Por: José Ruíz Mercado
A partir del
trabajo se hace una identidad. Partamos del oficio de editor. Cómo te
identifico a partir de como atiendes, no sólo los textos, sino la visión que el
lector puede hacerse de ellos. Pero, da la casualidad de que lo desconozco.
Aquí inicia la aventura. Abrir un libro no es
asunto de letras exclusivamente. Abrir una revista, un diario pide juegos
visuales, aquellos caminantes del acontecer de la lectura. La aventura inicia
aquí. Luego viene lo otro.
El trabajo del diseñador exige de ofrecer al
futuro lector los descansos visuales necesarios para lograr un ritmo a la
lectura acorde al tema tratado. La tipografía vista como el objeto visual. La
combinación con las imágenes, de ser posible, dos imágenes conjuntas en el
color mismo de la esencia.
En una ocasión alguien dijo de la necesidad de la lectura, de poder llegar a todos los rincones, de hacer libros para todos. Frases como aquellas en dónde se generó la idea de que, pueblo sin lecturas es un pueblo quieto, sin cuestionar.
En una ocasión se le preguntó a Emilio
Carballido de sus lecturas de niño, a lo cual respondió, afortunadamente no
pasé por esas versiones resumidas de los clásicos; mis lecturas fueron los
clásicos por determinación familiar.
Carlos Monsiváis afirmó en una de sus
columnas del México Lector, el país asiduo al libro semanal, a esperar los
domingos el periódico para leer los monitos, luego, la idea de llevar la
cultura al pueblo con las ediciones para principiante con monitos ¿Hasta dónde es
la misma dirección de Todo lo que usted quiere saber y no se atrevió a
preguntarlo?
La mercadotecnia nos lleva a minimizar los
productos, a generar un consumidor ideal del producto socialmente aceptado, la
imposición de los grupos hegemónicos, lleguemos a más grupos minimizando el
mensaje. La lectura ideologizada.
Estudiar la dirección del mercado lector es
una tarea compleja, pero necesaria. De nuevo, la respuesta a la sociología de
la cultura, los caminos seguidos por los diferentes públicos lectores, pero
también, la otra parte, el autor.
Se ha llegado a la costumbre de romantizar a
uno y a otro. Al lector, bajo el pretexto de que la cultura debe ser para todos, se habla de libros baratos y
minimizados. Al pretencioso de autor, bajo estos mismos criterios, se habla de pasatiempo,
terapia ocupacional, entre otras, sin pasar de lado aquello de escribo porque
es un puntaje para subir de escalafón.
Posiblemente esto da como resultado la
ausencia de teóricos. Los libros de cuentos, poesía, son los más solicitados
(independientemente de su calidad, para algo son los amigos), luego está la
dramaturgia y el ensayo. Ni comento de filosofía, o del seguimiento de un autor
en la plástica.
Carlos Prospero en alguna ocasión afirmó, la
falta de criterio en algunos antologadores. Desconfío, dijo, de quien te dice,
dame los poemas, o cuentos, que gustes, para hacer una publicación ¿En dónde está
el criterio de selección? ¿En dónde la investigación?
EDICIONES
HISTÓRICAS
Las casas editoriales nos han traído ejemplos
valiosos. Editoriales como ERA, el paso a través del tiempo del Fondo de
Cultura Económica, desde su nacimiento con Cosío Villegas con sus obras
fundamentales de economía, Siglo XXI, Editores Mexicanos Unidos, EXTEMPORÁNEOS,
cada una con su fisonomía y su misión.
¿Quién no recuerda los libros de filosofía
de Porrúa? ¿Cuántos libros conoce usted de Editorial Botas? Y así, poco a poco nos
vamos adentrando en la estructura editorial, en sus antecedentes, en su
participación en el proceso cultural de un país. El arte ofrece identidad. Un
pueblo con identidad ama su entorno. Jamás lo destruye.
Vamos con nuevas propuestas. Lo que el Siglo
XXI nos marca. Las publicaciones de Ariadna con sus diversas colecciones, con
sus libros, sus autores, la selección exacta, precisa. Aquí se afirma lo del
trabajo, la identidad a partir del conocimiento.
Hablar de Gabriela Ynclán con sus Mujeres de
Tierra y Fuego; Gabriela, de la dinastía Inclán, la autora de la pluma mágica,
la poeta de la imagen, la atrevida mexicana que entra al mundo de un país que
de tan visto se vuelve desconocido.
La identidad de Editorial Ariadna se
construye en el día con día. Sus autores, su diseño. Entonces viene la
colección El Hilo de Ariadna, con su diseño artesanal, su objeto único, cosido
hoja a hoja.
Y ahí está Eko 61 años, Mis amores en Sala
Oscura, Vagamundo, las cuidadas hojas de análisis, porque entrar a la teoría no
debiera darnos miedo si es que deseamos crecer como país, como nación, como un
pueblo pensante.
Por eso la carga la llevan Rosario Hiriart,
Andrés de Luna, Priscila Páez, Norma Salazar, Catalina Miranda. El Hilo de
Ariadna abre la constancia de entrar al paraíso de la teoría, la revisión de la
obra, la anécdota.
La nómina de los partícipes es más grande. Las
ediciones ya llegaron a los nueve, con ese estudio a fondo, monotemático.
Varios teóricos hablando, chalando, revisando la obra de un autor.
Y llega el nueve, y llega la Niña de Las
Jacarandas, la revisión a la exposición realizada en Tepatitlán el 2021, la
obra de Esperanza Gama. Una edición de lujo, una obra artesanal de los hilos
tejedores de Ariadna. La aventura está por iniciar.
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