martes, 10 de enero de 2023

Música Caminante

Por: José Ruíz Mercado

   Cuando la poesía está presente una larga tonal hace presencia en algún hemisferio. Teóricos del lenguaje, en todos sus aspectos temáticos, hacen sus anotaciones. Por algo, existen momentos en donde florece.

   Estructuras tonales van de la mano, se presentan en la voz como un instrumento, búsqueda del sonido, acústica, un todo, preciosista o no, del espacio. Cada nota, cada colocación de palabra, se convierte en parte del entorno.

   Desde la música popular hasta lo escrito para la escena, la poesía está presente en la afirmación de época, grupo social, momento histórico. Responde a un ritmo, lo cotidiano de la vida.

   La estructura, tanto de la música como la poesía, responden a necesidades básicas, a conductas, emociones, anhelos; lo individual es parte de un colectivo para a su vez relacionarse acorde a la forma de percibir la información. Pero a su vez, cuando entramos en el territorio de la construcción de la obra, vamos a la construcción simbólica.

   Respondemos a variados estímulos. Lo importante radica en como estructuramos la información. Jean Piaget en su estudio acerca del conocimiento, escribió: “Nuestros conocimientos no provienen únicamente ni de la sensación ni de la percepción, sino de la totalidad de la acción con respecto de la cual la percepción sólo constituye la función de señalización. En efecto, lo propio de la inteligencia no es contemplar, sino transformar”.

   Si tomamos como verdadero lo expuesto por Piaget, dicha construcción, tendrá, en primera instancia, la pretensión de transformar el lenguaje a partir de la lectura del entorno. La deconstrucción simbólica.

   Ricardo Solís construye para deconstruir el significado. Juega con las palabras para lanzarnos a percibir las múltiples variables sígnicas. Va más allá de lo ideológico, nos ofrece el voyerismo cotidiano (Hay un ojo/ inofensivo/ y una palabra desnuda/ recorriendo la calle) y, a partir del título nos lleva a la acción: Percibido

   Todo un mundo en ese ojo el cual adquiere una cualidad moral, un estatismo cuasi imperceptible en el tránsito urbano. Ojo cuya cualidad es percibir el movimiento. Entonces la palabra toma fuerza. No es el ojo, no es la calle, es la palabra, una sincopa entre la razón del tono, la vibración misma.

   La realidad en su multiplicidad. Lo concreto como la totalidad inalcanzable. Esta es una con sus múltiples visiones, de ahí el acto de transformar, de relacionarse con el lector, ese callado con las herramientas necesarias para encontrar la poesía en el poema.

   Y sí, existe una música constante en la poética de Ricardo. Una Sin Defensa de la dualidad del tiempo, en la estructura de la nota, en la ausencia, la cercanía con lo verde del campo y la flor inocente ante el viento.

   Y si es inofensivo como el ojo ante la vereda citadina, el camino caminante de la calle, una flor lo es también ante el viento que la mece. No quiero recordar ese momento, pero pareciera ser un sí el Aguijón de mariposa, en donde “Ella detiene su vuelo para acariciar el viento.”

   No quiero decir conocí a Ricardo Solís cuando reporteaba para La Jornada Jalisco, porque uno no termina de conocer, ni siquiera a uno mismo, porque, a la voz de Karel Kosik, la realidad es múltiple.

   Sin Defensa Antología Poética 1993/2021, impreso en mayo de 2021 por Keli Ediciones, en la Ciudad de Guadalajara, Ricardo Solís nació en Navojoa, Sonora, en el año de 1970, ha obtenido varios reconocimientos en este largo caminar de la poesía.

   Sin Defensa nos habla del silencio, de la fuerza de la tierra, piedra que de tan piedra se vuelve barro. Viajero mirante del sol y de la noche detenido en el mar de ideas, porque la poesía es eso, un cúmulo de ideas que se concretan en la palabra.

   “No es polvo lo que oscurece el aire de los días. No es polvo su cuerpo menudo que estalla de flores desde su espalda, moruna sentencia de naufragios. No es esta tierra lo que minúsculo vuela incendiando las atmósferas. No es polvo esta soledad de playa desnombrada como tampoco lo es la piel de los ángeles. No es la palabra, fragmentada y oscura, lo que salva o condena

1 comentario:

  1. Ricardo Solís y quién escribe este texto, son ojos que saben qué mira el ojo cuando mira aquello q mira ajenos de sí. Les abrazo

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