Por: José Ruíz Mercado
Los grandes nombres son consecuencia de un movimiento. Nada se da aislado. Las grandes
capitales de la cultura sostienen una infraestructura acorde al nivel de influencia interna como externa, tanto a nivel político, académico, social. La historia de los movimientos artísticos se da cuando una élite, después de una crisis, asume una voz.
Estamos a la mitad de una. La historia nos ha dejado la experiencia. Los grupos contestatarios en tiempo de crisis alzan la voz para proponer cambios. Los grupos, jamás individuos desorganizados. El mito del genio creador se viene abajo. Pero también el hacer por el hacer.
Los cambios han estado presentes de una conciencia histórica, de un desengaño ante lo
anterior, todos los movimientos generadores han tenido en común el conocimiento de su
antecedente, todos, se han dado como parte de un acontecimiento social.
Estamos en medio de una crisis. Los analistas sociales, los políticos, coinciden en la
inestabilidad del sistema actual. Se habla, más de una crisis económica que de salud pública. Se habla en ciertos sectores de cambios de paradigmas, descomposición de los grupos hegemónicos con salida de los emergentes.
Mientras esto acontece con la clase política, con los monopolios económicos, los artistas
actuales, o mejor dicho, los grupos que detentan la atención mediática, esperan en la
impaciencia del confinamiento la llegada del nuevo mesías.
Empecemos entonces por conceptualizar el producto, por lo tanto a sus productores. Iniciemos por decir la cualidad del arte como resultado del conocimiento. Una obra por lo tanto conlleva en su hacer una técnica, un estilo, y esto responde a un proceso.
Mucho se ha escrito al respecto. La obra no es resultado de la ocurrina, sino del conocimiento estético. La generación se da cuando se reconoce lo anterior para ofrecer una propuesta diferente. Para el desgarre de las vestiduras de muchos pocas han sido lo generacional y mucho la repetición paradigmática.
El reto lo tenemos. La circunstancia nos alcanzó con corona. La pregunta viene con mucha
fuerza ¿Qué tanto sabemos de nosotros para procesar nuevos conocimientos? ¿Se vuelve
necesario buscar nuevos? Si desconocemos quienes somos ¿Cómo vamos a saber el hacer del
lenguaje acorde a las circunstancias?
Por muchos años se le ha tenido recelo a la investigación. Se le ha dado prioridad a lo
creativo, si es que se le puede llamar así al trabajo meramente artesanal. A esa respuesta a la
moda, al hacer las cosas así, sin pensarlas, al molde. El facilismo del objeto bonito, al
tecnicismo. Por muchos años hemos negado, cuestionado al teórico, minimizado su trabajo. Nos tomó sin herramientas la corona. A esperar en casa la tertulia porfiriana sin piano y sin cognac en la tranquilidad de las redes sociales. Es entonces cuando nos preguntamos ¿Investigar es lo prioritario?
Ésta no es la primera. Ni será la última. La recomposición social es un fenómeno en espiral.
La dialéctica histórica. La llamada gripa española a inicios del Siglo XX, la conflictiva
económica del 29, luego la Segunda Mundial, la de Corea, Viet- Nam, la Revolución Cubana, el 68, luego el VIH, la Influenza, todos los acontecimientos para un buen menú aderezado con un alto grado de todos los analfabetismos posibles ¿Cuál ha sido la función del artista
comprometido con su oficio? Revisemos la historia.
“En los primeros años del Siglo XX los espectáculos escénicos eran variados: opera, zarzuela, variedades, comedias ligeras, dramas y alta comedia – apunta Socorro Merlín en su libro María Luisa Ocampo Mujer de Teatro- Los dramaturgos nacionales escribían mucho, pero eran puestos en escena con menos frecuencia”
Fueron los años de las primeras manifestaciones del feminismo, del conflicto cristero, de la
devaluación, de la emigración, de la instauración de un Gobierno surgido de un movimiento
armado, del caudillismo. Fue el principio del grupo de Los Pirandellos. Los años veinte. Los
años en donde la problemática social estaba álgida. Se requería por lo tanto de una toma de
decisiones más allá de la tibieza. Se requería responder con la misma fuerza, la determinación requerida por las circunstancias. Y se vino ese manifiesto histórico: “Los espectáculos teatrales agonizan entre nosotros porque no están a la altura exigida por el decoro de un público”
En estos momentos requerimos de teóricos, de individuos cuyo trabajo sea el análisis, el
estudio de la recomposición social. En dónde la investigación sea lo prioritario. No tenemos por qué temerle al cuestionamiento, ni enamorarse del facilismo. Pensar no puede seguir siendo el esquema del niño bobo, débil, de lentes gruesos que las películas gringas nos dieron como ejemplo frente al muchacho musculoso ganador de las justas deportivas.
Algunos teóricos han demostrado el cómo se dan los movimientos artísticos en ciertas
sociedades. Han mencionado como existen etapas visuales en donde la pintura y la arquitectura es lo más preciado, a diferencia de otras en donde la literatura se encuentra en primer plano, o la música surge como prioritaria por el tipo de sociedad.
Incluso el manejo del color, o el timbre en lo musical, o en lo literario se convierte en moda,
estatus social. Pero, también, la minimización del pensamiento se vuelve una cualidad social, sinónimo de aceptación. Vale el ejemplo anterior del cine medio norteamericano, el prototipo social ¿Quién es el héroe en turno? El Siglo XIX lo fue el huérfano, recuerde usted novelas como Oliver Twist, muy acorde a estos tiempos ¿Cómo olvidar la escena de la carroza del entierro de un niño y Oliver en la guardia fúnebre?
Cada tiempo tiene su obra. Cada tiempo tiene su forma. Su color. Nada es fortuito. Ahora nos toca un momento, una decisión, una toma de conciencia. Un cambio en donde, si ya nos
enfrentamos a lo desconocido. Si ya nos enfrentamos a un bicho, que dicho sea de paso, nos lo muestran lleno de color, como una alucinación del periodo de la psicodelia ¿Por qué seguirle teniendo pavor al conocimiento? ¿Por qué seguir en la burla al nerd de lentes de fondo de botella y dientes separados para continuar en el culto al niño bonito ausente de razonamiento pero ganador de todos los torneos? Sí, ya es hora de pensar. De cuestionar. De cambiar de paradigma.
Cierto un cambio de paradigma, que vez en el horizonte, definitivamente es lo que sigue. Asumir el reto y participar es ingresar en la investigación, pero como bien lo dices colegiadamente con la solidaridad para logar con éxito el cambio definitivo, exigido en esta nueva dimensión del tiempo. Un abrazo Pepe. Y mucho éxito Victoria en la Dirección del nuevo espacio pluridimensional de sociedad, arte y cultura.
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