Por: Lic. en Pedagogía Aida Cristina Oceguera González
La resiliencia es la capacidad de los seres humanos para adaptarse positivamente a las situaciones adversas, como hemos estado viviendo actualmente; vivimos situaciones emergentes que son reales. En todo estos años nos permitimos estar en un sueño etéreo como fieles corderos al estar placenteros en un viaje donde nos vendieron un fruto divino donde no existe el ayer o el recuerdo, ni se puede vislumbrar el mañana; donde coartaron los lóbulos temporales y embriagaron dulcemente nuestra amígdala; suena a película de ficción.
Pero es una realidad desde siglos
atrás, la idea de sujeción viene siendo planteada y promovida por el hemisferio
occidental, entre el S.XVI al S.XIX
sobre el capitalismo, su desarrollo, mayor alcance, consecuencias; así
como el consumismo que va muy arraizado a nuestra tan afianzada forma de
vida, matizando las diferencias sociales pertenecientes a cada grupo social,
debido a sus lugares correspondientes; vislumbrando así la función perfecta de
un mecanismo a niveles que dan la luz a un poder concentrado.
Se nos educaba para abrazar una
forma de vida acelerada, trabajadora, arrebatadora, negligente, millones de
personas nos dieron un motivo en común
de conseguir de añorar la vida perfecta, nos fajaron y con el tiempo
distorsionaron el concepto de felicidad encaminada a la acumulación de cosas,
objetos, papel o moneda que le colocaron un valor inexistente a la búsqueda
del amor con cuerpo, rostro plástico, hechizo
a un ideal inalcanzable, sumergiendo nuestro rostro junto a Narciso,
para caer en las trampas del amor ideal, viendo flotar nuestros cuerpos en el río.
Volcándonos a una carrera infinita y agotadora de trabajar arduamente, olvidando nuestros deleites más simples e involucrándonos a una ingente máquina donde la corrupción nos agobia continuamente, en los ríos de suciedad donde te dabas cuenta de las infinidades y multiplicidades que se dan en el abuso de las personas de cualquier tipo, las diferencias entres las esferas sociales, unas que jamás podrías soñar en vida, así como los marinados, aquellos que te enseñan a que no tiene lucha, a que ser indiferentes pues siempre existir porque así lo dictamina la vida misma, piden que actuemos bajo la moral y la ética, mientras navegan en barcos de fermentación, relegando al espíritu a su más mordaz supervivencia el instinto, nuestro ser primigenio, tan aberrante en ocasiones, que ellos mismo te ejecutan por tal creación, al ver que sucumbes al abuso de mente, alma, cuerpo de los inocentes. Y mientras de puntillas en ratos breves obtienes salir a tomar un poco de aire, volteando a ver las maravillas que aún persisten en esta vida, los pequeños detalles de fabuloso valor que nos hacen olvidar bajo el humo los amaneceres, la cálidez de nuestros seres queridos, la tranquilidad de ver pasar las personas, el son de los pájaros que corona día a día, el vaivén de la música entre moradas, la sensación de los pies al tocar el agua y así infinidad de placeres que nos menguaron al ritmo de la vida ausente.
Un mundo con
traficantes de sueños bien lo mencionaba el libro de cuento de Michel Ende, extensas
jordanas de trabajo a cambio de nuestro tiempo, que a su vez es libertad y
vida, por conseguir más dinero que intercambiar por en su mayoría banalidades,
un circulo vicioso e interminable que ha logrado desgastar lo esencial del
humano invalidando la empatía, la solidaridad, incluso el sentido común y la
inconsciencia.
Nuestra vida en esta existencia
es un cambio constante y tangible que se presenta para corroborar nuestra
resiliencia en el día a día y como sociedad nos a mostrado que nos falta educar
para ser mas autónomos, algo que va a tardar mucho en repercutir si se llega a
dar.
Cuando comprendamos que las
sociedades tienen que volver a sus orígenes no por moda o por tendencia, sino
por que entendieron la historia, se revalore la educación en casa, se enfoquen
a retomar los valores, crear pequeñas colonias que se apoyen con la forma de
cultivo enfocada a alimentar a un sector, le darán prioridad con ello a la
salud y no a la avaricia a costa de la salud, cuando busquen líderes de
sectores y a su vez de cada uno el uso de la comunicación en pro del bienestar
de los sectores, cuando eduquemos a nuestra comunidad en pro de los demás, en
apoyo a los demás, en sentirse parte del cuidado de su entorno, sea cual
sea, entonces se olvidarán las desigualdades, las injusticias, los abusos; sólo entonces crecerá la humanidad.
Pero tal vez sea otro sueño
utópico en el que nos cueste trabajo llevar a cabo, bien dicen que somos el
reflejo de los que nos alimenta y por el momento las monumentales pantallas
visuales carecen de valores y postulan a la basura que consumimos todos los
días, depende de quien quiera despertar para actuar.
Fuentes:
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