martes, 14 de abril de 2020

Deterioro de un sistema y el renacer de las Sociedades en Proceso de Construcción


Por: Lic. en Pedagogía Aida Cristina Oceguera González

La resiliencia es la capacidad de los seres humanos para adaptarse positivamente a las situaciones adversas, como hemos estado viviendo actualmente; vivimos situaciones emergentes que son reales. En todo estos años nos permitimos estar en un sueño etéreo como fieles corderos al estar placenteros en un viaje donde nos vendieron un fruto divino donde no existe el ayer o el recuerdo, ni se puede vislumbrar el mañana; donde coartaron los lóbulos temporales y embriagaron dulcemente nuestra amígdala; suena a película de ficción.

Pero es una realidad desde siglos atrás, la idea de sujeción viene siendo planteada y promovida por el hemisferio occidental, entre el S.XVI al S.XIX  sobre el capitalismo, su desarrollo, mayor alcance, consecuencias; así como el consumismo que va muy arraizado a nuestra tan afianzada forma de vida, matizando las diferencias sociales pertenecientes a cada grupo social, debido a sus lugares correspondientes; vislumbrando así la función perfecta de un mecanismo a niveles que dan la luz a un poder concentrado.
Se nos educaba para abrazar una forma de vida acelerada, trabajadora, arrebatadora, negligente, millones de personas  nos dieron un motivo en común de conseguir de añorar la vida perfecta, nos fajaron y con el tiempo distorsionaron el concepto de felicidad encaminada a la acumulación de cosas, objetos, papel o moneda que le colocaron un valor inexistente a la búsqueda del amor con cuerpo, rostro plástico, hechizo  a un ideal inalcanzable, sumergiendo nuestro rostro junto a Narciso, para caer en las trampas del amor ideal, viendo flotar nuestros cuerpos en el río.
Volcándonos a una carrera infinita y agotadora de trabajar arduamente, olvidando nuestros deleites más simples e involucrándonos a una ingente máquina donde la corrupción nos agobia continuamente, en los ríos de suciedad donde te dabas cuenta de las infinidades y multiplicidades que se dan en el abuso de las personas de cualquier tipo, las diferencias entres las esferas sociales, unas que jamás podrías soñar en vida, así como los marinados, aquellos que te enseñan a que no tiene lucha, a que ser indiferentes pues siempre existir porque así lo dictamina la vida misma, piden que actuemos bajo la moral y la ética, mientras navegan en barcos de fermentación, relegando al espíritu a su más mordaz supervivencia el instinto, nuestro ser primigenio, tan aberrante en ocasiones, que ellos mismo te ejecutan por tal creación, al ver que sucumbes al abuso de mente, alma, cuerpo de los inocentes. Y mientras de puntillas en ratos breves obtienes salir a tomar un poco de aire, volteando a ver las maravillas que aún persisten en esta vida, los pequeños detalles de fabuloso valor que nos hacen olvidar bajo el humo los amaneceres, la cálidez de nuestros seres queridos, la tranquilidad de ver pasar las personas, el son de los pájaros que corona día a día, el vaivén de la música entre moradas, la sensación de los pies al tocar el agua y así infinidad de placeres que nos menguaron al ritmo de la vida ausente.

Un mundo con traficantes de sueños bien lo mencionaba el libro de cuento de Michel Ende, extensas jordanas de trabajo a cambio de nuestro tiempo, que a su vez es libertad y vida, por conseguir más dinero que intercambiar por en su mayoría banalidades, un circulo vicioso e interminable que ha logrado desgastar lo esencial del humano invalidando la empatía, la solidaridad, incluso el sentido común y la inconsciencia.  
La brecha de esta situación apenas se está desglosando, se veía venir que este sistema ineficiente se encontraba desmoronando, con las evidencias palpables de las desigualdades,  las apariencias como las doble caras de los líderes de regencia a su vez de los espirituales y con esta pandemia, se quebranta por sin la pantalla dejando ver ineficacia de este sistema, que se viene arrastrando, la podredumbre, la carestía real, el sustento ficticio en el que vivíamos, las abruptas normas que se llevaban, la insensibilidad con la que vivimos, la indiferencia incluso  el ataque mordaz hacia nuestros semejantes, ponderando alimentar más la codicia, la envidia, el egoísmo… sentimiento tan apeado al humano; la presente enfermedad COVID-19 nos abre el parte aguas a vislumbrar lo ineficaz de la totalidad de nuestras vidas que hemos padecido y nos da la pauta de decidir despertar del eterno sueño para darnos cuenta como lo menciona la cultura de la India “tirar la vaca”, todo aquello que nos mantenía en un confort y nos dejaba crece, nos viene a retar a buscar opciones a enfrentar bajo nuestro criterios y aprendizajes previos la crisis, viene a mostrar que todos somos aún codependientes a un sistema que ya no funciona como tal, nos brinda tener resiliencia ante todas las adversidades que se van a presentar, no solo el tener criterio amplio para poder sobrevivir, dejando atrás el egoísmo de a mi no me pasará; del prejuicio ante los que arriesgan dando su vida en sus uniformes blancos porque se lo deben a su juramento profesional, de la indiferencia, de autoanalizar que tanto le dedicábamos tiempo a nuestra salud mental, emocional y física, quienes realmente buscaban autodestruirse al consumir envidias, celos, odios así mismos, comida chatarra todo el tiempo y a los años más delanteros echar la culpa a los demás de tus enfermedades o padecimientos; quien busco reírse bajo la ética y moral en sus casas, en sus trabajos.

Nuestra vida en esta existencia es un cambio constante y tangible que se presenta para corroborar nuestra resiliencia en el día a día y como sociedad nos a mostrado que nos falta educar para ser mas autónomos, algo que va a tardar mucho en repercutir si se llega a dar.
Cuando comprendamos que las sociedades tienen que volver a sus orígenes no por moda o por tendencia, sino por que entendieron la historia, se revalore la educación en casa, se enfoquen a retomar los valores, crear pequeñas colonias que se apoyen con la forma de cultivo enfocada a alimentar a un sector, le darán prioridad con ello a la salud y no a la avaricia a costa de la salud, cuando busquen líderes de sectores y a su vez de cada uno el uso de la comunicación en pro del bienestar de los sectores, cuando eduquemos a nuestra comunidad en pro de los demás, en apoyo a los demás, en sentirse parte del cuidado de su entorno, sea cual sea, entonces se olvidarán las desigualdades, las injusticias, los abusos; sólo entonces crecerá la humanidad.
Pero tal vez sea otro sueño utópico en el que nos cueste trabajo llevar a cabo, bien dicen que somos el reflejo de los que nos alimenta y por el momento las monumentales pantallas visuales carecen de valores y postulan a la basura que consumimos todos los días, depende de quien quiera despertar para actuar.





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