría que puede provocar es su lejanía y eso es triste.

¿Has conocido a personas que hayan perdido su poder de imaginar?

¿A DONDE VOY?

Dicen que soñar es imaginar acciones, cosas o sucesos que percibimos reales mientras dormimos; aunque también, hay quien lo considera que podemos hacerlo despiertos, en los momentos que dejamos la lucidez de lado.

Y desde luego, si hay algo que disfrutamos las personas en la vida es eso; soñar para, en lo posible, realizar. No conozco a alguien que haya llegado con sus convicciones a una meta que se haya propuesto sin que previamente haya aspirado a ello y como consecuencia, haya puesto lo necesario de su parte para alcanzarlo.

Lo que se mira como imposible en consciencia se invierte y resulta posible en la inconsciencia, convirtiéndose en una aspiración para quien con ello se compromete; en el entendido que, si bien es difícil que sea igual, sin duda siempre será un incentivo alcanzarlo en las condiciones que la realidad lo permita.

Hay quien dice que no hay límites en los sueños y puede ser esto cierto; pero ¿cuál es la razón para limitarnos en la realidad?

PORQUE CREO EN MÍ

Actualmente, veo con tristeza que autoridades, profesores y pedagogos señalan que aspirar es erróneo y las calificaciones son para individualistas y ambas conductas, se prestan a las burlas entre los colectivos por las ínfulas de grandeza de algunos, siendo que, por el contrario, se debería pensar en grupo y de esta manera progresar.

Ante esa forma de pensar, lo único que concluyo es que, de consolidar esta forma de pensamiento, como sociedad a poco aspiraremos y lo peor es que, si bien es grato pensar en el “todos” y en el “bien común”, el no esforzarnos como personas y como consecuencia, dejar de exigirnos, nos llevará a la mediocridad. Si no hay quien destaque por su capacidad ¿a qué tipo de liderazgo pretendemos?

Nacemos únicos y crecemos en un entorno social; razón por la cual, tan válido resulta prepararnos en lo individual, fortalecer nuestras virtudes y erradicar nuestros defectos, como procurar a quienes amamos, a quienes nos rodean y a la comunidad que pertenecemos.

Retarnos a nosotros para ser nuestra mejor versión es un fin natural y como tal, las políticas públicas deberían estimular y premiar a quien de mejores resultados.

De consolidar las ideas para descalificar los resultados como métodos de aprendizaje y fortalecer la idea de que todo avanza igual, llegará el momento de que tendremos una sociedad sin metas y como consecuencia, sin voluntad. Desde luego, esto podrá ser útil para los gobernantes para imponer su orden ante las masas sociales, pero sólo consolidará un crimen para aquellos que creen que la competencia constante es una forma de honrar su intelecto y espíritu de superación.

Siempre he creído en mí y como filosofía de vida entiendo que, si trazas tus objetivos, puedes alcanzarlos; si no los tienes, da igual como lo que hagas ¿estás de acuerdo con ello?

DE LOS DECRETOS

En mis diversas etapas como estudiante, era común charlar con los profesores respecto del futuro y desde luego, también se daban las típicas quejas respecto de la dificultad de los exámenes; a menudo, éstos nos contestaban que las pruebas sólo eran fines inmediatos para poner un resultado y saber si habíamos aprovechado o no el curso, pero la verdadera prueba estaba “allá fuera”, es decir, una vez que concluyéramos esa etapa académica o bien, termináramos nuestro ciclo de alumno.

Hacían énfasis en que, por un trabajo, una oportunidad económica o bien, por destacar o cumplir con un proyecto, teníamos que dar lo mejor de nosotros y competir para alcanzar los mejores resultados y era ahí, donde ellos se sentirían satisfechos como maestros en función al esfuerzo que hiciéramos.

Me encantaba cuando se referían a la vida como una selva, en la cual, debíamos ser los mejores para alcanzar los objetivos; ni hablar de mostrar nuestras inconformidades con los diversos procesos o evaluaciones que se presenten, basta con concentrarnos en superar los obstáculos y arribar a la meta.

Esto con el tiempo lo vemos en los eventos deportivos o concursos en los programas de televisión en los que sólo quienes alcanzan el objetivo ganan; entendiendo que el primer perdedor es el que llega en segundo lugar.

Ante esto, si así es la vida de competitiva, qué caso tiene en tratar de alterarla; es decir, si bastaran con intenciones políticas para hacer un país de campeones o bien, que el director de una empresa creara un área de utilidades para empezar a recibirlas, seguramente mañana se legislaría o se crearían los departamentos al respecto. Esto, por absurdo que parezca, así lo creen quienes desean vivir de falacias.

El único decreto que vale es aquel que se sueña con conciencia, nace del compromiso, se establece como un fin y se alcanza con sudor y entusiasmo ¿o consideras que hay otra forma?

¡VOY A LOGRARLO!

Pensar que estamos en este mundo para trascender es una excelente filosofía de vida; realmente, no venimos únicamente a transitar por ahí sin propósito alguno. Desde luego que nuestra constante y nuestro fin será el ser felices y que mejor que hacerlo al lograr nuestros sueños.

¿Aspirar? Desde luego, es una condición humana. La superación es parte de nosotros y desde luego, alcanzar metas es nuestro reto.

¿Soñar? Siempre y hacerlo despierto es básico. Somos producto de nuestros sueños y como tal, en mente y en corazón nos comprometemos a ellos.

¿Mediocridad? Sólo en la medida que olvidemos lo anterior.

En fin, si tenemos la oportunidad de ser nuestra mejor versión al lograr nuestras metas, ¿por qué renunciar a ello? Si cada uno de nosotros construimos a cada paso nuestro camino, asumamos nuestra responsabilidad con gusto. ¡CONSTRUYAMOS NUESTRA VIDA!

Posdata: Ecos de una Gran Presentación: “15 Miradas a la Felicidad” de Carlos Barba y Miguel Ávila y “Humanizando el Cambio” de Mariela Perdomo.


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